Periodista de las de antes, cuando la especialización era obligación, ha sido testigo privilegiado de momentos históricos durante casi tres décadas como corresponsal del Vaticano. Ha informado de cónclaves, fumatas, sínodos, el Gran Jubileo del 2000... y sabe casi todo de las luchas intestinas bajo la cúpula de San Pedro.

Es difícil saber lo que pasa en un lugar en el que usted ha dicho que hay que interpretar silencios y medias palabras. ¿En qué clave lee la dimisión de Benedicto XVI?

No hay mucho que interpretar porque fue coherente con lo que había respondido al periodista alemán Peter Seewald, que escribió con Ratzinger el libro-entrevista Luz del mundo. Allí, al preguntarle si un Papa podía renunciar, algo contemplado en el Derecho Canónico, dijo que si un Papa no se encontraba con fuerzas físicas, psíquicas o mentales, tenía el deber de renunciar. Y es lo que ha hecho. Ha dicho; soy un hombre viejo y lo que hay que hacer es un peso demasiado grande.

¿A qué se refiere?

Pues también lo ha dicho Benedicto XVI. Se refiere a que hay que hacer limpieza en la Curia, en el gobierno de la Iglesia. Y él confesó que le faltaban fuerzas físicas para ese cometido.

Su estado físico parece precario.

Yo le notaba cada día más consumido, ve muy mal, de hecho prácticamente no tiene ninguna visión en el ojo izquierdo, le cuesta andar, tiene muchos dolores en las rodillas... es indiscutible que la salud le está abandonando. Además tenía pendiente, y esto es muy importante, la Jornada Mundial de la Juventud de Brasil, un viaje que su propio médico le desaconsejaba porque sufrió muchísimo en el viaje a México. Tiene la tensión con muchos cambios bruscos, de repente está muy alta, de repente, muy baja. Y el médico le dijo que para su corazón y para su circulación era muy peligroso realizar esos viajes tan largos.

Una situación delicada para afrontar tanto seísmo y tanta sacudida en el seno de la Iglesia.

Sí claro, así que si ve que se encuentra sin fuerzas, que hay que hacer reformas y cambiar esas cosas que estaban pasando en el seno de la Iglesia, que el mismo manifestó que desfiguran el rostro de Cristo porque denunció el egoísmo, las envidias... Y luego no poder ir a Brasil donde le esperaban con tanta ilusión... Si no tiene fuerzas, lo más coherente y lo más noble es dejarlo.

¿Le han pasado factura el famoso Vatileaks y los escándalos de abusos sexuales?

Los abusos sexuales los atajó enseguida. Me acuerdo que viajó a Nueva York y visitó a las víctimas. Benedicto XVI ha sido muy duro con los que han cometido este crimen atroz, como él mismo lo denominó. Quitó obispos que estaban implicados o que estaban acusados de haber encubierto abusos. Por ejemplo, como sucedió tras el informe Murphy que reveló que la archidiócesis de Dublín había encubierto abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes desde 1975 hasta 2004. Y él lo que dictaminó fue; transparencia total y tolerancia cero. Yo creo que el mayor desgaste se lo ha producido el estado de la Curia, que necesita una reforma urgente.

Ha tenido un final de Papado muy agitado. Por ejemplo con la renuncia del cardenal O'Brien por 'conducta inapropiada'.

O'Brien presentó su dimisión al cumplir los 75 años y se la aceptó inmediatamente porque había encubierto, por lo visto, algunos casos de pederastia. Y parece que el propio O'Brien hacía 30 años que había molestado, según diferentes versiones, a algunos sacerdotes en el seminario. Pero el Papa no ha sido blando en ningún momento. Y eso, por supuesto le ha pasado factura y le ha costado, pero no es lo que le ha llevado a decir no puedo seguir, lo dejo.

¿Qué opina sobre las críticas del Vaticano de que la prensa está intentando influenciar o presionar sobre la decisión del cónclave?

Es que algún periódico romano ha escrito unas cosas verdaderamente increíbles. Que si el informe de los tres cardenales que investigaron la fuga de noticias, entre ellos el español Julián Herranz, dice esto o lo otro. Si hacen un informe bajo secreto pontificio, es decir que solo lo tiene el Papa, no lo ha leído nadie. Y sin embargo publican lo de los escándalos sexuales, orgías en un palacio... sacando una serie terrible de cosas sin ningún rigor. Por eso, el Vaticano ha denunciado que se está falseando el informe y difundiendo informaciones que no se corresponden con la realidad.

A su juicio, entonces, los informes comprometidos que teóricamente están detrás de la renuncia del Papa son falsos.

Por supuesto que sí. Yo digo que nadie, absolutamente nadie, sabe lo que han escrito los tres cardenales en ese informe. Y lo único que se sabe es lo que ha dicho el portavoz del Vaticano de que no tenía nada que ver con escándalos sexuales.

Ni lobbys gays...

Ni nada de eso, que todo era una especulación e indudablemente unas maniobras para desestabilizar la Iglesia Católica.

¿Cómo debería ser el perfil del nuevo Sumo Pontífice?

Evidentemente creo que debe ser mucho más joven. Tiene que ser un hombre de pulso y un ejemplo de humildad. Personalmente me encantaría el cardenal de Boston, que es franciscano y es un hombre de sandalias, a lo Francisco de Asís. Con el objetivo de volver a una iglesia muy austera y muy ejemplar para todos y por todos.

Usted que ha conocido cuatro papas, ¿espera sorpresas?

Un papa latinoamericano sería una auténtica sorpresa para mí, sin embargo un italiano o un norteamericano, no. Pero no tengo ni idea quién puede ser. Es dificilísimo poder decir qué resultado va a salir de este cónclave.

¿Se inclina por un perfil muy cercano y humano como el de Juan Pablo II o uno más intelectual como el de Benedicto XVI?

Yo creo que tiene que ser un Papa que tenga carisma, por supuesto, pero que sea un hombre sencillo, cercano, con una vida muy austera e imponiendo esa austeridad dentro de la Curia.

¿La decisión del conclave se hará de rogar?

Creo que será un cónclave corto, que la fumata blanca será rápida.

Usted ha vivido cuatro fumatas cargadas de anécdotas.

De cónclaves tengo pocas anécdotas porque son muy secretos pero de fumatas tengo más. Por ejemplo, en la elección de Juan Pablo I no terminaba de salir la fumata, primero era blanca, luego negra... estábamos todos sin saber si había Papa o no, y pregunté pero bueno es blanca, es negra, y alguien dijo es fumata gris...

Con Juan Pablo II parecía cantado.

Sí, en la espera de la fumata blanca que convirtió a Karol Wojtyla en Juan Pablo II especulamos con la posibilidad de que el Papa fuera polaco porque ese día se celebraba Santa Eduviges, una beata polaca. Al final así fue. Yo creo que eso fue porque en el cielo están todos muy bien educados.

El Papa, quizá, más desconocido.

Nadie le conocía y yo pensé que era un negro. Menos mal que tenía al lado un periodista polaco y como estábamos todos transmitiendo en el Brazo de Carlomagno, yo decía es negro, es negro... y él me corrigió: no, polaco, polaco.