EL Titanic volverá a surcar los mares. La naviera taiwanesa CSC Jinling anunció ayer que ha recibido un pedido del magnate australiano Clive Palmer para construir una réplica del legendario trasatlántico. La réplica se llamará Titanic II y se espera que en 2016 pueda recorrer la ruta que no pudo completar el malogrado buque en su viaje inicial.

El magnate australiano ha creado la compañía Blue Star Line para financiar el proyecto, que la naviera taiwanesa considera un desafío "al alcance de la experiencia de la empresa", señaló Ge Biao, director de CSC Jinling, en rueda de prensa. El Titanic II tendrá nueve cubiertas y camarotes para acomodar a 900 tripulantes y 2.400 pasajeros.

El multimillonario Clive Palmer, uno de los hombres más ricos de Australia, señaló a la BBC que el nuevo buque "estará diseñado para no hundirse. Pero, por supuesto, siendo supersticiosos, nunca se sabe qué puede pasar", añadió.

El barco será lo más parecido posible al original en su diseño y detalles de lujo, pero con la tecnología más avanzada en navegación y sistemas de seguridad. Palmer confirmó la firma de un memorando de entendimiento con el astillero chino estatal CSC Jinling Shipyard que será el encargado de su construcción.

El anuncio se produce casi un año después del centenario del hundimiento del Titanic, que se conmemoró con la apertura del Titanic Belfast Experience (con una inversión de 116 millones de euros) y la realización de un travesía conmemorativa. Palmes explicó que el barco supondrá un "tributo" al espíritu de los hombres y mujeres que trabajaron en el Titanic original, que naufragó después de chocar con un iceberg el 15 de abril de 1912.

Con 840 cabinas y nueve puentes "será en todos los aspectos tan lujoso como el Titanic, pero dotado obviamente de la última tecnología y de sistemas de seguridad y navegación modernos", indicó el empresario. El nuevo buque tiene previsto zarpar de Londres a Nueva York a finales de 2016, si todo va según lo previsto, pero su promotor no ha querido desvelar la inversión que supondrá, según la cadena BBC.

El magnate de la minería de Queensland mantiene estrechas relaciones con China y ahora ha decidido ampliar sus negocios hacia el ámbito de turismo donde tiene resorts de lujo y prevé construir una flota de cruceros de máximo nivel.

de periodista a magnate Más allá de las fronteras australianas, la popularidad del excéntrico Palmer comenzó a tomar fuerza tras el anunció hecho en su día de que construiría un nuevo Titanic, pero en su país es muy conocido por haber amasado una fortuna, estimada por Forbes en 800 millones de dólares, producto de la minería. El australiano comenzó estudiando periodismo en Queensland, una carrera que abandonó para dedicarse a los negocios. En 2009, Palmer tomó el control de la alicaída empresa minera Queensland Nickel. Un año después, la producción aumentó en 30%, por lo que el excéntrico millonario decidió dar un bono navideño de 10 millones de dólares a 800 empleados. Palmer regaló 55 Mercedes B Class Hatch, 750 viajes a hoteles cinco estrellas en Fiji y 60 más a Port Douglas.

Durante las elecciones de 2012 en Queensland, Palmer lanzó uno de sus dardos más disparatados, al asegurar que Greenpeace había sido creada con dinero de la CIA, y con el principal objetivo de frenar a la industria minera australiana. Sin sustento alguno, el multimillonario tuvo que retractarse de su denuncia.

Con la idea de aumentar su popularidad, el magnate compró en 2008 el equipo australiano de fútbol Gold Coast United. El polifacético Palmer llegó en su jet privado a cerrar el negocio y, meses después, anunció que limitaría a 5.000 la entrada de hinchas al estadio para reducir costos. En 2012, la Federación Australiana de Fútbol le quitó las riendas del equipo por sus desacertadas decisiones. El magnate ha estado casado dos veces: primero con Susan Maree, durante 30 años, hasta su muerte por un cáncer, y luego con Anna, quien en 2007 también falleció por la misma enfermedad. Palmer inicia ahora un curiosa travesía hacia el Titanic II. Su demostrada visión para los negocios no hace prever un naufragio aunque, como él dice, "¡quién sabe lo que puede ocurrir!"