El género de la ciencia ficción tendrá que esforzarse mucho para encontrar nuevos temas y argumentos que adelanten un futuro lejano o unos logros que parezcan fuera de nuestro alcance. Los autores de ciencia ficción lo tienen difícil porque la tecnología está haciendo realidad muchas de sus máquinas y creaciones utópicas y acorta plazos entre lo que ellos imaginan y lo que los científicos pueden conseguir. El último ejemplo es Rex, el primer hombre completamente biónico que, al parecer, tiene bastante en común con Steve Austin, el hombre artificial que protagonizó la serie de televisión de los años 70 El hombre de los seis millones de dólares.
Rex ha costado 741.000 euros y ha sido ideado, diseñado y montado por un grupo de expertos en robótica. Todos sus órganos vitales han sido construidos en un laboratorio y es considerado el hombre biónico más completo conseguido por la ciencia hasta ahora.
Este hombre biónico, que se exhibe estos días en el Museo de la Ciencia de Londres, tiene también sangre sintética y extremidades robóticas. Con un rostro que le aporta humanidad, Rex incorpora algunos de los últimos avances de tecnología protésica, así como páncreas, riñón, bazo y tráquea artificiales, y un sistema circulatorio funcional. Uno de los expertos que ha participado en su construcción, Richard Walker, señaló a la cadena BBC que el resultado del trabajo es "muy significativo", pues ha permitido saber "lo cerca que las tecnologías protésicas están de reconstruir el cuerpo humano". "Algunas partes que hemos utilizado ya las llevan algunas personas que pueden vivir gracias a ellas. Las retinas artificiales permiten a la gente ver de nuevo. Hemos combinado estos avances con lo último en robótica", agregó Walker.
Bertolt Meyer, otro de los creadores de Rex que nació sin mano derecha y lleva una prótesis biónica, dijo que "la gran promesa de la tecnología es que puede hacer desaparecer las discapacidades".
Los desarrolladores tecnológicos afirman que no toda la tecnología es útil para reemplazar partes del cuerpo. Por ejemplo, las manos biónicas no pueden moverse sin músculos humanos y señales del cerebro. El estómago es otro ejemplo, "el único estómago artificial que hemos visto es muy largo y genera electricidad, con lo cual no puedes usarlo para reemplazar un estómago humano", afirmó el investigador Richard Walker.
A pesar del debate que representa este adelanto científico, en cuanto a la cuestión ética de "crear" seres pensantes, Meyer y Walker advierten que no hay de que temer: "Es casi imposible que en lo que nos queda de vida, o incluso en la de nuestros nietos, podamos ver un hombre totalmente articulado con inteligencia artificial".