el de ayer no fue un día como los demás en Lakua-Arriaga. La muerte del matrimonio formado por Agustín G. y María Ángeles M., cuyos cadáveres fueron hallados en la noche del miércoles en su domicilio de la calle Voluntaria Entrega, tiñó de conmoción y desconcierto el corazón de este tranquilo barrio gasteiztarra, poco acostumbrado a sucesos de estas características. Se trataba de una pareja conocida en la zona, residente en Lakua desde hace alrededor de dos décadas, aunque de carácter "un tanto reservado" a juicio de algunos de sus vecinos. A buen seguro, nadie podría imaginarse un desenlace así para ellos.
El macabro descubrimiento de sus cuerpos, que se encontraban en avanzado estado de descomposición y presentarían signos de violencia, ha dejado en el aire muchas incógnitas en torno a su fallecimiento, que los investigadores tratan ahora de esclarecer. Junto a los cadáveres se encontró un cuchillo y la principal hipótesis que baraja la Ertzaintza es que el hombre, de 61 años, podría haber matado primero con este arma a su mujer, de 53, y después haberse suicidado, aunque el caso se encuentra bajo un "estricto" secreto de sumario según las fuentes consultadas por este diario. De ahí que no se hayan descartado otras posibilidades, como pudiera ser el doble suicidio. La autopsia, en cualquier caso, será la que confirme o descarte si se ha tratado de un nuevo caso de violencia machista, habida cuenta del mal estado que presentaban los cadáveres.
El fortísimo hedor que salía desde hace ya varias semanas del piso que compartía el matrimonio alertó a los vecinos. También, que el buzón perteneciente a la casa, ubicada en el cuarto piso del inmueble, se encontrase a rebosar, las persianas sin tocar y la ropa tendida desde hacía varios días, señales inequívocas de que en el interior no había ningún tipo de actividad. Algunos residentes también habían caído en la cuenta de que no veían a Agustín y María Ángeles desde hacía bastante tiempo.
Fue el administrador de la finca, ubicada en el número 63, quien animado por varios vecinos telefoneó a la Policía Local anteayer al filo de las 20.15 horas para advertir sobre la posibilidad de que algo podía haber pasado dentro del piso. La Guardia Urbana contactó entonces con el hijo de la pareja, que al no tener llaves de la casa dio su permiso a los Bomberos de Gasteiz para acceder por la fuerza a ella. Cuando éstos entraron, encontraron los cuerpos del matrimonio tendidos en el suelo de la cocina, con signos evidentes de que llevaban varios días muertos. Cerca de un mes, según las primeras hipótesis.
reacciones Fue entonces cuando la Ertzaintza, que se ha hecho cargo de la investigación, tuvo conocimiento del luctuoso suceso y se trasladó al lugar de los hechos para recoger los primeros indicios. El levantamiento de los cuerpos tuvo lugar alrededor de la medianoche, momento tras el que fueron trasladados al Instituto Anatómico Forense.
Ayer, apenas unas horas después del enorme revuelo generado por este suceso, prácticamente no se hablaba de otra cosa en el barrio. En el bar Wall Street, uno de los más cercanos al inmueble, la doble muerte era el tema de conversación entre los clientes y su camarera. "Éste es un barrio muy tranquilo. Cosas de este tipo sólo las hemos visto por televisión", reconocía ésta. Los corrillos también fueron frecuentes en la calle, en un barrio de grandes dimensiones como éste pero en el que casi todos se conocen.
Puri, vecina del número 63 y encargada de la limpieza de las escaleras, fue una de las personas que animó al administrador del piso a llamar a la Policía por el fuerte olor que salía del domicilio. "Hace tres semanas ya detectamos que olía mal, pero pensábamos que era una bolsa de basura olvidada, que se habían ido de vacaciones", advertía. Este mismo lunes, el hedor ya había penetrado hasta la cocina de Puri, a través de un respiradero, y advirtió al propio administrador de que quizá sería el momento de "tomar medidas". Apenas dos días después los peores augurios se confirmaron. "No te lo esperas. Piensas que se han ido, que han limpiado menos... Todavía estoy sorprendida", reconocía. Ni ella ni ningún vecino más del inmueble recuerdan haber oído discusiones u otro tipo de enfrentamientos entre la pareja, que aparentemente disfrutaba de una convivencia normal. "Sí hablé con él y estaba en paro, pero en ningún momento le vi decaído", advirtió la vecina.
También "alucinado" por estos hechos se encontraba Juan Carlos, vecino del cercano número 57 y que durante un tiempo fue compañero de trabajo del fallecido en una conocida empresa de paquetería exprés de la ciudad. "Era un hombre muy tranquilo. Yo les veía bien, me hablaban de sus nietos... Me acaba de avisar mi mujer de todo esto y me he quedado alucinado", reconocía el hombre. "La última vez que los vi venían con la compra tan felices, como siempre", describió.
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l Días. Son los que, aproximadamente, han pasado desde que se produjo el trágico fallecimiento de Agustín y María Ángeles, atendiendo al avanzado estado de descomposición que presentaban sus cuerpos. El fortísimo hedor que salía de su domicilio alertó a los vecinos.