olaeta. Maider Unda es una luchadora. Literal. En la vida y en su deporte. Ese empuje también lo aplica en su vida laboral. Incansable y gracias a un sacrificio al alcance de muy pocos ha conseguido compaginar largas jornadas de entrenamiento con su ardua tarea en el caserío donde elabora sus quesos Idiazabal. Un producto al que considera que los grandes centros comerciales están haciendo mucho daño, pero por el que no dejará de luchar para que en el mercado se aprecie el valor real que tiene. Ahora disfruta de sus quesos y del éxito cosechado recientemente en el Europeo donde se alzó con la plata. Sin embargo, fue el bronce de los pasados Juegos Olímpicos lo que le dio una fama, hasta la fecha, insospechada
¿Es consciente de que gracias a su medalla de bronce en Londres fue uno de los personajes del verano?
Por supuesto. Y más de lo que en sí signifique la medalla, ha sido algo que la gente lo ha sentido tan cercano, que para mí el éxito es ése. Lo que han vivido y cómo se ha emocionado.
¿Cómo ha vivido una persona tímida y habitualmente alejada de los focos mediáticos todo ese revuelo que causó?
Al principio con euforia. Es algo que te desencaja y te saca del sitio donde te desenvuelves. Dices ¡uff! Pero bueno, luego el día a día realmente no ha cambiado mucho. Tengo más actividades que hacer, pero para mí es fundamental vivir en la tierra porque esto es algo pasajero.
¿Le ha ayudado a mejorar las ventas de sus quesos Idiazabal?
Sí, sí. Claro. Ahora soy una persona conocida y en las ferias, pues la gente se acerca al puesto a saludarme y mucha gente se lleva el queso.
¿Qué le llevó a embarcarse en una empresa familiar de quesos?
Igual, en su momento, fui algo inconsciente. Pero bueno, era algo que yo había hecho toda mi vida y al ver que mis padres se jubilaban y nadie seguía con esto, me dije Dios mío, no puede ser. Esto no se puede dejar morir. Entonces conseguí que mi hermana se implicará conmigo y me dijo que si tú te echas para adelante yo te acompaño y así fue.
Y ¿cómo fueron esos inicios?
Complicados. Meterte en una inversión de éstas sin saber lo que iba a venir por detrás y arriesgarte a hacer un gasto así... ¡Buff! Al menos, la lucha me ha ayudado a ir pagando la inversión y para mí no ha sido tan fuerte. Pero hay gente que lo está pasando verdaderamente mal.
Además, ha sido capaz de hacerlo compaginándolo con su actividad deportiva de elite. ¿Cómo sacaba tiempo?
Es saber organizarte y ver qué días le tienes que dedicar más tiempo a una cosa y qué días a otra. A veces es difícil y estás muy cansada y explotas a la mínima. Pero si lo has hecho toda la vida, sabes que hay épocas malas y épocas buenas como ésta, en la que ahora por ejemplo no estoy ordeñando y me dedico a vender más, por lo que tengo más tiempo entre semana para hacer mil cosas. No hay horarios y la clave está en saber cuáles son las prioridades. Si tengo un hueco lo hago, si no, lo dejo para otro día.
¿Dónde sufre más, en la lucha o en la quesería?
Siempre he dicho que es más desagradecido el deporte. Porque más o menos el queso, si tu haces bien las cosas, es difícil que te salga un queso malo, pero en la lucha es sólo un día, el de la competición, y si por casualidad no lo tienes al 100%, has echado un año de trabajo al garete. Es mucho más desagradecido. Aquí el día a día es mucho más gratificante. Ver como nacen los corderos, les das de mamar, luego se hacen grandes, ya son madres... Es un día a día mucho más completo.
Tratando de buscar un paralelismo entre su deporte y su profesión, ¿en qué sitio se está encontrando más ataques, en el tapiz o en el mercado laboral?
¡Buff! Yo en el tapiz me meto en mi burbuja y no dependo de lo que esté pasando fuera. En la lucha dependes de ti misma, pero aquí dependes del mercado y con la que está cayendo...
Si en la lucha sus principales rivales son las nórdicas y exsoviéticas, en la venta de quesos, ¿a quién teme más?
Ahora mismo, la crisis ha provocado que la gente necesite vender el queso y se lo venda al grande como digo yo, al monstruo, que se lo compra a diez euros o a menos y el revendedor es el que se queda la ganancia y se ríe del productor. El que hace daño a todo esto es tanto el productor que lo vende a ese precio como el que le compra.
