MADRID. Según ha informado la Dirección General de la Policía, la banda es al menos responsable de 17 asaltos en otras tantas viviendas, tenía su "sede" en Madrid y sus cuatro integrantes se desplazaban periódicamente al norte de España para perpetrar los robos.
En la operación se han intervenido dos armas de fuego, gran cantidad de joyas y relojes, 5.500 euros en efectivo, equipos informáticos y audiovisuales, televisores, tabletas electrónicas y consolas de vídeo-juegos.
Según el resultado de las pesquisas, para acceder a los domicilios los miembros de la banda, que fueron detenidos "in fraganti", rompían el bombín de la cerradura y desmontaban las mirillas de las puertas.
Las investigaciones se iniciaron en julio pasado cuando se recibieron varias denuncias de robos en domicilios cometidos empleando ese mismo método.
Los agentes sospecharon de un grupo organizado, formado por españoles y colombianos, asentado en Madrid y que se desplazaba periódicamente al norte de España para perpetrar sus asaltos.
Generalmente elegían viviendas situadas en complejos residenciales ubicados en el centro de las ciudades.
A la hora de cometer los asaltos, la única mujer del grupo, que resultaba menos sospechosa en caso de ser vista por los vecinos, realizaba las comprobaciones pertinentes en el edificio y elegía el domicilio que se encontraba libre de moradores.
Mientras uno o dos de sus compinches esperaban a que les confirmara el objetivo para acceder con las herramientas y forzar la puerta, otro se quedaba fuera vigilando desde el vehículo para avisar al resto de la banda en el caso de que apareciera algún vecino o la Policía.
Actuaban con rapidez, permanecían en el interior de las viviendas durante un corto espacio de tiempo y utilizaban guantes para evitar dejar huellas en el lugar.
Una vez obtenido el botín, vendían las piezas de joyería y los relojes en casas de compraventa y remitían parte del dinero a sus familiares a través de empresas de envío de dinero.
Los efectos que no conseguían vender, así como los equipos de imagen y sonido de última generación, teléfonos móviles y ropa, los colocaban en el mercado negro a través de peristas.