"El accidente de Fukushima fue una voz de alarma", argumenta Rafael Martínez, alcalde del Valle de Tobalina, consciente del debate que suscita la energía nuclear, un asunto menor en la comarca, más preocupada por los puestos de trabajo que se perderán que por la peligrosidad que supone lo nuclear. En el Ayuntamiento, entre revistas y folletos varios se exponen la 'Guía de seguridad y control de la exposición a fuentes naturales de radiación', editada por el CSN, así como otro par de publicaciones. Alfa imprime la 'Revista de seguridad nuclear y protección radiológica'. Es el único rastro que deja la central de Santa María de Garoña en las tripas del consistorio del Valle de Tobalina, que en su día a día, al igual que los vecinos, no presta demasiada atención a la planta, salvo en estos momentos en los que el ultimátum va en serio. "Siempre que viene la prensa es para hablar de la central, de la polémica de la energía nuclear", se queja el alcalde. "Espero que con el tiempo también se hagan otro tipo de reportajes sobre el Valle de Tobalina, que tiene muchas cosas que ofrecer. No empieza ni acaba con la central nuclear".
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