Vitoria. Cantabria quiere prohibir el fracking y Álava observa con atención a la comunidad vecina. La sorpresiva decisión del Ejecutivo regional, comandado por el PP, añade presión al proyecto que el Gobierno Vasco del PSE quiere implantar en Álava y que ya recibió un significativo varapalo el pasado día 6, cuando alrededor de 13.000 personas se manifestaron por el centro de Gasteiz para rechazar esta técnica de extracción de hidrocarburos que agricultores, alcaldes, vecinos de los núcleos rurales y ecologistas consideran agresiva para el medio ambiente y peligrosa para la salud humana.

La fotografía de la calle Paz -los organizadores afirmaron que fue la tercera mayor movilización de la historia contra el fracking- y la decisión del Gobierno cántabro, donde la presión social es similar a la alavesa -aunque en la manifestación paralela a la de Vitoria celebrada en Santander la afluencia fue sensiblemente menor-, se producen en plena campaña electoral, tras un verano en el que la fractura hidráulica había perdido peso mediático.

Ahora el proyecto, que según el Gobierno autonómico vasco, no saldrá adelante si no se dan las suficientes garantías ambientales, queda en el aire hasta que los comicios del día 21 decidan quién ocupa Ajuria Enea en la nueva legislatura. Por lo pronto, de los cuatro grandes partidos que concurren a las autonómicas, sólo EH Bildu se ha posicionado contra el fracking sin ningún tipo de condicionantes.

¿Cabe pues, con estos posicionamientos, la posibilidad de que el próximo Gobierno Vasco adopte una decisión similar a la adoptada por el Ejecutivo de Ignacio Diego, del que sus correligionarios en el Parlamento regional alaban su "valentía y honestidad"? Hay que tener en cuenta que el movimiento de Diego tiene más de político que de técnico o conservacionista. Hasta la fecha Cantabria había permitido la tramitación administrativa de los permisos en la comunidad ante la férrea oposición de alcaldes y ganaderos, y había optado por el silencio administrativo frente los recursos planteados contra el fracking.

Sin embargo, la pasada semana, en vísperas de la manifestación convocada en Santander, el Gobierno anunció que buscará la manera de vetar la exploración y la explotación del gas pizarra -lo cual, por otro lado, no deja de ser un brindis al sol-, basándose en un informe de junio de 2011 en el que la Comisión de Medio Ambiente, Salud Pública y Seguridad del Parlamento Europeo rechazaba esta técnica de extracción de hidrocarburos. Apelaba, además, a la "alarma social" que han generado los cinco permisos concedidos en la comunidad.

Jugo político Al día siguiente esa alarma social se traducía en la presencia de 2.000 personas en las calles de Santander rechazando el fracking, entre ellas el sin par ex presidente Revilla, que desde el Ejecutivo cántabro diera el visto bueno a esta técnica con anterioridad. El jugo que los políticos ven en el fracking queda de manifiesto con esta llamativa asistencia a la marcha, pero también con las declaraciones del actual presidente, quien no tuvo empacho en afirmar que lo que se vio el sábado fue una "manifestación de apoyo al Gobierno", por prohibir el fracking, lo cual le había dejado al mandatario "muy satisfecho".

Lejos de este viraje de 180 grados que, seguramente tras calibrar pros y contras, ha llevado al PP cántabro a echarse en brazos de un mundo rural indignado y muy movilizado, en Euskadi por ahora los grandes partidos han optado por la precaución. No se han lanzado a la defensa abierta de un proyecto que sí, puede crear empleo y dejar ingentes beneficios en las cuentas de algunas empresas y de la Hacienda foral alavesa, pero que también genera cada vez más dudas sobre su rentabilidad y que ha sacado a la calle a 13.000 alaveses.

Sin embargo, tampoco quieren cerrar la puerta de forma tajante al fracking porque a lo mejor el proyecto termina siendo tan atractivo como parecía en un principio, reflota la tentación del Catar vasco, y en ese caso los partidos serían dueños de sus silencios y esclavos de sus palabras.

