Bilbao
HACe dos años prácticamente todos los medios de comunicación se hacían eco de la multa impuesta a un transportista alavés por poner la fecha del tacógrafo en euskera, resucitando aquellos lejanos tiempos (1938) en los que se castigaba a Guillermo Garmendia con una multa de cien pesetas por hablar el vasco en un tranvía, ocasionando una alteración del orden público. O las 500 pesetas de sanción por leer jaculatorias en vascuence (1937). "Habiéndome enterado de que en la función celebrada en la basílica de Loyola leyó en público las preces o jaculatorias en vascuence, y teniendo dispuesto por esta comandancia que todos los rezos y oraciones y sermones sean en castellano; he tenido por conveniente imponerle una multa de 500 pesetas". Firmado: Comandancia Militar de Azpeitia. Azcoita.
Una lengua silenciada a golpe de prohibición y acorralada por normas y leyes que restringieron su uso como se recoge en la publicación que este verano verá la luz. Historia legal de la lengua vasca, que será publicada por la UPV/EHU en coedición con la Universidad de Nevada en Reno, analiza las agresiones de índole jurídico y legal que han incidido históricamente sobre la situación del euskera. Un análisis que evidencia la estrecha relación entre la lengua y el poder. El libro refleja una larga sucesión de prohibiciones que han recaído sobre la lengua vasca en los últimos 220 años y constituye la historia de la represión política contra uno de los elementos característicos del pueblo vasco, su lengua.
El volumen subraya el decaimiento del euskera debido a una presión centralista en todos los frentes. Denuncias que también son patentes en dos clásicos, el Libro Blanco del Euskera de Euskaltzaindia, o en el Libro Negro del Euskera, donde Juan Mari Torrealdai también realizó un exhaustivo repaso por muchas de las prohibiciones que afectaron a este idioma, recogiendo leyes, costumbres y textos que han supuesto un ataque directo al euskera. "Hay textos que descalifican el euskera como lengua, como vehículo de cultura, hay textos de mofa, de befa, de desprecio, de odio", relató el propio Torrealdai.
El autor halla en diversas fuentes, por ejemplo, la referencia de que en 1766 el conde de Aranda promulga una orden "prohibiendo toda impresión en lengua bascongada por no convenir hacer impresiones en otra lengua que la castellana, ininteligible a toda la Nación".
Las medidas coercitivas contra los hablantes de las lenguas regionales fueron múltiples y diversas, pero compartían un único cometido, el olvido. Se las intentó reducir a mero folklore. Por eso, durante años, fueron restringidas todas las manifestaciones escritas y oralmente públicas, como da fe la real orden de Isabel II que prohibía en 1867 el teatro en "cualquiera de los dialectos de las Provincias de España". En 1902, un decreto de Alfonso XIII obligaba a los profesores a impartir clases en castellano. "Quien lo haga en otra lengua será amonestado. Si reincide, apartado del Magisterio y perdidos los derechos adquiridos".
Y así un suma y sigue de persecuciones. El 13 de septiembre de 1923, Primo de Rivera dictaba medidas y sanciones contra el separatismo y prohibía hacer uso oficial de cualquier lengua que no fuera el castellano. Un año después, recordaba que la enseñanza universitaria debía impartirse en esa lengua. El 13 de octubre de 1925 era más expeditivo y prohibía los libros que no estuviesen escritos en otro idioma que no fuera el castellano. Si algún profesor quebranta esta orden, será expedientado y suspendido de empleo y medio sueldo.
La antología del disparate deja claro que la represión antieuskérica ha existido secularmente. En 1926, otro real decreto sancionaba a quienes se negasen a usar el castellano con penas de arresto mayor en su grado máximo, prisión correccional en grado medio y multa de 500 a 5.000 pesetas. Y en junio de ese mismo año se ordenaba que aquellos profesores que empleen un idioma diferente del castellano fueran trasladados forzosamente a provincias castellanoparlantes.
el `lingüicidio' del franquismo
"Habla la lengua del imperio"
Evidentemente, el gran mazazo al euskera vino del franquismo, que no se conformó con prohibir su enseñanza, sino que incluso prohibió hablarlo intentando completar el lingüicidio, acuñando frases como: "Español, habla la lengua del Imperio". Las agresiones durante la Guerra Civil se extendieron como un reguero de pólvora. Así en 1937, una circular del General Primer Jefe de San Sebastián, sentenciaba denunciar a todo aquel que infringiese lo dispuesto sobre la prohibición de hablar idiomas y dialectos diferentes al castellano, procediendo a sancionar a sus infractores.
Es una época oscura. Con los institutos de cultura cerrados, la enseñanza del idioma proscrita, los rótulos comerciales traducidos y las ciudades y los pueblos llenos de recomendaciones: Hablad en español.
De hecho, La Guerra Civil y el franquismo no acaban con la Academia, de la Lengua vasca pero sí la dejan malherida. Se prohíbe la Sociedad de Estudios Vascos y buena parte de los intelectuales vascos mueren en el conflicto o se exilian. Una de las figuras más importantes de la literatura vasca de la posguerra será Nicolás Ormaetxea, Orixe. Surgirán otras, como Andima Ibiñagabeitia o Jokin Zaitegi, pero la literatura en euskera se publicará sobre todo en el exterior.
En 1938, ni quiera servían las iglesias como reducto. Sírvase tener en cuenta que en las iglesias no debe permitirse la predicación en vascuence y solamente si el Comandante Militar considera que la mayoría de los feligreses y asistentes a aquellas desconocen el idioma español, pueden autorizar diez minutos de plática en vascuence, en que se resuma lo anteriormente expuesto y predicado en nuestro idioma. Orden del Comandante A. G., 30 de mayo de 1938.
Con esta historia de persecución y acoso, la Fundación Azkue muestra a miles de personas cada año, a través de un recorrido virtual en la casa del euskera, cómo este idioma ha sufrido un retroceso geográfico muy importante en, al menos, los últimos quinientos años. Refleja cómo en el siglo I el territorio del euskera era muy extenso y de aquella época son las primeras palabras aparecidas en estelas funerarias de Aquitania. Luego, a través de los siglos, se llevó a cabo una aniquilación más o menos programada del vascuence hasta llegar a la industrialización del siglo XX, auténtico golpe de gracia que lo convirtió en una lengua minoritaria ya que abundante mano de obra castellanoparlante recaló en Euskadi y se impuso una política lingüística que marginaba completamente el euskera.