hace algo más de un mes, en plenas fechas prenavideñas, el presidente del Banco alavés de Alimentos, Daniel Fernández, advertía en un encuentro con este periódico que la necesidad no entiende de épocas del año o de celebraciones. Siempre está ahí, y más ahora que la crisis económica golpea a la ciudadanía con una fuerza implacable. "Hay que pensar que Navidad va a ser todo el año", enfatizaba entonces Fernández. Con la dura cuesta de enero ya superada, toca volver a encontrarse con el máximo responsable del Banco para hacer balance y reforzar este mensaje. Ha sido un mes positivo, ni mejor ni peor que otros eneros, pero el volumen de alimentos recopilados ha descendido significativamente respecto a diciembre, que siempre es el mes de mayor actividad en la institución radicada en el área industrial de Ali-Gobeo.

Al margen de engordar el stock de alimentos no perecederos, que nunca está de más para amortiguar las épocas de vacas flacas, el último mes del año sirvió también para "duplicar" las entregas a las familias necesitadas. Julio y agosto sí son meses complicados para la institución, los peores del año, según reconoce Fernández. La actividad se paraliza en casi todos los sectores y, evidentemente, la recogida de alimentos se resiente.

Por suerte, en estos primeros días de 2013 la sociedad alavesa ha vuelto a estar a la altura. Instituciones, empresas y ciudadanos particulares han seguido aportando su granito de arena para que esta cadena de solidaridad no se detenga, por lo que el presidente del Banco no oculta su satisfacción. "La gente puede estar menos sensibilizada con las acciones sociales que durante la Navidad, pero ha seguido aportando como todos los años. Estamos entregando lo mismo que en los meses anteriores, sin contar diciembre", apunta Fernández.

en 'stock' Al presidente del Banco se le acumulan los papeles sobre la mesa del pequeño despacho que ocupa en el pabellón. Fernández ultima la memoria de 2012, el más frenético de la historia en la institución, durante el que han sido atendidas cerca de 20.000 familias gasteiztarras y de la zona rural. Fueron 12.000 el año anterior, lo que da buena fe de la gravísima situación que atraviesan muchas personas. Con los datos ya cerrados, se repartieron durante el año que acaba de concluir 820 toneladas de alimentos, por las 750 de 2011. En total se recibieron 847, por lo que el Banco ha reservado un stock de 27 "pensando en épocas de mayor necesidad, sobre todo el verano". Isidro Bada, tesorero de la organización, corrobora las palabras del presiente. "¿Que cómo van las cosas? Para nosotros bien, o sea que mal. No falta ni el trabajo ni tampoco las subvenciones", advierte Bada.

Al margen de las donaciones de alimentos, que fundamentalmente llegan al Banco desde los supermercados, las aportaciones monetarias y de servicios son fundamentales para continuar con su actividad. Ayuntamientos como los de Dulantzi, Legutiano o Arrazua-Ubarrundia o algunas empresas privadas, algunas de ellas pymes, se han volcado con sus donaciones económicas, hasta el punto de que han superado con creces la subvención que el Banco recibió en 2012, por ejemplo, desde el Ayuntamiento de Vitoria. La ayuda de la Diputación alavesa, bastante más generosa -más de 12.000 euros-, no ha llegado a las arcas de la institución hasta los últimos días del año. En total, el Banco ha logrado 78.000 euros en donaciones. "Este 2012 ha habido una sensibilización en el pueblo muchísimo mayor que en años anteriores, en gran medida por la colaboración de los medios de comunicación", asegura. ¿Pero qué sucedería si la recogida de alimentos se ralentizase en algún momento? "Deberíamos limitar la entrega, que sería la situación más indeseable", advierte Fernández.

Nuevo pabellón De las instituciones dependerá también que los trámites para poner en marcha el pabellón al que el Banco se mudará próximamente se aceleren. Las previsiones de Fernández para el traslado apuntaban antes de Navidad a marzo, aunque el presidente ya reconoce que no llegarán a tiempo. "El proyecto está hecho, pero siempre que se revisa se ven cosas nuevas y hay que retocarlo. Después tendrá que pasar por el Ayuntamiento para que dé el visado, así que esperemos que todo vaya lo más rápido posible", remarca.

La mudanza a esta nueva ubicación, un pabellón de 700 metros cuadrados en el parque empresarial de Jundiz, le abre al Banco un futuro esperanzador, porque se trata de una cesión gratuita de la Diputación alavesa, el Gobierno Vasco y el grupo SPRI. Cuando se acometa el traslado, la institución ya no deberá afrontar el pago de alquileres, como hace ahora, en los que vuela la mitad de su presupuesto. Al margen del pabellón principal, una segunda nave sirve para recibir las donaciones que llegan a través de la Unión Europea, una ingente cantidad de alimentos -dos entregas al año de 125 toneladas cada una- que exige disponer de un recinto específico para el almacenaje. Un estudio de arquitectura se ha prestado a realizar gratuitamente todo el proyecto del nuevo pabellón y ha contactado con distintas empresas constructoras para dotar al pabellón de materiales. "Ahora que queremos habilitarlo, hacemos un llamamiento a aquellos proveedores de material de construcción para ver qué nos pueden aportar", anima Fernández, que se atreve a establecer un nuevo plazo para el traslado. "Si podemos estar allí para el verano, sería muy interesante. Para estar contentos, de verdad", asegura.

El pequeño descenso de actividad de estos días ha permitido al Banco sacar adelante su trabajo con algún voluntario menos que los que necesitaba en Navidad, cerca de los 30. Ahora cuentan con 22, algunos de los cuales estuvieron en diciembre en principio por unos días pero finalmente colaborarán a tiempo completo. Lo que sí se ha incrementado, y esto también constituye una buena noticia, es el número de asociaciones que colaboran con el Banco en la entrega de alimentos. Durante el año pasado, esos intermediarios entre la institución y las familias fueron 132 colectivos legalmente reconocidos, con sus estatutos, y que tienen como fin exclusivo la atención a los más necesitados. A partir de ahora se sumarán tres más, mientras que otros cinco se encuentran "en trámites", a la espera de lograr el beneplácito de la Junta directiva del Banco.

Aparte de estos colectivos, las parroquias y diferentes ayuntamientos de la provincia, a través de los trabajadores sociales, también colaboran en la recogida y la entrega. Actualmente, la parroquia del barrio gasteiztarra de Coronación es la entidad que atiende a más personas en situación de extrema necesidad. Cada vez más gente autóctona, nacida y vivida en Vitoria, lo que ha roto la tónica tradicional de un Banco históricamente volcado en la población inmigrante. Toca, en definitiva, seguir trabajando por un colectivo de personas necesitadas que sigue ensanchándose al calor de una coyuntura económica desoladora. "Esa cuesta de enero no se ha reflejado tanto en este colectivo como pueda suceder en el comercio, o en una familia convencional. No existe ninguna cuesta, sino que ésta es de enero a diciembre", insiste Fernández.