lABASTIDA está revuelta. Por tercer año consecutivo, Repsol gira facturas estratosféricas a unos vecinos atados de por vida a la petrolera, propietaria de las canalizaciones de gas del pueblo y por tanto suministradora en exclusiva del calor de las casas. Hay habitantes de la localidad a los que se les han girado facturas de 1.000 euros por dos meses de suministro, hay personas que tienen una segunda residencia, que no han pisado el pueblo en todo el año, y que han tenido que pagar cerca de cien euros. Hay familias que barajan irse a vivir a Haro, donde las calefacciones se alimentan con gas natural. Hay vecinos, en definitiva, que han decidido organizarse y presionar a las instituciones para acabar con un abuso ante el que se sienten impotentes. Dionisio Balda y Fran Zumalabe decidieron en febrero que ya está bien. Convocaron una reunión en el pueblo para tratar el tema, y se quedaron sorprendidos con la afluencia de público.
"Hablamos de que en Haro, a cinco kilómetros y con gas natural, pagan a 0,82 euros el metro cúbico, haciendo la cuenta con la factura completa. En Labastida sale a 3,16 euros, como suena. Es simplemente dividir el total de la factura, con IVA incluido, entre los metros cúbicos". Tras tres inviernos de frío en las casas y en las cuentas corrientes, Dionisio alerta de que "el pueblo se está empobreciendo porque la gente que tiene segunda residencia no viene a Labastida, eso nos lo transmiten ellos mismos, que calentar la casa dos días les cuesta demasiado. Eso supone que el hostelero y el comerciante venden menos".
En una localidad que vive del turismo casi más que del vino, es cierto que el sector servicios está sufriendo mucho. Ana Albánchez, gerente de la casa rural Osante, ya no abre en invierno. "De Navidad a marzo cierro porque es imposible pagar 1.600 euros de gas, si a eso le sumas los demás gastos y la poca gente que hay no se puede mantener", lamenta. La vecina de la localidad no entiende que "en la capital alavesa estén pagando un 50% menos que nosotros", y afirma que cuando llaman a Repsol para pedir explicaciones se les asegura que "cobran lo que has consumido y que ajo y agua, a pagar". En su día reclamaron una revisión de los depósitos para verificar la calidad del gas, "pero la hicieron cuando les vino bien, no en su momento", denuncia.
El caso de María Jesús Bereziartua es diferente, pero no menos grave. "Soy ama de casa, tengo tres hijos -el más pequeño de cinco años- y estoy pagando facturas de 467 euros la anterior, y ahora de 399", explica. Esta familia compró el año pasado una casa en Haro y asegura que si la situación sigue igual, se marcharán todos a vivir a la localidad vecina. "No puedo pagar esto. Encima ponemos la calefacción sólo a 18 ó 19 grados, mis hijas vienen del cole y dicen que tienen frío, pero no puedo ponerla a 22 porque me costaría una nómina entera", afirma.
volver a la leña "Narciso Martínez Arteaga, jubilado, cobro 900 euros de pensión y pago setecientos y pico de gas, aquí tengo los recibos". No hace falta explicar mucho más, pero Narciso quiere hacerlo. "Mi mujer no baja la calefacción porque está fastidiada de los huesos", señala Narciso, que no duda en utilizar los más duros epítetos para describir "al Gobierno" que permite esta situaciones. Y es que, hasta hace poco pagaba la mitad por calentar su casa de piedra de dos pisos. "A ver cómo nos vemos, con lo viejo que soy a estas alturas no voy a volver a la leña", concluye.
Juan Blas Urraza es un bilbaíno asiduo de Labastida, uno de tantos veraneantes enamorados de Rioja Alavesa, una pasión que le sale, desde hace tres años, a cien euros el fin de semana sólo en calefacción. También hay que pagar gasolina, autopista y echar algún pote. "Es mejor venir a la casa rural, son sesenta euros y encima la calefacción la paga ella", dice sonriendo ante la propietaria de Osante. Juan bromea, pero lo justo. "Este pueblo ha bajado muchísimo, mucha gente de mi cuadrilla hace tiempo que ni viene ni se lo plantea; si antes de tomarte un vino en un bar ya has pagado 130 euros", explica. Escarmentado de otros años, así se ha calentado Juan este invierno. "He estado controlando la situación, con el termostato a 14 grados, con una catalítica en el salón, y me han cobrado 400 euros, más las ocho bombonas de butano, ya paso de 500, y encima si sales del salón te mueres de frío", afirma.
Aunque en general Repsol señala a sus clientes que la facturación está bien hecha, hay vecinos a los que la empresa les da alguna explicación más, principalmente a los veraneantes. A Algunos se les ha respondido que quizá alguien ha entrado en su casa mientras ellos no estaban; a otros, que a lo mejor tienen una fuga.
dueños de la canalización DIARIO NOTICIAS DE ÁLAVA ha contactado con el alcalde de la localidad , Ignacio Gil Orive, para que explique qué medidas se van a adoptar para solucionar el problema. Gil comienza explicando la verdadera naturaleza de la cuestión, ya que mucha gente cree que existe un contrato de exclusividad con Repsol por 75 años, de los que restarían por cumplir ni más ni menos que 53. "No hay ningún contrato, en su día el Gobierno Vasco hizo una concesión administrativa por 75 años, pero la Ley ha cambiado y ya no hay ninguna concesión ni contrato, hay una cesión administrativa, lo que supone que la infraestructura es propiedad de la empresa que estaba antes, Repsol".
Es algo parecido a lo que sucede con Telefónica, propietaria de las redes de comunicaciones y que las alquila a otras operadoras. El caso es que, señala el alcalde, Repsol no quiere ceder sus canalizaciones a una empresa de gas natural, aunque se está negociando, afirman en el Ayuntamiento, para tratar de llegar a un acuerdo y cambiar de empresa suministradora y de combustible. La Ley, afirma Gil Orive, ni siquiera permite duplicar infraestructuras para que otra empresa, sea cual sea, pueda llevar su gas a las casas de Labastida, algo que entiende "lógico", pero que en este caso perjudica seriamente al pueblo.
"Tenemos las manos atadas", señala por tanto el alcalde, quien cree que el problema fundamental, al margen de la situación de "monopolio" que se produce en la localidad, es que "el gas propano está ahora mismo carísimo, y por mucho que hemos mirado parece que Repsol cumple con todos lo requisitos". Gil Orive, por tanto, no es optimista. "Esto va a ser largo", vaticina.
Largo para Labastida, y largo para todas las localidades alavesas que se encuentran en la misma situación. En total, en Álava Repsol surte a 2.500 familias alavesas de gas propano. Hace dos años, el Gobierno Vasco afirmó, tras haber recibido 25 denuncias, que el suministro se había realizado correctamente.