no corren buenos tiempos y eso, evidentemente, tiene su reflejo en la calle. El año 2012 encara ya su recta final y el optimismo brilla por su ausencia entre la mayoría de los gasteiztarras, conscientes de que la situación económica no remonta y de que en cualquier momento pueden ser víctimas de alguno de los males asociados a ella, ya sea directa o indirectamente, si no lo han sido ya: paro, hambre, desahucios... Apenas hay días en los que las noticias dejen motivos para la esperanza. Y aunque el Gobierno central haya anunciado hace apenas una semana que 2013 será el año de la definitiva estabilización, pocos se atreven a creer ya en las palabras de Mariano Rajoy. Ha habido demasiadas decepciones anteriormente, brotes verdes imaginarios y anuncios de que más a peor no se podía ir, pero lamentablemente el pozo todavía parece no tener fondo.

La Navidad es tiempo de deseos y buenos propósitos, así que este periódico ha decidido pulsar la opinión de algunos vitorianos de cara al futuro más cercano a pie de calle, en un escenario emblemático por estas fechas como el Belén de la Florida. Muchos han vivido ya en sus propias carnes el drama del desempleo, otros en la piel de sus familiares y amigos, así que la ilusión de que pronto pueda haber un trabajo para todos es a día de hoy la petición más recurrente. También, por supuesto, que no falte la salud.

Isabel Lagar es una de esas vitorianas a las que el optimismo ha abandonado desde hace tiempo. Se resiste a perder la sonrisa, pero no oculta su decepción por la responsabilidad que tienen los poderes públicos en el rumbo que ha tomado la crisis. ¿Qué le pides al nuevo año? "Me imagino que lo que todo el mundo: trabajo para todos, salud y que los de siempre no se lo lleven todo. Espero que haya más justicia", anhela Isabel, mientras pasea por La Florida.

Su situación no es preocupante, aunque reconoce que cada vez conoce a "más gente" con problemas importantes en el entorno cercano. "Antes lo veías todo de lejos, pero ahora no. Le toca al vecino de al lado y al amigo de al lado", describe. "La crisis se ve ya a todos los niveles. La gente no puede afrontar sus créditos y si buscas un trabajo eso es la jungla", añade Isabel, que al mismo tiempo se muestra muy escéptica con los últimos buenos augurios expresados por el Ejecutivo de Madrid. "No me creo que vayamos a salir de ésta el año que viene, porque no hay empleo y las ayudas se están acabando", zanja.

realidades distintas El drama del paro sí que le ha tocado de cerca a Carmen, jubilada, cuyas dos hijas han engrosado las listas del INEM durante un tiempo, aunque ahora por suerte sí que están empleadas. Camina apresurada camino del gimnasio y opta por ver el vaso medio lleno. "Más vale esperar que desesperar, no voy a conseguir nada con ponerme negativa. Tengo esperanza y habrá que dar un poco más de tiempo, porque esto viene de muy atrás", argumenta. Sus deseos, los de casi todos: "Salud y trabajo".

Pili y Tomás atraviesan uno de los puentes de La Florida de paseo, de camino a las instalaciones deportivas de Mendizorroza. Están de vacaciones, lo cual supone una gran noticia porque eso quiere decir que tienen trabajo. No obstante, los recortes salariales -en el caso de Pili- ya les han tocado de cerca y también saben que el desempleo puede llamar a la puerta en el momento menos esperado. "Espero que la situación no vaya a peor y que mientras tengamos salud, que es lo primero", anhela Tomás. "A ver si alguien es capaz de arreglar esto, porque los políticos no dan ejemplo y sólo piensan en su sillón", agrega su pareja.

A juicio de Pili y Tomás, los esfuerzos que han realizado los ciudadanos a golpe de recortes desde que comenzó esta crisis superan con creces los ajustes a los que se ha sometido la clase política. "Deberían estar más a pie de calle y comprobar cómo está la situación. Los demás ya hemos hecho mucho", recuerda Pili. Aunque no suele ser lo más habitual, esta pareja todavía no ha tenido que lidiar de cerca con una situación de necesidad, ya sea de familiares, amigos o allegados. "Afortunadamente no. Pero con la que está cayendo y se oye... Hoy puedes estar trabajando y mañana quién sabe", lamenta Tomás.

Hugo Arkaute, otro gasteiztarra que pasea por el céntrico parque aupando a hombros a su pequeña hija Ilmarë, sí sabe de sobra lo que supone pasarlo mal debido a la situación económica. Actualmente se encuentra de baja debido a los problemas con los que se ha encontrado en su trabajo, donde no han faltado los impagos de nóminas. "Lo he pasado mal, al igual que muchos de mis compañeros. Hubo una temporada en la que mis padres tuvieron que ayudarme, porque si no no podía llevar ni un duro a casa. Sientes impotencia", advierte.

cambio global La mayoría ve los problemas en casa, problemas que a Hugo le han tocado de muy cerca, pero este joven anhela un cambio global, que traspase estas fronteras. "El tema está jodido y me gustaría que cambiase el mundo en general, que los gobiernos se den cuenta de todo lo que está pasando y quieran hacer algo por arreglarlo. Si el primer mundo compartiera podría acabarse con el hambre y habría otro clima de paz", remarca Hugo, quien mira con preocupación el futuro que les espera a los adultos del futuro, como su hija. "La gente común podemos hacer cositas, pero tienen que haber un cambio de mentalidad en esa gente. Espero que las cosas mejoren para los que ahora son pequeños", advierte.

La situación tampoco es buena para Nicolas, natural de la localidad rumana de Timisoara y que reside en Vitoria desde hace ya siete años. Desde hace tres no encuentra trabajo, lo que le ha colocado en una situación muy complicada. "No hay oportunidades y así es muy difícil comer y pagar el alquiler", insiste. De cara al año próximo, cómo no, Nicolas anhela esos deseos recurrentes: "Mucho trabajo y salud buena para todos". Que así sea.