Nunca se han topado con un caso como el de Eibar, pero sí con alguna pieza sustraída, comprada por desconocimiento, y detectada posteriormente por la Policía. "Esto pasa en todos los establecimientos, pero por fortuna la incidencia es menor. Si tú cumples con todos los requisitos, lo primero que haces es identificar al vendedor, por lo que el que quiere hacer entrar en el circuito una pieza robada busca otro tipo de establecimientos", explica Víctor Lavandeira, director general de Oro Caja, que cuenta con un centenar de tiendas en el Estado.
Hay locales de compraventa de oro por todas las esquinas. ¿Es uno de los pocos negocios en auge?
Es uno de los negocios que va en auge, pero no precisamente ahora. Se empezó a desarrollar en 2009, 2010 y 2011, con crecimientos del 200 y el 300% en el número de establecimientos. El año 2012 y, en especial, 2013 está siendo más relajado en cuanto al número de aperturas de locales a nivel nacional.
A pesar de ello, su compañía sigue abriendo tiendas...
Sí, abrimos 32 el año pasado y el año anterior, 35. Para nosotros el crecimiento ha sido sostenido, pero en los últimos meses de 2012 y en estos iniciales de 2013 ya se detecta un cierto estancamiento.
¿Quiere decir que acuden a un local de compraventa por primera vez?
Exacto. Sí que es cierto que hay un porcentaje alto de clientes que ya han venido, pero más de la mitad lo hacen por primera vez.
¿Cuál es su sexo y edad media?
El 65% de nuestros clientes son mujeres, aunque el hombre se está incorporando también a la venta de joyas, cuando antes no lo hacían tanto. En cuanto a la edad, la mitad de nuestros clientes tienen entre 30 y 45 años.
¿Los hombres acuden menos porque tienen menos joyas?
Tenemos muchas más mujeres que hombres porque las joyas suelen ser más femeninas.
¿A qué nivel sociocultural pertenece la mayoría de sus clientes?
Nuestro perfil de cliente es mayoritariamente de clase media.
Según sus sondeos, la mitad vende sus joyas de oro por necesidad.
Dentro de esa mitad no todos tienen una urgencia económica de primera necesidad. Hay muchos de esos clientes que lo que necesitan es conseguir efectivo. Por ejemplo, en los casos de herencias a repartir entre diferentes hermanos, optan por vender para conseguir una liquidez y repartirse el dinero, en vez de repartirse esas joyas.
¿A qué porcentaje de sus clientes le urge realmente vender porque no tiene ni para comprar comida?
Un 20% vende su oro para hacer frente a otros pagos, pero no sabemos si es para comprar comida, para pagar una factura del colegio o la reparación del coche.
¿Qué tipo de joyas son las que más se venden habitualmente?
En esto sí que tiene mucho que ver el cliente y la madurez del mercado. Cuando el mercado es menos maduro, lo primero que trae la gente son aquellas piezas que tiene rotas en casa, pendientes desparejados, cosas que no les sirven para nada. En una segunda fase nos traen aquellas piezas que, aunque estén bien, ya no las utilizan porque están pasadas de moda. Luego hay otro tipo de cliente, al que le gusta el intercambio. Vienen con una joya que llevan desde hace dos o tres años y la venden para comprarse otra joya o cualquier otra cosa.