Vitoria. Caras graves y sentimientos a flor de piel. Pese a que aún se desconoce a ciencia cierta si el suceso que ha consternado a buena parte de Lakua-Arriaga -el miércoles, la Policía encontraba dos cadáveres de un matrimonio en su vivienda en avanzado estado de descomposición- es o no violencia de género, decenas de gasteiztarras volvieron a salir a la calle ayer para mostrar su repulsa por unos hechos que, sin certezas oficiales, responden al tradicional modus operandi de un caso de sinrazón machista. De hecho, distintas evidencias apuntarían a un nuevo asesinato en clave de género y un posterior suicidio del presunto agresor, caso que recuerda a lo acontecido a finales del pasado año en Araia.

El lema de la concentración en la Virgen Blanca (19.30 horas) -Emakume bat erahila Gasteizen Ni una más- lo decía todo. La Plataforma Feminista de Vitoria-Gasteiz volvió a llamar a la concentración de todo aquél que considera que parte de esta sociedad está afectada por un virus difícil de combatir. Sólo el respeto y la educación parecen tener efectos antibióticos ante la lacra de la violencia machista.

Sea como fuere, la muerte del matrimonio formado por Agustín y María Ángeles, cuyos cadáveres fueron hallados en la noche del miércoles en su domicilio de la calle Voluntaria Entrega, ya han pasado -a falta de otras teorías de mayor peso que sirvan para desterrar las primeras sospechas de los investigadores policiales- a la triste historia que relata la parte más oscura de la sociedad alavesa. Aparte, el crimen también ha servido para demostrar que la violencia de género persiste y que queda mucho trabajo de sensibilización y de formación por hacer.

En cualquier caso, lo cierto es que el desenlace de los acontecimientos ha servido para dejar a una ciudad desconcertada por las trágicas circunstancias que han acompañado al caso. Al parecer, tal y como pudo testar este diario a pie de calle el pasado jueves, el citado matrimonio residía en Lakua-Arriaga desde hace alrededor de dos décadas. Al parecer, eran de carácter "un tanto reservado" a juicio de algunos de sus vecinos.

El descubrimiento de sus cuerpos ha dejado en el aire muchas incógnitas en torno a su fallecimiento, que los investigadores tratan ahora de esclarecer. Junto a los cadáveres se encontró un cuchillo y la principal hipótesis que baraja la Ertzaintza es que el hombre, de 61 años, podría haber matado primero con este arma a su mujer, de 53, y después haberse suicidado, aunque el caso se encuentra bajo un "estricto" secreto de sumario según las fuentes consultadas por este diario. De ahí que no se hayan descartado otras posibilidades, como pudiera ser el doble suicidio. La autopsia, en cualquier caso, será la que confirme o descarte si se ha tratado de un nuevo caso de violencia machista.