HUBO un tiempo en que para plagiar un texto había que trasmutarse en ratón de biblioteca. Hoy en día basta con hacer clic en el mouse del ordenador. La información disponible en internet es infinita y plasmarla en un documento en blanco, tan fácil como utilizar un par de comandos. Toda una tentación para los alumnos y a la que también sucumben algunos docentes. "La gente suele copiar y pegar, pero ya no tanto, porque los profesores los tienen calados, controlan más", advierte Amets Moreno, recién titulada en Ingeniería Química, a las puertas de la Escuela Técnica Superior de Bilbao. A un amigo suyo, de hecho, le pillaron. "Copió párrafos enteros y se notaba mucho. Le mandaron repetir el trabajo".

Tomar prestadas unas líneas o incluso páginas enteras sin citar el autor es una práctica que siempre ha estado presente en el ámbito académico. "Si antes se copiaba de libros de texto, enciclopedias o trabajos de compañeros, ahora se ha llevado esto mismo al plano digital. El elemento diferenciador que tiene ese plano digital es que aumenta el número de personas generando contenidos y a las que podemos acceder, además de facilitar la búsqueda del material", comenta Lorena Fernández, directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto.

En EEUU te pueden expulsar

¿Un plagio es un fallo del que copia o del que plantea la tarea?

Las estanterías virtuales están repletas de documentos e incluso hay páginas web donde se pueden descargar trabajos completos. "Su consulta es habitual. Pero lo son aún más los propios repositorios que hacen los estudiantes con apuntes, trabajos y exámenes de promociones anteriores. También se tiende a buscar obras en otros idiomas para proceder a su traducción, de forma que sea luego más difícil de detectar el plagio", asegura Lorena Fernández y propone una cuestión a debatir. "En ocasiones deberíamos reflexionar si un plagio es un fallo del que copia o del que plantea la tarea. Si pides un trabajo en el que te deben explicar la teoría de la relatividad, lo más seguro es que lo copien de alguna fuente. Sin embargo, si planteas un trabajo en el que se debe aplicar esta teoría, será más difícil que se copie".

Puestos a hablar de leyes, los que practican la del mínimo esfuerzo ni siquiera se molestan en copiar. "He conocido casos de personas que han comprado prácticas o trabajos a sus compañeros de aula e incluso a través de plataformas web. La picaresca está presente en el ámbito analógico y el digital y hay gente que ha sabido monetizar sus capacidades. Además, creo que tiene un importante arraigo cultural", considera esta experta, con la mirada puesta en otros países. "En algunas universidades de Estados Unidos el plagio está muy mal visto, debido principalmente a los severos castigos que se imponen: amonestaciones en el expediente, una marca negra que puede dificultar la entrada en postgrados o la búsqueda de empleo, o incluso la expulsión. Aquí, a pesar de que con la Ley de Propiedad Intelectual en la mano, plagiar es un delito, normalmente si suspendes por copiar, puedes probar de nuevo en la siguiente convocatoria". Por ejemplo, el Reglamento de estudiantes de la Universidad de Deusto establece que "la realización fraudulenta de una prueba o ejercicio exigida para la calificación de una asignatura conllevará el suspenso en la convocatoria correspondiente, con independencia de las responsabilidades disciplinarias" a que pudiera dar lugar.

Cuando el tiempo se echa encima es difícil resistirse a la tentación de copiar un extracto de un texto. El problema surge si se omite su autoría. "Internet es una buena fuente de información, pero hay una diferencia entre copiar una parte, que yo creo que sí se hace, y plagiar un trabajo entero", distingue Diana Carrasco, estudiante de Ingeniería Industrial. Tampoco es lo mismo, añade, fusilar información en una etapa educativa que en otra. "No tiene nada que ver un trabajo de la universidad con otro de Ciencias Naturales de la ESO, que no tiene tanta importancia".

Internet, un arma de doble filo

Existen programas que buscan documentos iguales o parecidos

Los alumnos corren que se las pelan por la Red, pero los profesores no se quedan a la zaga. La práctica más sencilla para descubrir un plagio es, según explica Lorena Fernández, "introducir párrafos aleatorios en Google para detectar si aparecen en páginas web o recursos electrónicos. También se prueba a traducir esos párrafos a inglés para ver si ha habido una traducción previa".

Más allá de estos trucos de andar por casa, existen herramientas informáticas diseñadas para combatir este tipo de fraude. "Hay programas gratuitos, como Plagium, que busca documentos iguales o similares al texto introducido; DOC Cop, que compara documentos entre sí o el texto introducido con la web; o Dupli Checker, que coteja el texto introducido con documentos en la web. También hay programas de pago, como Turnitin, que asegura la originalidad del trabajo comparándolo con el contenido de 24 millones de páginas web, 300 millones de trabajos escritos por otros estudiantes y con las bases de datos y publicaciones de las bibliotecas más destacadas", detalla esta profesional. Incluso las editoriales científicas más importantes, añade, "se han unido contra el plagio en las publicaciones -Elsevier, Springer, Nature Publishing Group, etc-, con un software llamado CrossCheck, que utiliza una base de datos con más de 25 millones de artículos".

Tampoco faltan quienes diseñan sus filtros a medida. "Conozco a profesores de la Facultad de Ingeniería que han escrito sus propios programas informáticos para detectar posibles copias en las prácticas de programación, donde es sencillo plagiar el código de un compañero de clase y difícil detectarlo", señala la directora de Identidad Digital de la Universidad de Deusto

Internet se ha tornado un arma de doble filo. Nunca apropiarse de una obra ajena fue tan fácil, pero la difusión de la misma es tal que los ojos que pueden descubrir el plagio se multiplican por millones. "Tenemos que pensar en internet como un espacio de materiales bajo dominio público o con licencias abiertas y enseñar a nuestros estudiantes y docentes a reutilizar esos materiales de manera correcta, citando la autoría y aprendiendo a co-crear", defiende Lorena Fernández, quien anima a sumar conocimientos. "Tal y como dijo Isaac Newton, uno de los pilares del mundo de la investigación es Si he logrado ver más lejos, ha sido porque he subido a hombros de gigantes. Así que subámonos a esos hombros, que son los trabajos anteriores, aportando nuestro grano de arena".