Vitoria. El miércoles, el Parlamento Europeo daba vía libre al fracking en el Viejo Continente y rechazaba una moratoria de dos años planteada por Los Verdes. Este impulso a la fratura hidráulica llega justo después de que, el pasado lunes 12, la Agencia Internacional de la Energía, que guía a los países industrializados en esta materia, asegurara que esta técnica será la nueva gallina de los huevos de oro para los Estados Unidos. Echando por tierra sus propias previsiones de 2011, la AIE afirmaba que para 2017 los estadounidenses superarán a Arabia Saudita como principal productor mundial de petróleo gracias a la extracción de gas natural y oro negro mediante esta técnica. Rusia también queda atrás en este panorama que pintan los expertos mundiales en energía, que poco más o menos auguran la prórroga de la hegemonía estadounidense justo cuando los chinos les está adelantando por la derecha. De hecho, el sueño de la autosuficiencia energética está al alcance de la mano de América para 2035, señaló la AIE en un alarde de optimismo similar al protagonizado por el Gabinete López cuando afirmó que Álava sería el nuevo Catar vasco si el proyecto del fracking salía adelante.

El informe conocido el día 12 supone un espaldarazo por parte de los expertos a una industria que crece sin parar en EEUU y se exporta a Europa, a China, a Sudáfrica, a Argentina y a otras muchas naciones que sueñan con ver sus economías inundadas de petrodólares.

Sin embargo, no todo el mundo ve las cosas con un talante tan positivo. A finales del pasado mes, Efe entrevistó en Texas -la meca del fracking- a Anthony Ingraffea, uno de los mayores expertos mundiales en fracturación hidráulica. Su opinión es tajante. "Si España abriera las puertas al fracking correría el mismo riesgo que un bebé abandonado en un bosque de lobos, asumiría un enorme riesgo de contaminación de los acuíferos y para la salud pública absolutamente injustificado", dijo, después de asegurar que la fractura hidráulica ni facilitará la transición a las renovables, ni creará empleo.

Respecto al primer punto, el profesor de Ingeniería Ambiental de la Universidad de Cornell consideraba que "no tiene sentido afirmar que el gas no convencional es la transición hacia un futuro renovable, en tanto que no disponemos de cien años para hacer esa transición, la temperatura del planeta va a aumentar 1,5 grados en menos de 20 años". Explicaba además que en los últimos tiempos las emisiones de metano en EEUU "se han acelerado, y el 49% de esas emisiones proviene del petróleo y del gas obtenido a través del fracking".

Con respecto a la riqueza que puede generar esta técnica de extracción de hidrocarburos, Ingraffea reclamó un estudio "serio" sobre el verdadero impacto económico de esta industria, pues "el empleo que se crea en ese sector es un puesto de trabajo que se pierde en el de las energías renovables", y afirmó también que las empresas que vengan a extraer gas esquisto "no contratarían a trabajadores españoles, sino que se los traerían de Texas u Oklahoma".

Ingraffea ve "ilógico" que en el Estado español se apueste por la fractura hidráulica cuando ha sido referente en la implantación de las renovables. "La posibilidad de extraer las reservas de gas no convencional pueda parecer atractiva para España, pero es inviable", dijo, y por ello emplazó a las autoridades a "hacer bien las cuentas, y tener claro si con la relación coste-beneficio compensa invertir en esas exploraciones".

En lo relativo a la salud humana, Ingraffea explicó que el estudio científico del fracking es demasiado reciente, y que por ello debe primar la prudencia. En todo caso, está convencido de que la fractura hidráulica implica "un elevado riesgo de contaminación de acuíferos", como, según explica, se ha demostrado en Wyoming y Pennsylvania, donde el 25% de los pozos analizados presentaban filtraciones.

En Euskadi, el proyecto de Gran Enara queda pendiente de la decisión que al respecto tome el nuevo Gobierno Vasco. En ese sentido, la eurodiputada del PNV Izaskun Bilbao abogaba esta semana por paralizar cualquier proyecto de exploración o de explotación mientras "no se supere la tecnología conocida". El Ararteko, por su parte, reclamaba ayer una moratoria y un debate "social, transparente y abierto" sobre el fracking.