EN el campo de la delincuencia, como en todos los órdenes de la vida, quien sabe adaptarse a los cambios es el que triunfa, y en plena revolución tecnológica no es de extrañar que los estafadores más emprendedores hayan dejado atrás la estampita y el tocomocho y se hayan pasado a Internet, donde el phising y otras técnicas delictivas suelen hacer estragos entre muchos usuarios demasiado confiados.
Así lo advierte el Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco, que ayer constataba la reducción "a la mínima expresión" de los timos tradicionales que se ha registrado en Euskadi, gracias a la labor informativa entre la gente mayor, principales víctimas de estos delincuentes, pero también debido a que el negocio se encuentra ahora en la Red. Los aproximadamente doscientos casos de tocomochos o estampitas denunciados el pasado año ante la Ertzaintza suponen apenas el 6% del total de estafas investigadas.
La Ertzaintza lanzó varios avisos y llamadas de alerta en 2012 para prevenir a la ciudadanía de la actuación de timadores o estafadores, algunos de los cuales siguen empleando métodos de antaño para intentar engañar a las víctimas en la calle o en sus domicilios. Además, en diversas actuaciones detuvo o imputó a un total de 29 personas por diversos timos o estafas de este estilo cometidos en la CAV. En el año 2012 se denunciaron algunos casos en Bilbao y Gasteiz. La Ertzaintza envió un comunicado a la población, sobre todo a personas de la tercera edad, para que estuvieran alerta.
Varios timos que tuvieron lugar en la capital alavesa tuvieron un modus operandi similar: una persona era abordada en la calle por una joven que parecía presentar alguna minusvalía psíquica, la cual mostraba a la denunciante un sobre con una considerable cantidad de billetes, sacando alguno de ellos con intención de romperlo. Al poco se acercaban a ellas un varón y una mujer proponiendo a la víctima entregarle a la joven entre los tres cierta cantidad de dinero a cambio de la suma que ésta portaba. Tras ser convencida por éstos de lo ventajoso de la operación, la denunciante acudía a una entidad bancaria y extraía varios miles de euros que junto con sus joyas entregaba a la joven. Posteriormente al regresar a su casa con el sobre que le habían dado se percataba de que únicamente contenía recortes de periódico.