Ciudad del Vaticano. El Papa Francisco comenzó ayer su esperada revolución con la creación de un grupo de ocho cardenales, procedentes de los cinco continentes, para estudiar cómo reformar la Curia romana tras los últimos escándalos. La iniciativa del pontífice argentino Jorge Mario Bergoglio surge tras las sugerencias realizadas durante las Congregaciones generales precedentes al cónclave del pasado mes de marzo, según un comunicado de la oficina de prensa del Vaticano publicado ayer.
El Consejo ha sido constituido, añade la nota, "para aconsejarle en el Gobierno de la Iglesia universal y estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor bonus", promulgada por Juan Pablo II en 1988 y que regula la composición y competencias de los distintos dicasterios y organismos que forman la Curia romana. El exarzobispo de Buenos Aires, que justo ayer cumplía su primer mes de pontificado, ha realizado ya gestos considerados revolucionarios, por su carácter humilde y cercano a los fieles, pero aún no había tomado decisiones sobre la organización de la Iglesia.
La reforma de la Curia romana fue uno de los principales temas de preocupación en las Congregaciones previas al cónclave, cuando aún estaba latente el caso Vatileaks, el robo de documentos de los que surgieron la existencia de divisiones entre sus miembros. Pero, además, sobre el ministerio del Papa Jorge Mario Bergoglio pesaba la necesidad de dar mayor colegialidad, transparencia y fiabilidad al aparato vaticano, además de otro de los temas que preocupan al pontífice: reducir las cargas económicas que implican.
El grupo estará formado por cardenales representantes de los cinco continentes comenzando por el presidente de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, el italiano Giuseppe Bertello. También figuran en el mismo el arzobispo emérito de Santiago de Chile, el cardenal Francisco Javier Errázuriz Ossa; el arzobispo de Bombay, Oswald Gracias; el arzobispo de Munich, Reinhard Marx, y el arzobispo de Kinshasa, Laurent Monsengwo Pasinya.
La lista se completa con el arzobispo de Boston, Sean Patrick O'Malley, uno de los cardenales más comprometidos en la lucha contra los curas pederastas, así como el arzobispo de Sydney, George Pell, y el de Tegucigalpa, Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, que tendrá la función de coordinador. El obispo de Albano, Marcello Semeraro, será el secretario.
Para octubre La primera reunión del Consejo se celebrará en los días 1 y 3 de octubre, para la cual el Papa ya ha comenzado los contactos con los cardenales, según el Vaticano. Con esta iniciativa, Francisco "ha querido dar una señal y mostrar que ha recibido las sugerencias que se habían manifestado en las Congregaciones anteriores al cónclave", destacó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi, tras el anuncio.
Lombardi quiso precisar que el consejo tendrá funciones de "asesoramiento" y no "tomará decisiones", ante algunas informaciones relativas a que "restaría poderes a la actual Secretaría de Estado". Agregó que este grupo ha sido designado para "aconsejar" y "ayudar" al Papa y pidió que se eviten discursos relativos a que la "Curia queda en un segundo plano o se reducen sus responsabilidades".
"La Curia continuará con su trabajo", insistió Lombardi, que destacó el hecho de que la primera reunión del consejo tenga lugar dentro de varios meses, lo que no da "sensación de emergencia", al tiempo que matizó que no se ha indicado "la periodicidad con la que se celebrarán los encuentros". El Papa Francisco "continúa su trabajo de conocimiento de la Curia" con los encuentros que mantiene con los jefes de dicasterios y organismos para que en octubre próximo "tenga ya su visión" de la situación, según el portavoz.
Un mes La llegada al Trono de Pedro del primer Papa venido "del fin del mundo" ha supuesto una bocanada de aire fresco en el Vaticano y, en este mes de pontificado, el jesuita con corazón franciscano ha marcado un estilo propio, alejado de oropeles. Bergoglio pretende acercar la figura de Papa a los fieles y liberarla de todo lo que considera accesorio y ya en la misa de inicio de papado afirmó que el poder del Papa "es el servicio a los otros, sobre todo a los más pobres".
"Como me gustaría una iglesia pobre, para los pobres", dijo Bergoglio en el encuentro con la prensa internacional que había cubierto la información del cónclave, en el que explicó que eligió como nombre Francisco en honor del santo de Asís, "el hombre de la paz, de los pobres, el custodio de la naturaleza, de la creación". En esa línea austera, sencilla, Francisco se ha desprendido de la tradicional muceta roja (esclavina) y usa la estola solo para el momento de la bendición.
Viste de blanco, pero ha rehusado ponerse los tradicionales zapatos rojos de los pontífices y calza zapatos negros. Lleva una cruz pectoral de metal y el anillo del Pescador, símbolo del poder papal, es de plata bañada en oro. Bergoglio se aloja en la residencia de Santa Marta y no en el palacio apostólico y no duda en llamar directamente por teléfono, creando momentos de azoramiento e incredulidad en las persona que responden al teléfono y escuchan: "Soy el Papa Francisco".
Todas las miradas ahora están puestas en quien será el nuevo Secretario de Estado, que sustituirá al cardenal Tarcisio Bertone. Los observadores vaticanos consideran que de ese nombramiento dependerá que pueda llevar a cabo la reforma de la Curia y lograr la transparencia financiera en el banco vaticano IOR, con el objetivo, como pretendía Benedicto XVI, de entrar en la llamada "lista blanca" de estados que respetan las normas para la lucha contra el lavado de dinero. El gran reto del Papa Bergoglio es la nueva evangelización en un mundo cada vez más secularizado. Francisco ha pedido a la Iglesia que salga a la periferia a mostrar el Evangelio y ha exhortado a no caer en el pesimismo ni en el desaliento. A los sacerdotes les ha dicho que no pueden ser simples gestores, sino que tienen que ir a donde hay sufrimientos, sangre derramada.