En el día de su reprobación, Marian Castellanos procuró ser un perfecto rostro hierático. A ratos con la mirada perdida, a ratos fija en sus interlocutores, pero siempre inexpresiva. Tal vez sólo oyera bla, bla, bla. O lo intentara, porque no debe de ser fácil escuchar una vez más cómo le acusan a una de ocultar deliberadamente información a todos los grupos sobre el verdadero coste de la gestión de las nevadas y de falsear hasta dos veces los datos. De nada sirvió que esta vez hablara en su nombre la teniente de alcalde Idoia Garmendia. La oposición ya había dejado bien clara su postura el 30 de abril, cuando la concejal de Seguridad Ciudadana compareció ante la Corporación para pedir perdón aunque alegando un error. Y ayer, primero en comisión y después en el Pleno, PNV, PSE y Bildu le sacaron la anunciada tarjeta amarilla. La primera de la historia del Ayuntamiento vitoriano.

La de Castellanos ha sido una de las polémicas más sustanciales en esta legislatura. El PNV le da el beneficio de la duda en cuanto a si engañó o no con el gasto, aunque de haber sido un error también le parecería grave por lo que supondría de incompetencia. La edil anunció primero que el Ayuntamiento sólo se había dejado 319.367 euros en la gestión de las nevadas y, tras la refutación pública de los Bomberos, admitió que había habido una confusión y que en realidad el desembolso se había disparado a más de 580.000. En lo que sí coincide toda la oposición, y de ahí la reprobación, es en que se vulneró el derecho a la información de los partidos porque ni una sola de las veces que éstos pidieron los datos -el primero Bildu, y en varias ocasiones- los recibieron. Para eso el PP aún no ha encontrado argumento.

Garmendia centró la apelación en un retrato victimista de su compañera. "¿Qué más gestos de humildad quieren que pedir cuatro veces disculpas públicas por un error, como hizo en la comparecencia que ella misma solicitó?". La teniente de alcalde cree que "esta situación sin precedentes en el Ayuntamiento es desproporcionada e injustificada" y recordó aquella vez durante la legislatura socialista en que el entonces edil de Seguridad Ciudadana, José Manuel Bully, amenazó con dar un guantazo a su defendida. "Pero fuimos más elegantes y aceptamos las disculpas", apuntó. En el fondo, a su juicio, la intención real de los grupos ha sido "usar la persona de Castellanos para desgastar al Gobierno".

No es que la portavoz popular estuviera del todo desencaminada, pero es que la oposición fue muy clara al respecto. Castellanos no es un ente libre y con esta tarjeta amarilla los grupos también han querido llamar la atención del Gabinete Maroto. Algunos con más vehemencia que otros. "Han de trabajar en facilitar información", recomendó el edil del PNV Álvaro Iturritxa. "El PP tiene dos elementos que le pierden: la obsesión por compararse con el anterior Gobierno y la imperiosa necesidad de buscar el titular. Y eso da lugar al todo vale, con el uso de la mentira y el bloque informativo", censuró la socialista Marian Gutiérrez. "Esta reprobación va más allá de la gestión de la nevada, es por una continua falta de transparencia, por un modelo de gestión que no repara en gastos para darse autobombo", reprochó el concejal abertzale David Pina.

Estaba cantado que Garmendia, lejos de convencer a los grupos, iba a encender aún más su enfado hablando de gestos de humildad y errores. Así que en el segundo turno de la comisión ni siquiera llegó a agotar su tiempo. Y pasado el mediodía, la reprobación se consumó en el Pleno. Sólo el PNV mostró una cierta compasión. Iturritxa dijo sentirse "profundamente incómodo por tener que señalar a una persona". Ni con ésas Castellanos se rompió.