fin de año superlativo. Sea cual sea la circunstancia particular de cada cual, despedir lo vivido y dar la bienvenida a lo que queda por vivir se ha convertido en una tradición insoslayable. Da igual a qué Dios se rece, el color de la piel o el volumen de la billetera. El caso es que los últimos segundos de este 2012 serán los más intensos de todo un año que, por desgracia, ya ha pasado a la historia por sus dramáticas consecuencias. Pese a que dicen que lo pasado sólo es un amago de lo que queda por llegar, las promesas de un año nuevo encienden las perspectivas de una buena parte del orbe. Aquí, tales circunstancias llegarán de la mano de las costumbres más arraigadas, que poco o nada tienen que ver con la tradición católica. Cenas copiosas, cavas y vinos, fiesta, desenfreno y buenos deseos impulsarán a buena parte de la sociedad a celebrar sin acordarse de la existencia de un mañana. Así será en los pueblos y ciudades de esta provincia, que se desperezará el primero de enero con sabor a resaca. Propios y extraños se despertarán de una guisa particular, casi ilógica. Pero, además de esta manera de despedir el año, que tanto predicamento logra, hay otras, tantas como países, naciones y costumbres. Precisamente, para conocer esas tradiciones ajenas a la cultura patria, este diario ha solicitado la ayuda de alguno de aquellos que convive entre los alaveses defendiendo un DNI de tierras muy lejanas. Son Sami, de Finlandia; Grell, de Colombia; Patricia, de Perú; Bárbara, de Italia; Gastón Horacio, de Argentina; y Mayte.
Mañana se despide 2012 entre uvas y al ritmo de las doce campanadas. Mayores y niños en torno a la cena de San Silvestre se preparan para afrontar el ritual de despedida con la docena de bayas de la suerte, una por cada mes, al compás de cada campanada. Unos lo harán pendientes del televisor y otros en la calle, como los miles de personas que abarrotan cada año la madrileña Puerta del Sol, desde donde Televisión Española comenzó a emitir este evento -la retransmisión de las campanadas de fin de año- allá por 1962. No obstante, la creencia popular sitúa el origen de esta tradición -la de las uvas- en 1909, cuando la extraordinaria cosecha de esta fruta llevó a los viticultores españoles a repartir el excedente y alentar el consumo para atraer la buena suerte.
Sea como fuere, el protagonismo de las uvas en Nochevieja es indiscutible. Se calcula que esa noche se consumen en el conjunto del Estado en torno a dos millones de kilos, aunque no es el único ritual. De hecho, en Euskadi es costumbre ascender a cumbres míticas como el Tologorri y el Gorbea en Álava y Bizkaia, o el Adarra en Gipuzkoa.
Desde el frío norte
La casa de Papá Noel
A ello se le suman otro sinfín de ritos como el de poner billetes debajo del plato de la cena o introducir joyas de oro en las copas para atraer a Don Dinero, usar lencería de color rojo, pasear con maletas para viajar en el próximo año o lanzar cohetes. Sin embargo, hay otras muchas maneras de recibir al año nuevo. Sami, de Finlandia, se recrea sólo con rememorar la tradición de su país. "Comemos salchichas Frankfurt con patatas y, después de la medianoche, cada uno coge una herradura de estaño, la funde al fuego y la lanza a un cubo de agua fría, esperamos un minuto y recogemos el resultado. Delante de un foco de luz proyectamos la sombra de nuestra herradura fundida en la pared y entre todos hay que buscar a qué se parece, en el momento en que todos coincidamos... ¡Eso es lo que nos depara el año nuevo! Es bastante divertido y te puedes reír mucho con las interpretaciones", asegura. Al tiempo, explica que en este país nórdico -en el que se encuentra Rovaniemi, el pueblo de Papá Noel, en el círculo polar ártico- también "tiramos cohetes y petardos. De hecho, es el único momento del año en que está permitida su venta y utilización, salvo en el centro de Helsinki". No en vano, tienen una regulación muy estricta debido a los numerosos accidentes que han ocurrido en años pasados.
Colombia y Perú
Fuego y lencería amarilla
Donde no parecen tener ningún miedo a la pirotecnia es en Colombia, tal y como relata Grell. Esta joven, oriunda de Cali, asegura que "cada calle realiza un muñeco del tamaño de una persona, con ropa vieja y relleno de material inflamable y de pólvora de toda clase, al que a las doce de la noche -mientras las familias y los amigos se confunden en abrazos, besos y buenos deseos para el nuevo año- se enciende para que se queme el año viejo y se le de la bienvenida al nuevo". Esta joven también recuerda con nostalgia que la Navidad en su tierra comienza el 7 de diciembre con la noche de las velitas. "Todas las familias hacen faroles y se encienden en la noche. Queda muy bonito, eso sí, todo acompañado del aguardiente, el ron, la salsa, el merengue, la cumbia y, en fin, mucha música que se escucha por todas partes, porque no estamos en la casa sino en la calle", subraya.
