Bermeo. La fatídica madrugada de anteayer se vio alterada abruptamente en el casco viejo bermeotarra debido al devastador incendio. Un amargo despertar al que siguió una tensa espera durante todo el día para los vecinos de la villa costera; más aún para quienes vieron arder su hogar asistiendo impotentes a la catástrofe. Uno de esos vecinos es Mikel Izarzugaza, quien, además de su propia casa -también otra de sus padres y dos más de sus hermanos-, ve en riesgo su obrador de carnicería en el bloque número 15 de Nardiz tar Jon. Hogar y sustento arrebatados de un plumazo por un fatal incendio que le robó, además, el sueño, pese a la dura jornada. Llegaba el día después, y tocaba recuperarse del golpe.
7.45 Mikel se levantó al segundo aviso de su despertador en casa de sus suegros. El primero había sonado 45 minutos antes, pero ayer no tenía obligaciones perentorias que atender en su carnicería. El fuego y el agua salvadora de los bomberos habían paralizado su actividad. En compensación por la desgracia, tuvo ocasión de desayunar con Ekaitz y Maialen; los hijos -de 7 y 3 años- a quienes sacó descalzos y en pijama la noche anterior del infierno en que se había convertido su casa.
En torno a la mesa, agradecieron que no se hubiera producido ninguna desgracia irreparable, y es que las bolas de fuego que sobrevolaban su calle les hicieron pensar en refugiarse en la carnicería. "En esas situaciones no piensas ni cosas coherentes; les dije que se metieran en las neveras que tenemos en el sótano, pero una vecina nos dijo que no debíamos hacerlo. Cuando cesaron las bolas de fuego salimos tapados con delantales y nos alejamos", recuerda Mikel.
8.30 Aunque se suele decir que tras la tempestad llega la calma, lo cierto es que la actividad de los afectados distó mucho ayer de ser plácida. Conocer la situación real del bloque de viviendas sobre el que la familia Izarzugaza había erigido su vida fue el primer objetivo de Mikel, para lo que volvió a acudir a la oficina de atención a los afectados. Informes, información robada aquí y allá, llamadas a empresas de telefonía, luz, seguros... La actividad era frenética para tratar de adaptarse a la nueva realidad que tocaba afrontar.
Por la calle, todo eran ánimos y parabienes. Mikel es una persona muy conocida y querida. "He recibido mucha solidaridad. Abrazos, llamadas, ofrecimientos de apoyo... es muy bonito y agradecido, porque aunque sin casa, me siento acompañado", se consuela.
10.00 Al igual que el pasado jueves, los periodistas que se agolpaban en la zona de la catástrofe se contaban por decenas. Mikel le puso buena cara al mal tiempo y atendió sin desmayo a quienes solicitaron su testimonio. Entre sus entrevistas, la conexión en directo con el programa de la televisiva Ana Rosa Quintana fue el más llamativo. "Ha estado bien", restó importancia. "Hay que contar lo que ha pasado, sin dañar a nadie, y agradeciendo el gran trabajo realizado por bomberos, técnicos, vecinos...", repitió. Su buena disposición se vio castigada con continuas solicitudes por parte de los medios de comunicación, que atendió con resignación
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11.45 Entre las decenas de llamadas telefónicas que tuvo que realizar, muchas eran relacionadas con su actividad laboral. El obrador de su negocio -además de charcutería, también distribuyen alimentos cocinados- permanece inaccesible, por lo que su puesta en marcha requiere de celeridad en las gestiones. "Queremos saber si podemos recuperar alguna máquina y estamos a la espera, no solo de entrar a ver cómo están, sino que debemos esperar qué dice el departamento de Sanidad", explicó.
Por un momento, a mediodía, los bomberos le acompañaron hasta las inmediaciones de su local donde Mikel ayudó a su hermano a llevarse algunos enseres. "Tenemos dos establecimientos más, en Bermeo y en Mundaka, donde estamos vendiendo solamente; me he puesto en contacto con otros carniceros para ver si podíamos trabajar en común en algún obrador y retomar nuestra actividad de cocina, porque el nuestro estará parado al menos seis meses", apuntó Mikel.
Pese a que la desgracia acertó de lleno en su familia, la situación personal de todos ellos es, afortunadamente, desahogada; la casa de sus suegros, su hermana residiendo temporalmente en el extranjero, su hermano actualmente en otra vivienda... les da una tranquilidad momentánea. "Otra cosa es qué pasará después; una nueva ley prevé que los edificios del casco viejo no tengan más de tres pisos y el nuestro tiene cinco. Espero que en esta circunstancia especial no dejen a ninguna familia sin casa", rogó.
13.15 Acompañado de varios técnicos, Mikel pudo acceder a su portal para tratar de ver su casa. Había acudido el día anterior para cerciorarse de que su gato seguía con vida, aunque ayer quiso comprobar los daños in situ. Por unas castigadas escaleras, llegaron hasta el segundo piso. "Nos han dicho que salgamos; que el edificio se podía caer. Las paredes maestras están abombadas, lo más seguro es que tengan que derribar el edificio entero", asumió.
El escenario de grandes momentos de la vida de Mikel se venía abajo. Al igual que su ánimo. "Documentos, fotos? todo perdido", enumeró. "No sabes ni a qué dar importancia, pero lo principal es que no ha habido heridos? ¿Sabes lo que podía haber pasado?", se preguntó, a la vez que recordaba cómo a otros vecinos el incendio les había dejado más desamparados.
17.00 Un reponedor almuerzo en casa de la familia de su mujer sirvió de pequeño impulso para una tarde agotadora: la cita con su agente de seguros dio inicio a otro turno de obligaciones. "Se te va el tiempo esperando tras la valla: ahora te toca, ahora espera...", resopló. La adrenalina del jueves se tornó en desesperante impaciencia ante unos problemas que, una vez salvada la salud, no han hecho sino comenzar.