madrid. Los jóvenes españoles se independizan a una media de 29 años, siendo los europeos que más tardan en emanciparse. Asimismo, sólo el 45,6% de los jóvenes de entre 18 y 34 años se ha ido de casa, y eso se debe en parte a la difícil coyuntura económica, pero también a otras razones culturales que les llevan a anteponer la calidad de vida que tienen con sus padres a la independencia.
Así lo han señalado los autores del estudio sobre Jóvenes y emancipación en España, realizado por la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD), y la Obra Social Caja Madrid.
Un análisis que han realizado varios especialistas, entre ellos el coordinador del estudio Eusebio Megías, quien ha presentado esta investigación que ha constatado que los jóvenes que más se atreven a independizarse son las mujeres, un 51,1% del porcentaje total de los jóvenes emancipados.
Pero la mitad de los jóvenes de entre 18 y 34 años todavía no ha dado el paso de vivir por su cuenta y el primer condicionante lo encuentran en el paro juvenil, que alcanza un 52,1% cuando en Alemania no llega al 8%.
La edad de acceso al primer empleo en España es de 18,8; los años de intervalo entre el primer empleo y la salida del hogar es de 2,9, y la transición entre escuela y primer trabajo es de 34,6 meses, unas cifras que se alejan de las de Alemania y Bélgica, es decir del centro de Europa, y se asemejan más a los países del este.
alquileres inasequibles La segunda variable es el precio de la vivienda, que en la última década ha subido muy por encima de su valor real, con lo que la adquisición de una implica una capacidad de endeudamiento por encima de lo posible. Tampoco el alquiler parece ser una alternativa fácil ya que los jóvenes que trabajan, según el estudio, tienen que dedicar una media del 42% de su sueldo para poder alquilar una casa y sólo el 55% de éstos pueden hacer frente a todos sus gastos.
Así las cosas, los jóvenes lo tienen complicado para emanciparse, máxime cuando sólo el 21,5% de los que tienen entre 15 y 29 años tiene autonomía económica plena; el 29,1% autonomía parcial; el 14,6% dependencia parcial y el resto, el 34,8%, son totalmente dependientes. Pero además es que en esta tardía emancipación también pesan las características culturales propias del país, en el que prima un modelo tradicional familiar y este proceso de dejar el hogar no se produce al margen de la familia, sino que tiende a producirse en el seno de la misma.
Los padres piensan que los hijos no se tienen que ir de cualquier manera, y los jóvenes que para qué abandonar la casa de sus padres si es para perder calidad de vida, según ha subrayado Megías. La emancipación tiende a producirse en complicidad con la familia, con la que comparte criterios, la que le ayuda en las estrategias y que es garante de estabilidad. "Los jóvenes han madurado en una serie de cuestiones, como qué quieren hacer en su vida, pero sin embargo se observa una infantilización y una falta de madurez en cuanto a la asunción de responsabilidades", según Megías.
"sobrevivir" La situación que viven en casa es cómoda, según los especialistas: "Los padres están de acuerdo y no se vive ninguna violencia para que se rompa la convivencia. Hay una gran complicidad. Ellos dicen si hago lo que me da la gana en casa por qué cambiar independencia por independencia cómoda". La familia y los hijos ven y viven la emancipación como punto de inflexión vital, como una ruptura, no como un proceso en sí, y tienen miedo al fracaso. Se sienten independientes dentro del espacio familiar y piensan que dejar a la familia no garantiza la independencia por aquello de "la esclavitud de tener que sobrevivir", según los especialistas.