La tradición de fin de año de elaborar muñecos condenados a la hoguera -por aquello de deshacerse del recuerdo de personas ingratas o que nos causaron pena, o de situaciones malas que nos pasaron en el año que termina- debe estar bastante extendida en la América hispana. De hecho, Patricia explica que en "mi Perú suelen hacer un muñeco más o menos grande de trapos o cosas que no se usen. Lo ponen en la calle y lo queman a las doce en punto de la noche del 31 de diciembre. Dicen para que se vaya el año viejo; aunque algunos barrios ya lo están prohibiendo por la peste que deja". Lo que no falta es la ropa interior de color amarillo. "Allá los denominamos calzones y todos los comercios a tope con las bragas y calzoncillos pero de color amarillo, no rojo como acá. Dicen que para comenzar bien el año hay que ponerse la prenda íntima amarillo", subraya esta joven.
Italia
Tener 'culo' o suerte
De vuelta en Europa y, más concretamente en Italia, están las lenticche con cotechino (lentejas con salchichón). Se comen después de la ya de por sí larga y opípara cenone di San Silvestro. Y es que, según destaca la joven romana Bárbara Trabalzini, "justo después de las felicitaciones y de beber vino spumante hay que comer lentejas, cuantas más ingieras más dinero vas a tener en el ano nuevo". Después llegan los juegos de cartas tales como banco, sette e mezzo, o bestia, aunque lo más típico es jugar a la tómbola o bingo, en los que cada número suele tener un significado, según la tradición napolitana. Así, "el 48 es muerto que habla, 77 las piernas de las mujeres, 90 es el miedo, o 23 es el culo, en el doble sentido italiano de tener suerte", matiza. También puntualiza que "de todas formas, Italia como España, tiene un montón de costumbres diferentes que varían por regiones y ciudades, como es el caso de algunos pueblos rurales que tiran por la ventana cosas viejas". Y es que limpiar la casa y que esté ordenada y brillante es una manera de prepararse para recibir el año, y deshacerse de objetos sin uso, vaciar cajones y tirar cosas inservibles da lugar para nuevos proyectos y oportunidades.
Argentina
Pasado italiano y asado
El argentino Gastón Horacio Reto asegura que las tradiciones de Nochevieja son muy parecidas a las italianas. "Con respecto a la cena familiar y los juegos de mesa, tenemos los mismos significados para los números que en Italia y tener culo significa lo mismo: suerte. La comida suele ser o cordero o lechón a la parrilla, seguido de nueces, turrones y el pan dulce o panettone". Lo que ya no tiene tanta similitud es que "a eso de las dos de la madrugada llegan los amigos o nos juntamos en la casa de alguno, y farra hasta las 5 y media o así. Luego, todos borrachos, nos vamos a ver el amanecer sobre el mar para dar la bienvenida al primer sol y día del año. Hay que tener en cuenta que en Argentina es verano, así que las playas suelen estar muy concurridas a esas horas para ver ese primer sol, con la botellita de sidra en la mano y una alegría que no veas. Después vamos a desayunar y, a eso de las nueve, a dormir; aunque siempre hay algún valiente que se queda y sigue la fiesta", relata.
Estados Unidos
Televisión y mesura
Pero no todas las costumbres son relatadas por quienes visitan estos lares desde muy lejos. También las hay que dejan el calor del hogar para conocer otras culturas. Así, un tanto más al norte de Argentina, en plena ciudad de San Francisco, se encuentra Mayte Fernández. Una joven que se ha recorrido buena parte del planeta a cuenta de su trabajo y que relata la Nochevieja de Estados Unidos. "Aquí no hay nada de uvas y demás. Cenan con familia y amigos y la tradición es ver en la televisión la cuenta atrás del último minuto del año que retransmiten desde Times Square en Nueva York. Se cuenta de sesenta a uno y al comenzar el nuevo año besas a tu chico y a la gente cercana, y ya está. Vamos, mucho mas divertido nuestro fin de año en España, ¡donde va a parar! Os puedo decir que me pienso comprar mis doce uvas y hacer las dos cosas, cuenta atrás y comer las uvas a la vez", se ríe.
Lo cierto es que la histórica fiesta neoyorkina para recibir el año se lleva realizando desde 1904 y a ella acuden in situ un millón de personas, mientras que un millón más en Estados Unidos -como Mayte- y cientos de millones en todo el mundo mirarán por televisión como se celebra. Se trata de una ceremonia que da inicio en torno a las seis de la tarde con la alzada de la bola de año nuevo a lo más alto de un poste ubicado en Broadway y la calle 42, por lo que la larga espera se ameniza con conciertos. Cuando falta exactamente un minuto para el final del año, la gran bola comienza su descenso de 23 metros hasta la altura de la calle. Todos los presentes acompañan este descenso con una cuenta regresiva al unísono, que también puede verse en las enormes pantallas digitales que adornan los edificios de la zona. Cuando la bola llega al final del poste, justo a las 00.00 del año nuevo... Pues eso, urte berri on!
Nocheviejas