vitoria. Llevar unos hábitos de vida saludables no siempre está al alcance de todos. Comer equilibradamente no es cuestión sólo de voluntad, también tiene mucho que ver en ello la capacidad adquisitiva de las familias. Así, al igual que la obesidad infantil se ha disparado en Álava en los últimos años con el encarecimiento de los alimentos frescos y la bajada de precios de los precocinados, también se empiezan a detectar casos de niños que pasan hambre, algo hasta ahora impensable.
El Hospital de Txagorritxu ha atendido por primera vez a menores con problemas de desnutrición. El perfil es claro. En su mayoría se trata de niños que viven en familias en riesgo de exclusión social y, por lo tanto, con falta de recursos económicos, lo que conlleva que en muchos casos la única comida del día de esos pequeños sea la que realizan gratuitamente en el comedor escolar. Así lo aseguró ayer en una emisora de radio pública Ignacio Díez, responsable del servicio de Endocrinología Infantil de Txagorritxu, quien advirtió del peligro de que casos como éstos empiecen a generalizarse. "Como problema humano y social tenemos que hay niños que empiezan a pasar hambre", señaló. Según el especialista, buena parte de las situaciones se dan en el seno de familias de origen inmigrante. También en ellas se detectan gran parte de los casos de obesidad infantil.
Precisamente ayer se celebró el Día Internacional de la Alimentación y del Pan, jornada en la que se dieron algunos datos reveladores, como que al menos uno de cada diez niños sufre obesidad en Euskadi. Según la doctora Arantxa López-Ocaña, el problema se ha disparado en los últimos años de forma que el 10% de la población de entre dos y cinco años es obesa, y hasta el 16% si la franja de edad se extiende hasta la adolescencia. Igualmente, los gastos sanitarios derivados de la obesidad se han multiplicado por dos en los últimos ocho años y suponen ya 5.000 millones de euros anuales para las arcas del Estado.