Muchos vitorianos se asomaron ayer a la ventana asaltados por las dudas tras varios días postergando la decisión hasta última hora. ¿Merecía la pena rebuscar en el armario de los disfraces, o acercarse a una tienda para hacerse con un atuendo de bucanero, de osito de peluche o de Superman? Sí, merecía, y por ello los que se sobrepusieron a la pereza y decidieron ignorar al frío se encontraron con un inmemorable ambiente en otro gélido Carnaval vitoriano, caldeado ayer por los aficionados de los equipos que resisten en la Copa del Rey, por la Semana de la Cazuelita y por un cielo que en algunos momentos de la tarde incluso llegó a ser azul.

Como siempre, el arranque al día grande de la fiesta de don Carnal se inició a las 12.30 horas con la llegada a la estación de la calle Dato de los pintores de Vitoria, que en su recorrido habitual hasta la plaza del Arca fueron saludados cual reyes magos por centenares de vitorianos armados con paraguas y todo tipo de disfraces. Ya en pleno centro, tocaba vestir al Caminante como manda la tradición y dejar pasar el día hasta las 19.00 horas, cuando arrancó desde la plaza de Bilbao el desfile de Carnaval.

Quizá en Vitoria el público no sean tan cachondo como en Cádiz ni tan atrevido como en Río de Janeiro, pero sí tiene gala ser fiel cronista de la realidad, y por ello muchas comparsas echaron mano de los periódicos para confeccionar disfraces y carroza. A este paso, de vuelta a la Edad de Piedra, Eurovegas...teiz o los Payasos Recortados aportaron un toque de cruda actualidad a un desfile en el que también se rindió tributo a Bollywood, a los faraones o incluso al aniversario de la Batalla de Vitoria, en este caso a cargo del centro cultural andaluz Séneca, que este año ha optado por el eslogan Llegamos los granaderos a echar a los forasteros. ¡Adiós Napoleón!.

Y una vez concluido el principal acto de los Carnavales en Vitoria, enfermeras, pingüinos, indios y vaqueros, fresas, payasos, superhéroes, patos, soldados decimonónicos, insectos, brujas y demás fauna se dispersaron en busca de un fin de fiesta digno de la juerga pagana por excelencia junto con el solsticio de verano. La verbena de Joselu Anaiak en la Plaza de España puso la guinda al colorido pastel, después de que la Asociación Indarra representara el espectáculo Naturaren Indarra por las calles de la ciudad.