Vitoria. Corrían los primeros días del mes de junio de 1199 cuando un gran ejército castellano remontó el valle del Zadorra para poner sitio a la villa de Vitoria, entonces llamada Nova Victoria, a la que el rey de Navarra, Sancho VI el Sabio, había dado fuero unos años antes, en 1181, sobre la aldea llamada Gasteiz. Vitoria constituía el centro de una tenencia, que eran la denominación de los gobiernos comarcales por medio de los cuales se organizaba política y administrativamente el Reino de Navarra. Era el tenente en aquellos momentos Martín Ttipia, quien organizó la defensa de la villa ante el ataque castellano. La capital gasteiztarra resistió durante nueve meses un feroz asedio, agravado por el hecho de que, por las fechas en que había comenzado, no se habían cosechado los campos y, lógicamente, los suministros eran escasos. El asedio terminó con la rendición de la localidad, a instancias del propio rey navarro, Sancho VII el Fuerte, con el fin de evitar más sufrimientos a la población. La villa era la plaza más importante de la Navarra occidental, también conocida como Navarra marítima, que en 1200 fue anexionada por Castilla, a excepción de la Sonsierra de Navarra, hoy denominada Rioja Alavesa, que permaneció dentro del Reino de Navarra hasta el año 1463.

La asociación que se presentó la pasada semana en los locales de la asociación de vecinos Urzaleak del concejo vitoriano de Aretxabaleta, Martin Ttipia Kultur Elkartea, ha tomado su nombre de aquel último tenente navarro de Vitoria. Esta nueva iniciativa, surge con la vocación de aportar al panorama cultural alavés un punto de vista que resultará nuevo y antiguo a la vez. La propuesta surge de la inquietud de un grupo de alaveses, convencidos de que la identidad de un pueblo, además de en su lengua y en su patrimonio, material o inmaterial, natural o arquitectónico, está en su memoria histórica. Martin Ttipia Kultur Elkartea quiere dedicarse al estudio y la difusión de la historia de Álava, en particular en su relación con la historia de Navarra, así como a la defensa, estudio, conocimiento, puesta en valor y transmisión del patrimonio alavés, tanto material como inmaterial.

En opinión de los promotores de la nueva asociación, "frente a la historia oficial que se nos ha presentado, plagada de unidades de destino, voluntarias entregas, pactos que no eran sino capitulaciones, conquistas disfrazadas de libres adhesiones, interesadas tergiversaciones e intencionadas falsedades, hemos querido investigar nuestra historia desde la imparcialidad y el recurso a las fuentes documentales, pero también desde la constatación de que se trata de nuestra propia historia, la historia de nuestra gente, y de que, por ello, tiene para nosotros un valor especial".

Todo ello en un contexto en el que no pueden, en sus palabras "menos que denunciar la colonización cultural a la que hemos sido sometidos, pieza clave para sustentar el resto de las facetas de la colonización".

En cuanto a la colonización cultural mencionada, durante la presentación de la asociación se citó el ejemplo de los Pirineos, que para la historiografía oficial hispana "parece que Dios los creó para que sirvieran de frontera entre Francia y España, cuando la realidad es muy distinta". Se recordó que ya Pascual Madoz, autor del monumental Diccionario Geográfico Estadístico Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar, publicado entre 1845 y 1850, afirmaba, refiriéndose a Álava, que "las tres cordilleras que a especie de grandes murallas sostienen y defienden este territorio, son parte del Pirineo". De frontera natural, pues, nada, sino eje vertebrador de Vasconia.

En cualquier caso, los miembros de Martin Ttipia Kultur Elkartea mantienen la preocupación por no perder la perspectiva de que una cosa es la investigación y el relato de la historia, desde un punto de vista aséptico, y otra la interpretación de esa historia. "Lo que no haremos nunca -manifestaron- es manipular la historia para justificar nuestros argumentos".

Se suele comentar que la historia sirve para que un pueblo no repita sus errores, pero también para justificar las decisiones de sus dirigentes. En Martin Ttipia Kultur Elkartea afirman que "por definición, la historia sirve para el estudio y la divulgación de los hechos acontecidos en el pasado, pero también constituye un elemento imprescindible para la supervivencia de un pueblo, un pueblo sin memoria histórica propia es un pueblo sin identidad, sin personalidad y fácilmente manipulable".

Conscientes de que el territorio que hoy se llama Álava ha experimentado muchos cambios a lo largo del tiempo, comprueban que siempre ha mantenido una unidad con lo que, en términos generales, suele llamarse hecho vasco, realidad que constituirá el núcleo de su trabajo, estructurado en torno a los sucesivos escenarios históricos de Vasconia, el reino de Pamplona y el Reino de Navarra, hasta llegar nuestros días.

