PARA la mayoría de los mortales las celebraciones navideñas se reducen a las cenas, comidas y fiestas de Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes. Un total de cinco días de reencuentros de familia y amigos en los que la tradición dicta que hay que transmitir felicidad, ilusión y alegría, ayudados por las luces multicolores que decoran las calles. Pero quienes realmente viven con magia estos días son los miles de escolares de la provincia que, no sólo ya disfrutan de unas largas vacaciones, sino que llevan casi un mes de preparativos navideños en los que han involucrado a todos los adultos que les rodean.
"Ha habido que estudiar mucho porque había que aprobar los exámenes y cumplir con el calendario escolar como en cualquier otra época del curso, pero sí es cierto que todas las asignaturas han tomado estas últimas semanas un enfoque navideño", explica a DNA uno de los profesores del colegio Lamuza de Llodio, que acompañó a decenas de alumnos de entre 2 y 12 años del centro a inundar de villancicos la Herriko Plaza.
Y es que el concierto interescolar navideño, organizado por la asociación Basalarrina, es ya una cita anual ineludible para los colegios laudioarras. "Hace unos años iban todos al polideportivo y se grababa un DVD con las canciones navideñas que interpretaban los peques, pero con la crisis, ya se sabe", recordaba una de las muchas amatxus que se acercó a disfrutar de la actuación.
Aulas decoradas Junto a los escolares de Lamuza -que también han pasado estas últimas semanas "redactando la carta de Olentzero, haciendo muñecos de nieve y bolas para decorar las clases, y yendo al PIN de Bilbao a pasar el día", según enumeran Lorena y Sandra, de 8 años- se encontraban también los de La Milagrosa, visiblemente nerviosos por los últimos ensayos de la función de Navidad. "Ahora que ya nos han dado las notas estamos más tranquilos, porque menudo follón entre estudiar para los exámenes, ensayar los villancicos y decorar la clase", aseguran de manera atropellada Mario, Jon, Ane, Alejandra, Saioa, Unai y Carlos, de 11 años, que como premio también serán agasajados por sus profesores con una visita al Parque Infantil de Navidad de la capital vizcaína. "Aunque en octubre estuvimos de campamento en Zuaza", recuerdan.
Al encuentro tampoco faltaron los escolares de Laudio Ikastola, ataviados con trajes tradicionales vascos. Dos de sus alumnas de 11 años, Jugatx e Irati, informaron de la vertiente didáctica que ha dado el centro a todos los preparativos relacionados con la Navidad. Y es que "hemos construido entre todos un árbol gigantesco, a base de botellas de plástico, y hemos llenado la ikastola de cadenetas y olentzeros con regalos, pero todo hecho con material reciclado para ser respetuosos con el medio ambiente", apuntan. Por lo que respecta a los exámenes, "muy bien", aseguran con una sonrisa un tanto picarona, "ahora ya con ganas de disfrutar las vacaciones".
A los que se les echó en falta en esta actuación entre colegios fue a los escolares del Fabián Legorburu de Areta, un centro alejado del centro urbano. No obstante, entre sus muros hemos encontrado uno de los actos prenavideños más curiosos: un mercado de Santo Tomás txiki, en el que padres, madres, vecinos y profesores arriman el hombro para enseñar a los más pequeños a hacer una compra, pagar y comprobar el cambio. "El último día de clase, antes de las vacaciones de Navidad, todos los alumnos suben al frontón para que cada clase -una por curso, ya que el centro es pequeño- ofrezca en el escenario una actuación. Generalmente son canciones en play-back, en el caso de los más pequeños, y coreografías más preparadas el resto, que llevan un par de semanas ensayando. Luego tiene lugar el mercado", relata Susana, madre de Samina. Una alumna de cinco años que, como el resto de sus compañeros, recibió el viernes en clase un sobre con dinero de mentira, que luego pudo utilizar en adquirir un txoripan o un trozo de tortilla. "Hay artesanos, música ambiente de trikitisas y hasta una rifa, pero los padres llevamos dulces, tortillas o similar preparados, para jugar a las compras con los txikis", subrayan quienes ahora están a jornada completa al cuidado de sus hijos. "Para ellos son vacaciones, pero para nosotros... En fin, también tienen derecho a descansar", asiente resignada madre.
solidaridad infantil Los colegios no son los únicos que realizan actividades especiales cuando llega la Navidad. De hecho, la escuela Mugendo de Amurrio, junto a otros clubes de artes marciales, llevan a cabo su clásica exhibición benéfica, puesto que la recaudación de entradas va íntegra a la protectora de animales Felinos Bilbao, que tiene más de 300 gatos recogidos de la calle. Se trata de la campaña solidaria Por la felicidad de los animales y la sonrisa de un niño, que las escuelas Mugendo de Euskadi llevan realizando desde hace años, en el marco del programa Olentzero de Exhibiciones Infantiles de Mugendo, que este año ha cumplido su XXII edición, con un considerable éxito de público.
Según explica Jesús María Platón, presidente de Mugendo Euskadi, "detrás de estas escuelas con cientos de niños entrenando en ellas y un equipo deportivo en lo más alto del panorama mundial, también existe la cara humanitaria, humilde y social de este grupo de artistas marciales que trabajan en el día a día para el desarrollo de valores educativos infantiles".
Y es que la filosofía del Mugendo no sólo se basa en aprender a dar patadas sino en inculcar a los menores valores humanitarios como la solidaridad para con cualquier ser vivo desfavorecido. Por ello, con iniciativas como ésta "saben que hay otro mundo totalmente distinto de niños y animales desfavorecidos que no tienen absolutamente nada y que en estas fiestas tan señaladas es bonito ayudarles y hacer que todos tengan una sonrisa", subraya Platón.
Aparte de esta campaña humanitaria, Mugendo sostiene desde hace 14 años en Argentina un orfanato con más de 20 chicos recogidos de las calles, en el cual se les intenta labrar un futuro con éxito. Quienes también están intentando mejorar, por plazo de un mes, las condiciones de vida de niños y niñas procedentes de Rusia y Bielorrusia, son las 44 familias de Euskadi que han aceptado la invitación de la asociación Bikarte para abrir sus casas.
Y es que, aunque la campaña estival es la más conocida, este grupo también fomenta acogidas en invierno, porque trabajan con menores que proceden de lugares donde es muy difícil vivir en esta época del año. Los chicos, por ejemplo, de Siberia, padecen temperaturas de 40 grados bajo cero. Su visita a Euskadi les ayuda para pasar revisiones médicas, mejorar su alimentación y cuidar su salud para volver con las pilas cargadas. En Llodio son cuatro los niños acogidos y seis en Amurrio. Van a tener actividades conjuntas, pero el resto de los días pasarán las navidades con sus familias de acogida. Una buena oportunidad para compartir tradiciones y culturas diferentes, que se repite en todos los rincones de Álava. Así que, ¡Niños, cerrad los libros, que es Navidad!