Vitoria. Medio centenar de expertos en construcción sostenible procedentes de todo el país recalarán este lunes en Vitoria para visitar y analizar dos ejemplos de arquitectura eficiente escogidos por la Cátedra Unesco de Ciclo de Vida con la colaboración de Tecnalia. Uno de los edificios será el remozado pabellón del Buesa Arena y el otro, a una escala inferior pero tremendamente ambicioso, la singular fábrica de Fojansa, una empresa fundada hace 15 años que se dedica a las instalaciones térmicas de calefacción, fontanería y gas, y que ha convertido su nueva planta en un proyecto de innovación energética de vanguardia.
La visita a la capital alavesa recoge el testigo de Madrid, Barcelona y Valladolid, enclaves donde en los últimos meses han sido escrutados también algunos de sus edificios energéticamente más avanzados. Estética modernista al margen, el resultado de Fojansa es una planta industrial autosuficiente capaz de generar tres veces más energía de la que consume gracias a una combinación de geotermia -energía que se obtiene mediante el aprovechamiento del calor del interior de la tierra- y placas fotovoltaicas. Arquitectos, ingenieros y profesionales vinculados a este emergente sector de las renovables reconocerán sobre el terreno tanto el origen como el posterior desarrollo de esta singular construcción, en la que se han invertido del orden de 650.000 euros.
Revestimiento con tubos El germen del proyecto nació el mismo día en que sus socios entendieron la necesidad de modificar su fábrica de la calle Kapelamendi, en pleno corazón del polígono de Betoño, como una oportunidad. Pero no de negocio sino de alumbrar un proyecto de I+D encaminado a "fomentar una nueva forma de interpretar el modelo energético", sostiene Guillermo Mendoza, responsable del departamento de Estudios de esta compañía. La certeza de que aquel edificio debería ser distinto y responder a la misma filosofía de trabajo, esto es, un negocio limpio, energético y con un consumo mínimo, llevó a los socios a entrar en contacto con el estudio de arquitectura Beldarrain, cuya sede se encuentra en San Sebastián. Para su sorpresa, en poco tiempo diseñó un singular boceto donde la participación directa de su cliente resultaría vital. Beldarrain planteó un revestimiento exterior a base de tubería de polietileno -la misma que emplea a diario Fojansa con sus clientes- y una estructura curvilínea que se adaptase al terreno. Todo ello conformando un edificio de dos alturas aisladas del exterior con un sistema especial de vidrio cuya transmitancia, es decir, su capacidad de aislamiento, es cuatro veces superior al de un cristal convencional.
La idea gustó. En unos meses el edificio se convirtió en una realidad. Sin grandes alardes se inauguró en 2011 y con él los 5.000 metros de tubería que conforman su espectacular fachada y por los que cada día transcurren 8.000 litros de agua que la empresa utiliza como vehículo para trasladar el calor por todo el edificio. Esto es posible gracias a los ocho pozos de 100 metros de profundidad que rodean la fábrica y cuyas altas temperaturas son gestionadas por una bomba de calor que las distribuye en virtud de las necesidades. Así se calienta, por ejemplo, el suelo radiante de las oficinas.
Cuando las temperaturas son más altas, sobre todo en verano, es el sol quien calienta entonces el agua que fluye por las tuberías de la fachada para convertirla a continuación en energía que servirá para climatizar las estancias. Todo este proceso se desarrolla además de forma ininterrumpida y con unos rendimiento extraordinarios del 300% y 400% que al final de cada mes permiten un ahorro considerable en la factura energética.
Placas fotovoltaicas El abastecimiento de esta empresa se completa con las 500 placas fotovoltaicas que copan su tejado, que anualmente le permite obtener más kilowatios de los que necesita, lo que en términos económicos equivale a unos ingresos extra de 48.000 euros al año. Según los datos del pasado año, Fojansa produjo 135.000 kilowatios y consumió 47.000 kw, casi tres veces menos, lo que ofrece una idea de la rentabilidad que ofrecen este tipo de instalaciones tanto desde el punto de vista económico como energético y medioambiental.
Pese al desconcierto que despertó su construcción en la zona a partir de materiales muy básicos, el resultado es considerado hoy como el edificio perfecto. Un "ser vivo" que en estos momentos da empleo a 120 trabajadores, cuenta con una filial en San Sebastián y que está comenzando a extender sus tentáculos empresariales más allá de Euskadi. En concreto, apura en estos momentos esta firma alavesa dos instalaciones térmicas para sendos hoteles en Cannes y París que está edificando una constructora local.