La asociación Martin Ttipia Kultur Elkartea nace como una iniciativa cívica que persigue la recuperación de la memoria histórica de las tierras que hoy componen Álava, como parte fundamental de lo que en su día fue el Reino de Navarra. Por ello ha tomado el nombre de quien dirigiera la resistencia de Vitoria ante el asedio castellano de 1200, siendo el logotipo de la asociación el sello del rey Sancho VI el Sabio. "Queremos que los alaveses se reconozcan en la historia como navarros que fueron y, para ello, pretendemos acercar a la sociedad alavesa los datos que los arqueólogos e historiadores van sacando a la luz día a día", manifestaron los representantes de la nueva asociación en el transcurso de su presentación. Se plantean, por lo tanto, el estudio y la difusión de la historia de Álava, como parte constitutiva de Navarra, con el objetivo de que los ciudadanos y las ciudadanas dispongan de elementos para elaborar su propio criterio al respecto.

Para conseguir estos fines, la asociación Martin Ttipia Kultur Elkartea se propone desarrollar a lo largo de este año diversos actos culturales, que girarán en torno a la conmemoración del aniversario del asedio por parte de las tropas castellanas a la villa de Vitoria. Para ello han organizado un ciclo de charlas que recorrerán toda la geografía alavesa, con el fin de difundir este episodio fundamental para entender la falsa división entre vascos y navarros que, consideran, es prácticamente desconocido para gran parte de los alaveses. Éste, desde su planteamiento, sería un primer paso para que en el ámbito educativo y en la sociedad en general se conozca la historia de Navarra y su importancia fundamental para que la lengua y el pueblo vasco hayan sobrevivido hasta nuestros días.

Otro objetivo que se han marcado, es el de recuperar la figura de Martin Ttipia como personaje histórico fundamental en la historia de Vitoria, consiguiendo su reconocimiento institucional que, proponen, se materializaría en forma de placa o monumento en algún punto de la antigua Gasteiz. Además, la nueva asociación cultural considera importante para la recuperación de la memoria histórica, el estudio y puesta en valor de los castillos navarros del territorio alavés, hoy en su mayor parte en estado ruinoso, cuando no olvidados. Para informar acerca de todas estas actividades, la asociación cuenta con el blog http://martintxipiadotcom.wordpress.com.

Los promotores de Martin Ttipia Kultur Elkartea sostienen que un sentimiento de pertenencia a un todo común ha subsistido en Álava, mitigado por el paso del tiempo y así ha llegado hasta nuestros días. Citan como en 1177, los embajadores navarros ante el rey de Inglaterra Enrique II Plantagenet, durante las discusiones para alcanzar el laudo arbitral que delimitaba la frontera entre los territorios navarros y castellanos, habían presentado a favor de sus reclamaciones el argumento de que sus derechos no se sustentaban en batallas ni conquistas, sino en la "fidelidad probada de sus moradores naturales".

Por ello, allá por el año 1212, una docena de años después de la conquista y anexión castellana, cuando un grupo de guerreros de la Llanada, bajo el mando de Iohan Belez de Gebara, que acudió hasta el paraje llamado las Navas de Tolosa, en Jaén, formando parte de la coalición de reinos peninsulares cristianos que se enfrentaría a las tropas del rey musulmán Miramamolín, al llegar allí se pusieron inmediatamente a las órdenes del rey de Navarra, Sancho VII el Fuerte. Más de un siglo después, en 1367, los alaveses se reintegraron con total naturalidad en el Reino de Navarra, tras la firma del tratado de Libourne entre Carlos II de Navarra Pedro I de Castilla, permaneciendo así hasta 1371.

Por otra parte, se constata como la pérdida de ese sentimiento es paralela a la pérdida del euskara. A finales del siglo XVIII todavía eran mayoría en todo el norte de Álava los vascoparlantes monolingües. El sentimiento de pertenencia a Navarra es sustituido, tras la conquista de 1512, por el de pertenencia a una común Euskal Herria o tierra del euskara, luego, cuando se pierde la lengua, ni eso. Como anécdota, se relató en la presentación de Martin Ttipia Kultur Elkartea, que el año 1609, el obispo de Pamplona, Antonio Venegas de Figueroa, organizó un concurso de poesía religiosa con motivo de las fiestas del Corpus Christi. Las obras podían presentarse tanto en castellano como en latín o en euskara, porque, en palabras del obispo, "no es razón que la lengua matriz del Reyno quede desfavorecida". El premio en lengua vasca lo obtuvo Martín Portal, un alavés natural de la localidad de Peñacerrada. La unidad política que había quedado desbaratada, era mantenida con obstinación en el ámbito de la lengua.

Otro ejemplo de ese pertinaz aunque soterrado sentimiento de unidad de los alaveses como vasconavarros: los dominicos de la capital alavesa, en 1780, proyectaron colocar en su convento, hoy desaparecido, que estaba donde se encuentra el centro cívico Aldabe, una pintura que representara al Rey Sancho VII el Fuerte de Navarra, quien, en 1225, había cedido a los padres predicadores su casa fuerte de Vitoria para que instalasen allí su primera comunidad vitoriana. Tuvieron que desistir de ello por, en sus palabras, "no exponerse a modernas críticas".