¿Se la ve dolida?
Sí. Está haciendo mucho daño porque por culpa de este grande no se difunde la imagen que pretendemos dar nosotros. Si le ponemos este precio es porque invertimos en esto y consideramos que ése es el valor digno para poder vivir.
Y con la que está cayendo, ¿cómo se consigue capear el temporal?
Pues con lo que está pasando es imposible. Ahora mismo se está intentando mediante Artzaigazta, la asociación de pastores y elaboradores de queso, hacer un proyecto para hacer ver que el queso de pastor no se puede vender a ese precio tan bajo. Se trata de darle una identidad y dejar claro que no se puede vender a menos de ese precio. Darle ese valor, que no sólo es económico. Hacer ver que si es un queso que hacemos aquí con nuestras propias ovejas y con nuestra propia leche, debe de tener un valor.
Al menos, los que la conocen saben que es una luchadora tenaz, que no se rinde. ¿Es también así en el mundo laboral?
No tanto. Aquí la mayoría de lo que tengo que luchar es en mi casa. En la lucha es tanto dentro del tapiz como fuera. Eso sí, sí que me gusta hacer bien las cosas. Creo en unos principios. No todo vale. Aquí se está viendo mucha competencia desleal y en eso no creo.
Su deporte es muy sacrificado. ¿Le ha enseñado algo que aplicar a la hora de gestionar su empresa?
Me han servido los dos. Tanto uno como el otro para ir aprendiendo que las cosas hay que cogerlas con mucha paciencia, que no se hacen de un día para otro y que por muy difícil que esté, a toda tortilla se le puede dar la vuelta. La cosa se puede poner muy cuesta arriba, pero hay que cogerlo con ganas, porque no hay nada imposible.
Este verano tras subir al podio de Londres, todo el mundo ha ensalzado su capacidad de sacrificio como algo fuera de lo normal en la sociedad actual. ¿Falta ese espíritu luchador a los jóvenes de hoy en día?
Sí. Hoy en día no puedes implicar a nadie en algo que conlleve un mínimo esfuerzo. El hecho de que lo tengan todo hecho, hace que no se quieran sacrificar para nada.
En su deporte es muy meticulosa con los pequeños detalles. ¿A la hora de elaborar sus quesos también?
Parece que sí, pero no soy tan meticulosa. Sí que hay cosas que si llaman la atención a la vista, dices ¡buff! Y te da rabia, pero no soy tan detallista.
¿Cómo es trabajar con Maider Unda?
El problema conmigo es que hay que conocerme. Pero una vez que me conocen, saben que cuando estoy de mala uva hay que intentar que pase un poco de tiempo y luego sí que razono. Pero sí que es verdad que el pronto que tengo es muy fuerte, pero intento ver rápido que eso no soluciona nada y que es mejor esperar un poco y ver las cosas en frío.
Viendo todos los problemas económicos que hay, ¿es difícil hoy en día ser emprendedor?
Es que hoy no te dan ni la oportunidad. Hoy los bancos no te dan un crédito así como así. Es muy arriesgado. Es una pena, pero en estos momentos la cosa no está para arriesgar mucho. A mí si me lo dicen ahora, no lo hubiera hecho.
Aunque haya momentos duros, ¿también tendrá sus satisfacciones?
Sí, muchísimas. Ahora mismo ir a una feria a vender queso y escuchar de la gente que han estado probando un montón y que el que más les ha gustado es el tuyo... Simplemente que te digan eso es motivo de orgullo. Luego el ver cómo evoluciona tu empresa, pasar tras llevar a cabo la inversión en 2007 de hacerlo todo a mano, a que ya sea mecánico. Esas cosas te llenan y ves que ganas en calidad de vida.
¿Qué llena más una medalla en los Juegos o ganar el premio al mejor Idiazabal del mundo?
Ahora mismo me quedo con la medalla que ya tengo. Pero bueno, como ya he cumplido, me haría ilusión también lo otro.
¿Se imagina vender en la Feria de Ordizia una pieza de uno de sus quesos por más de 7.000 euros?
Sería bonito. Conozco a las personas que han ganado este año y sé que ha sido algo muy bonito para ellos.
¿Le parecen reales esas cantidades?
¿Tanto puede valer un queso premiado?
Hombre, el ganador de Ordizia tiene ya vendida toda la producción. El premio te asegura por lo menos eso. Una vez que has sido ganador de Ordizia te aseguras la venta unos cuantos años. Tienes un nombre y ese es sin duda el mejor premio.