Mientras, en el mundo rural alavés esa inconcreción por parte de los políticos está generando mucha inquietud, y una capacidad aglutinadora del sector primario que, afirman, hacía años que no se producía. La masiva movilización del sábado es ahora su mayor activo, y más en campaña electoral. "Fue emocionante, es como si Álava se acercase a la capital; no sabíamos si íbamos a conseguir seis tractores, y al final tuvimos que decirle a la gente que no trajera más", afirma Idoia Arrazola, vicepresidenta del sindicato agroganadero Uaga. "En el sector -continúa- estábamos un poco apalancados por nuestra situación, pero el fracking nos ha revuelto, es como si nos hubiese dado una descarga eléctrica".

"O sí o no, no hay tercera vía" Arrazola cree que desde las administraciones se les están dando largas a agricultores y ganaderos. "Notamos que hay silencio en los departamentos nuestros, en Medio Ambiente, en Agricultura, tanto de la Diputación como del Gobierno Vasco, y aquí no pueden echar balones fuera, no pueden decir que no hay margen de maniobra, que las leyes emanan de Bruselas, la PAC... Esto es o sí o no, y es una decisión local, eso lo tenemos muy interiorizado en el sindicato y en los pueblos", afirma la portavoz de Uaga, que advierte: "Es la hora de la verdad, y creo que los políticos se están devanando los sesos para presentarnos una tercera vía, la vía del consenso, pero no la hay. No le vamos a poder echar la culpa a Bruselas -prosigue-, nos van a tener que mirar a los ojos a los del sector cuando nos digan qué han decidido". Arrazola cree que "después de esta lección que hemos dado en la calle no pueden mirar para otro lado", y explica que aunque desde Lakua no se alcance a apreciar, "en el herrialde esto ha prendido como la pólvora, esta situación nos ha unido y estamos muy pendientes de ellos".

En principio, éstas son las posturas. El Gobierno de Patxi López vendió hace un año el proyecto como una gran oportunidad para el país, pero según aumentaba la oposición fue sacando el tema de su agenda pública. En unos pocos meses, el fracking pasó de ser un activo del Gobierno a una palabra maldita con la que nadie se quería ver relacionado fuera del Departamento de Industria. Por otro lado, Ferraz carece de una postura de consenso y, por ejemplo, el PSOE burgalés ha hecho suyas las reivindicaciones antifracking.

En el PNV, el presidente jeltzale, Iñigo Urkullu, afirmaba en su blog que su partido no aceptará ni la exploración ni la explotación si se demuestra que éstas afectan al acuífero de Subijana, aunque no lo cree probable, pues "está claro que la Ley, la normativa existente, ya protege totalmente esos espacios de cualquier intervención que pueda suponer un peligro. No constatamos en estos momentos ningún peligro, aunque los del no, como siempre, quieran hacer su propio caldo de cultivo, su propia utilización" del proyecto, señalaba el líder jeltzale.

En el PP vasco, el partido más comprometido por la decisión de Cantabria por cuanto la han adoptado sus compañeros de formación, no hay una postura común y por tanto no hay una postura de partido. En el ya extinto Parlamento el grupo popular mostraba hace unos meses sus dudas a DNA sobre la forma en que se quiere aplicar el fracking en Euskadi y sobre esta propia técnica. El alcalde de Vitoria, Javier Maroto, una vez roto el pacto PP-PSE en el Gobierno Vasco, hizo público su respaldo absoluto al equipo técnico de Medio Ambiente del Ayuntamiento, que se opone firmemente a la exploración del subsuelo del municipio.

Los técnicos de la Diputación alavesa comparten este diagnóstico, pero sin embargo el diputado general, Javier De Andrés, siempre ha visto con buenos ojos la posibilidad de generar una nueva actividad económica en un territorio donde los ingresos por impuestos han caído en picado en los últimos años.