sON casi las siete de la tarde y los trabajadores de Foronda se disponen a manifestarse, junto con varias empresas en pleno desmantelamiento, por las calles del centro de Vitoria. Aena ha lanzado una oferta a la plantilla: se mantienen los puestos de trabajo actuales -ya han caído un centenar de trabajadores- a cambio de que los que quedan estén disponibles las 24 horas al día que reclaman como horario operativo para el aeropuerto vitoriano en sus pancartas. Es el servicio bajo demanda, si una compañía pide pista fuera del turno nocturno, se llama a los trabajadores. Aena también se compromete a estudiar, en septiembre, la ampliación del horario oficial del cuarto aeropuerto de carga del Estado.

El cabreo es monumental, los ánimos están muy tensos, y una asamblea ha tenido que decidirse ante una oferta que los manifestantes describen sin eufemismos: "Una puta vergüenza". La propuesta, que los trabajadores acaban rechazando, forma parte del plan diseñado por el presidente de la compañía pública, José Manuel Vargas -anunciado por él mismo en el diario Expansión-, para privatizar la empresa, ahogada por las deudas tras años de desenfreno al calor del ladrillo. El sector aeronáutico, al igual que el de la obra pública en general, no fue ajeno al boom y con el auge de la construcción surgieron aeropuertos en todos aquellos lugares donde había una explanada lo suficientemente grande como para construir una pista.

Foronda no pertenece a esa bolsa de infraestructuras, ahora denostadas por inútiles, donde se retrataron orgullosos mientras cortaban la cinta inaugural a pie de pista alcaldes y presidentes de diputación de provincias infrapobladas. El proyecto de Foronda se ideó hace cuarenta años, nació hace treinta y tres para asumir el tráfico aéreo de todo Euskadi, perdió esa apuesta frente a Bilbao -lógico, dado que guerras banderizas al margen en todo el mundo los aeropuertos se ubican cerca de los núcleos más poblados- y se especializó en la carga. La merluza sudafricana, y muchas otras mercancías, no sólo salvaron a un aeródromo de instalaciones privilegiadas y una ubicación geográfica que agradecen todos los pilotos, sino que lo catapultaron al liderazgo de este subsector aeronáutico. Foronda, como Madrid, Barcelona, Alicante, Palma, Tenerife o Málaga atiende a una demanda real, aunque en este caso sea de mercancías y no de seres humanos, y es rentable.

Sin embargo, mientras por la noche en Foronda el trasiego es constante y el negocio voluminoso, de día el aeropuerto parece un páramo deshabitado. Los vuelos de línea regular han ido desapareciendo y los charter se han convertido en excepcionales, y en el ínterin, las instituciones alavesas mordieron el anzuelo tendido por los arribistas del sector aeronáutico.

De nueva york a Badajoz Compañías low cost se ofrecían a operar desde Foronda a cambio de una subvención pública. El dinero de los alaveses se iba volando en un negocio deficitario y cuando la compañía lo creía oportuno, anunciaba con gran pesar que no podía seguir operando si no se engrasaba la maquinaria con más billetes. En descargo de los políticos vascos es preciso apuntar que estas estampitas las han colocado empresarios como el presidente de Ryanair -y algunos discípulos que le han salido- por todo el territorio español. No hace mucho, ya a punto de recibir el aeropuerto la estocada definitiva, se anunciaba que desde Vitoria iban a despegar aviones de forma regular ni más ni menos que a Nueva York. Ahora el fiasco lo ha protagonizado Helitt, que entró al negocio ya sin subvenciones, aunque sí las cobró en Badajoz, que durante unas pocas semanas tuvo enlace aéreo con Vitoria.

Hoy día, a Foronda no llegan pasajeros, y en el ámbito de las mercancías pierde terreno en favor de Zaragoza, aeropuerto por el que el Gobierno español ha apostado claramente. A apenas dos horas de coche de Vitoria, también muy bien comunicado, a medio camino del arco atlántico y del mediterráneo, y de Madrid y de Barcelona, Zaragoza amenaza el futuro de Foronda, que, a pesar de ello es rentable, pero principalmente en horario nocturno. ¿Por qué entonces la demanda del H24?

Porque al cliente hay que ofrecerle lo que pide, y si no tiene la opción de dejar sus flores, sus merluzas o sus caballos en Vitoria a las cinco de la tarde, o un sábado, o cuando le plazca o convenga, se irá a Zaragoza. El servicio a demanda que propone Aena podría cubrir necesidades puntuales, pero al fin y al cabo se trata de cubrir con 40 empleados el trabajo de 140. De hecho, ya se han perdido oportunidades de negocio desde que Foronda dejó de ser un H24, un recorte horario al que hay que añadir la posible suspensión del Punto de Inspección de Fronteras, el PIF del aeródromo alavés, sin el cual Foronda perdería la capacidad para recepcionar la mercancía que le ha llevado al top ten de los aeropuertos españoles, los productos perecederos.

Tal y como explicaron los representantes sindicales esta misma semana en el Parlamento Vasco, cabe la posibilidad de contratar un PIF externo, pero esa solución ralentizaría de forma importante la actividad en un sector en el que la agilidad es fundamental. Según el representante de USO, Luis Fuente, la decisión de Aena de recortar el horario del aeropuerto ya lo ha herido de muerte, pues su operatividad ha caído un 65% y la reducción de plantilla es superior al 85%. "Es la crónica de una muerte anunciada", lamentó. Datos sobre el particular hay muchos. La hemorragia ha provocado que la terminal pierda el 9,6% de la carga en febrero.