escasamente señalizada, ligeramente complicada en cuando al acceso por carretera y, desde luego, con muy escasa o nula promoción, el poblado de La Hoya, el asentamiento que dio origen a la villa de Laguardia, se mantiene deseoso de visitas para dar a conocer sus valores históricos, paisajísticos y etnográficos.

Para acceder al poblado debe entrarse por la carretera que se dirige a Elvillar y nada más hacerlo, justo donde hace la esquina Bodegas Primicia, un cartel indica la dirección hacia al poblado. Tras pasar la UCEIS de Laguardia, siempre en alerta, otro desvío aleja de la dirección de bodegas Ysios pero lleva hacia el yacimiento y, pocos metros más adelante, otro cartel marca un nuevo desvío y otro la entrada al aparcamiento de La Hoya.

Una amplia zona ajardinada, con un césped bien cuidado, da una agradable bienvenida a este lugar y al pequeño edificio que sirve como recepción de visitantes y centro de interpretación del yacimiento arqueológico. En él se ha reproducido cómo debía ser una de las moradas del poblado y varias vitrinas muestran cerámicas y utensilios encontrados durante las excavaciones realizadas en el lugar. Las nuevas tecnologías también han llegado a este edificio y, así, varias pantallas táctiles permiten acceder a una amplia información sobre el poblado y sobre el entorno histórico en el que se mantuvo con vida.

Actualmente, la persona que mejor lo conoce es el profesor Armando Llanos, arqueólogo de la Diputación alavesa y director de las excavaciones desde 1973 a 1989.

Recuerda Llanos que corría el año 1934 cuando un agricultor, propietario de esa tierra, consideró que una cosa era que aparecieran restos viejos de barro y hierro y otra muy distinta que hubiera cereal quemado. Y en aquellos tiempos de carestías, eso era algo que se debía aclarar, porque él no había quemado los granos.

Así que se dirigió a la incipiente Sociedad de Amigos de Laguardia y contó a sus responsables lo que estaba encontrando. De esta forma, se localizó lo que podía ser un asentamiento humano y se realizaron pequeños sondeos para verificarlo.

Después llegaron tiempos revueltos y no se realizó ninguna actividad en el lugar, hasta que en los años 50 se llevaron a cabo otros sondeos, cuyas conclusiones, en forma de breve resumen, se hicieron llegar a la Sociedad de Amigos de Laguardia aunque no se llegó a publicar nada, según confirma el arqueólogo de la Diputación.

Hubo que esperar hasta el año 1973 cuando por fin se pudo comenzar a trabajar con un programa, y de ello se ocupó Armando Llanos con la colaboración de miembros del Instituto Alavés de Arqueología y de diversas universidades. "Los trabajos fueron subvencionados por el departamento de Cultura de la Diputación Foral de Álava. A propuesta del director de la excavación, antes de comenzar los trabajos, la Diputación adquirió los terrenos bajo los que se extiende el yacimiento, en un afán de proteger este importante patrimonio arqueológico, conservándolo y permitiendo nuevas investigaciones en el futuro", explica Llanos.

De esta forma, se pudo comenzar a determinar que "el poblado, que se extiende por una zona llana, -detalla Llanos- ocupa una extensión de 40.000 m2, conservando en tres de sus lados la muralla que lo circundaba. Por los datos obtenidos y los materiales recuperados en la excavación, se puede reconstruir el proceso de vida y evolución del poblado y sus gentes, desde su fundación hasta su abandono".

Su origen parece remontarse al Bronce final, hacia los siglos XIV-XII a.C., en una primera fase. Sobre ella hay una segunda fase indoeuropea, fechada en los siglos IX-VIII a.C., y posiblemente de la etnia berona. Más tarde se pobló con habitantes centibéricos, momento en el que todo apunta a que se decidió el abandono del poblado, ante los frecuentes ataques que sufría la subida al cerro, en el que actualmente se enclava Laguardia, y donde cada vez que la piqueta entra en el subsuelo se encuentra con vestigios de una importante población prerromana.

continuidad genética El profesor Llanos comenta que recientemente se llevó a cabo un estudio del ADN de los primitivos pobladores y de los actuales habitantes de Laguardia y aunque las coincidencias no son plenas todo apunta a que existen notables coincidencias que hablan de una continuidad genética.

Lo que no se ha podido continuar es la prospección arqueológica, porque se suponía que abarcaba una superficie muy importante. De hecho, el arqueólogo advierte de que una actividad que sí se ha podido realizar es una prospección geofísica con equipos que analizan el subsuelo, y así se ha podido comprobar la gran extensión que tiene y que se aprecia en la gran maqueta que se muestra en el pequeño museo del poblado. Ese estudio permitirá en un futuro ir realizando nuevas excavaciones que se puedan ir consolidando, ya que dejarlas al aire libre sin protección lo deteriora.

En el Ayuntamiento de Laguardia no andan sobrados de recursos para fomentar la visita al poblado, "que es competencia de la Diputación Foral y del Gobierno Vasco", como apunta el alcalde.

Lo que si está claro es que alejado de la vista de curiosos y formando parte de la estructura del parking de La Barbacana, el Ayuntamiento de Laguardia conserva uno de los hallazgos arqueológicos más importantes de la vivencia de los celtas en nuestro país. Un gigantesco estanque que serviría de abastecimiento a la tribu que se asentó en lo alto del cerro y que pudo ser utilizado, incluso, como lugar ceremonial, según algunos estudiosos.

Abierto esporádicamente a las visitas desde hace casi un año, la intención del Ayuntamiento de Laguardia es proceder a su inauguración en el mes de mayo o junio. Y será, junto al museo de la asociación de Amigos de la Historia de Laguardia, el único vestigio de esa época de la historia que se podrá visitar en la actual Laguardia.