Vitoria. El hartazgo ciudadano ante los desahucios continúa en aumento, una realidad que una vez más ha quedado patente en la capital alavesa. El escrache, esa forma de protesta pacífica surgida en Argentina y Uruguay y generalizada durante las últimas semanas en el Estado, probó ayer por primera vez su efectividad en Gasteiz, ante la sede del Partido Popular, la única formación política que se ha posicionado en contra de tramitar la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) contra los desahucios. La pionera concentración logró su objetivo, volver a llevar a la calle el rechazo a las ejecuciones hipotecarias y hacer mucho ruido, el que provocaron las más de 200 personas convocadas en este lugar por Kaleratzeak Stop Araba. Un paso más que se une a la paralización de varios desahucios y subastas en la ciudad gracias a la presión social. Como la de Orlando Romero, cuya historia relató este periódico hace dos semanas y que ayer también participó en la protesta.
La cita estaba prevista para las 19.00 horas pero arrancó algo antes, en una céntrica cafetería, donde la plataforma había citado a los asistentes para mantener una reunión informativa sobre el escrache. Habida cuenta de que Kaleratzeak Stop Araba no había conseguido el permiso del Gobierno Vasco para realizar una concentración al uso por la premura de la convocatoria, sus responsables decidieron realizar finalmente una suerte de "simpático escrache", en forma de kalejira. Apenas eran 20 personas en un principio, cuando partieron rumbo a la calle Olaguíbel ataviados con cartulinas, pegatinas y algunas pancartas, pero poco a poco la reunión adquirió dimensiones importantes.
Los asistentes se apostaron en la acera de enfrente a la sede del PP, ante un destacado dispositivo de la Ertzaintza, y tras formar una cadena humana comenzaron a lanzar sus consignas contra la lacra de los desahucios. El más repetido, ese "sí se puede, no se quiere" que se ha hecho tan popular. Alfonso Alonso, diputado del PP por Álava y portavoz de los populares en el Congreso de los Diputados, personificó las críticas de los asistentes. "Alfonso Alonso, cómplice" fue también una de las proclamas más repetidas. Otra, "que el próximo desahuciado sea un diputado".
Al cabo de un rato, tres integrantes de la plataforma entraron en la sede del PP para hacerle entrega una carta al propio Alonso, en la que se le insta a "conocer de primera mano la realidad" y a posicionarse a favor de esa ILP que su partido ha rechazado. El texto, en concreto, solicita la dación en pago con efectos retroactivos, la paralización inmediata de todos los desahucios y el alquiler social durante cinco años para las familias afectadas. Alonso no estaba, pero sí el secretario general del PP vasco, Iñaki Oyarzábal, quien fue el encargado de recoger la misiva. Hace un mes, la plataforma le había enviado a Alonso el mismo escrito vía e-mail pero no obtuvo respuesta, lo que motivó al colectivo para entregarlo ayer físicamente.
Una vez concluido el escrache, los portavoces de Kaleratzeak Stop Araba no ocultaban su satisfacción por el resultado de esta iniciativa. "Ha habido gente y el balance es positivo", declaró Aimar Sáenz de Buruaga. El portavoz de la plataforma, cuestionado por las restricciones a los escraches anunciados por el Gobierno Vasco, advirtió que, por el momento, no se encuentra en su agenda realizar protestas ante los domicilios y lugares de trabajo de representantes políticos. "Lo valoraremos, pero en principio no tenemos intención de hacerlo", admitió.
Horas antes de esta cita, el diputado general de Álava, Javier de Andrés, fue cuestionado sobre la protesta que tendría lugar por la tarde ante la sede de su partido, una concentración "perfectamente tolerable, entendible y admisible". Lo que sí censuró De Andrés fueron las protestas en las "que se persigue a un político por su opinión o por su pertenencia a un partido". A juicio del máximo responsable foral, la manifestación de ayer de Gasteiz "no es noticia", a diferencia de lo que sí sucedió anteayer en Donostia ante el lugar de trabajo del dirigente del PP José Eugenio Azpiroz. Un ejemplo, según De Andrés, de "acoso inadmisible hacia personas en sus viviendas o en su vida diaria".