Vitoria. Los habitantes de Trebiño están cansados de palabras y discursos gratuitos en los que no se aclara su situación. Es cierto que sus vínculos con Álava cada vez son más intensos. Sin embargo, y pese a los deseos, la política aún no ha sabido o no ha querido llegar a soluciones concretas que faciliten la vida a los pueblos que conforman esta región, que aspira a convertirse en la octava cuadrilla del territorio histórico. Sin embargo, por ahora los deseos son sólo eso. Y eso deja huella. La peculiar situación que padecen los habitantes de Trebiño también se pone de manifiesto cada vez que llegan las elecciones generales. Para estos ciudadanos vinculados administrativamente a Burgos y, por ende, a Castilla y León, pero inmersos geográficamente y en su día a día en el territorio alavés, las opciones que tienen a su disposición en los colegios electorales se alejan, nunca mejor dicho, de los dirigentes más cercanos, cuyas imágenes acostumbran a colmar las fachadas publicitarias de los aledaños trebiñeses cuando llega el periodo de elecciones.

La respuesta del enclave acostumbra a ser determinante: en los últimos comicios estatales, frente al 28% de abstención que se alcanzó de media en España, los votantes de La Puebla de Arganzón arrojaron una tasa del 34%, mientras que sus vecinos del Condado de Trebiño subieron el listón de faltas de asistencia a los colegios electorales hasta un elocuente 43%.

En lo que se refiere a los votos nulos la cosa tampoco fue muy diferente en las urnas trebiñesas. Sólo uno de cada cien votos emitidos en España tienen esta consideración, pero en el caso de Trebiño, la media entre los dos municipios que lo componen ronda el 8% del total.