hay veces que el ser humano sorprende. Incluso, para bien. Alguno es capaz de dejar sin piel a un burro a base de reiterar todo tipo de golpes y agresiones mientras que otros trabajan a destajo para defender una campaña para tratar de encontrar una familia adoptiva para el pollino. Bien mirado, este hecho -el del maltrato animal-, destapado por distintas informaciones periodísticas por este diario a lo largo de las últimas semanas, podría constituir el grueso argumental de una de esas campañas de publicidad que tanto alaban la capacidad de maravillar que se le presupone a esta raza, teóricamente, inteligente. Pero es real, como la vida misma.

Tras constatar un presunto caso de maltrato animal en Labastida que, incluso, podría tener derivadas de mayor calado -como peleas clandestinas de perros-, finalmente las instituciones hicieron su trabajo. Tanto la Diputación alavesa como el Ayuntamiento de Labastida se movilizaron al compás de los titulares y de la presión ciudadana a través de distintas redes sociales y decidieron retirar la custodia de las víctimas a su presunto propietario. Y ahí es, precisamente, donde se ha disparado esa parte del ser humano que no repugna. Los mentideros virtuales se hicieron eco de los hechos y se empezó a orquestar una campaña para dotar de sosiego y dignidad a cuatro asnos, cuatro cabras y dos conejos que, visto lo visto, ya han sufrido en esta vida todo lo que les tocaba sufrir.

A poco que el internauta tenga suerte, se encontrará en Facebook, Twitter y plataformas similares una oferta que, en principio, cuesta rechazar. Con posterioridad, tras una segunda lectura, se puede cambiar de opinión por los problemas de logística inherentes a la iniciativa. El caso es que en el ciberespacio abunda la información sobre las circunstancias destapadas por DIARIO DE NOTICIAS DE ÁLAVA y también sobre quienes quieren compensar a las víctimas del maltrato reiterado que han sufrido en Labastida a manos de un conocido vecino y de una familia para la que, al parecer, sus mascotas y animales domésticos son carne de saco de boxeo. Al acceder a la pantalla del Android de turno, uno se encuentra un epígrafe sencillo y contundente. Buscando hogar desesperadamente. Procede de cuentas de asociaciones animalistas y organismos similares. Al abrir el documento, tres fotos de los pollinos revelan el objetivo de la iniciativa. "En estas bellas imágenes aparecen los cuatro pollinos. Pero -salvo que seas el mismísimo Superman- sólo verás tres, pues el cuarto sigue en la panza de su madre, no sabemos por cuánto tiempo. Hay, además, otras cuatro cabras. ¡Ah! Y dos conejos".

Una vez desvelada la campaña, sus autores indican que "nos evitaremos contarte su dramática historia (idéntica a otras mil): de dónde vienen, la filiación de su antiguo responsable, y todo eso... Pero sí te diremos adónde desean ir: a un definitivo hogar en el que saborear para los restos las mieles de la vida -apenas un repetitivo y placentero devenir cotidiano-. Algo que, por cierto, se les negó en su más elemental expresión hasta ahora".

Buena carta de presentación para los desafortunados protagonistas de esta rocambolesca historia. Pero no es todo. El alma caritativa que decida convertirse en el ángel de la guarda de estos animales deberá correr con todos los gastos de desplazamiento y puesta a punto. "Es lo que hay".

Es el truco de la zanahoria y el palo. Conscientes del palo metafórico dado a los posibles adquirientes de esta prole animal, los responsables de la iniciativa contraatacan para explicar que "por nuestra parte, podemos garantizar que son muy buena gente -no hay más que mirarles a los ojos-, con lo que adoptarlos supondría siempre una excelente elección moral. Una cuestión importante. Consultados los animales, manifiestan preferir para su residencia, por este exhaustivo orden, y si ello fuera posible, Álava, resto de Euskadi y demás comarcas europeas.

Esta campaña no ha sido el único aspecto de la movilización social surgida con este caso de maltrato animal. No en vano, el alcalde de Labastida, Ignacio Gil Orive, y el diputado general de Álava, Javier de Andrés, están recibiendo desde hace semanas cartas de vecinos de Euskadi en las que se pide que comiencen a actuar contra los citados casos. La iniciativa es de la formación política Equo Euskadi en la que los firmantes solicitan que, "en cumplimiento de sus funciones y obligaciones legalmente establecidas, haga cumplir la Ley 6/93, de 29 de octubre, de Protección de los Animales". En el texto enviado se recuerda que según afirmaciones de los vecinos del municipio de Labastida, que no se atreven a denunciar por miedo a las represalias, varios animales perros, cabras y burros están siendo maltratados a manos de una misma persona. Ésta, al parecer, responde al nombre de Leo.

Las misivas-tipo rememoran alguno de los episodios de mayor virulencia acaecidos en la zona contra mascotas y animales domésticos. Entre ellos, uno especialmente violento en el que el presunto autor de los maltratos habría cercenado la cabeza de un perro con un golpe de pala. Asimismo, la iniciativa de la formación ecologista recuerda cómo un grupo de personas de etnia gitana tiene caballos "en pésimas condiciones". Incluso se alude al descubrimiento de algún equino muerto en plena vía pública. Al respecto, el texto denuncia que "este maltrato animal se viene dando desde hace más de dos años sin que el Ayuntamiento haya hecho nada al respecto. Incluso ha salido publicado en varios medios de comunicación, por lo que es bastante improbable que su alcalde no esté al tanto de esto. Más si cabe teniendo en cuenta que el propietario de los animales descritos tiene a estos en un terreno municipal".