VITORIA. "Las marcas de moda gastan mucho en publicidad vendiendo una imagen y, cuando estas situaciones de vulneración de derechos humanos y laborales salen a la luz, es una publicidad negativa muy incómoda", afirma Iratxe Arteagoitia, coordinadora en Euskadi de la Campaña Ropa Limpia, los pepito grillo de la industria textil.
¿Qué países acaparan la mayoría de fábricas textiles en las que se trabaja en condiciones de esclavitud?
La mayoría de la producción destinada al mercado europeo se concentra en Asia y en el norte de África. Sin embargo, las malas condiciones de trabajo es un mal endémico de la industria de la ropa globalizada. Así lo demuestran el reciente caso de trabajo esclavo en Brasil o el de niñas dalits en India. Estas fábricas producen para el mercado europeo y de EEUU ropa deportiva, de calle, calzado, etc.
Muchos de estos trabajadores están expuestos a tintes tóxicos.
Greenpeace denunció en 2011 el uso de estos tintes tóxicos no solo para las personas que los utilizaban, sino por los vertidos de las empresas, que dañaban considerablemente el medio ambiente de los lugares donde están ubicadas las fábricas.
Dentro de la Campaña Ropa Limpia denuncian los "vaqueros mortales", desgastados con una técnica que provoca silicosis.
Para el desgastado de vaqueros se ha utilizado durante años la técnica del sandblasting, que consiste en proyectar chorros de arena a alta presión sobre la tela, normalmente de forma manual y sin protección. Informes médicos revelaron en 2010 y 2011 que algunos trabajadores del sector desarrollaron formas agudas de silicosis, una enfermedad pulmonar incurable que, en muchos casos, provoca la muerte. Ha sido difícil para los médicos vincular la enfermedad con el uso de esa técnica porque, por ejemplo, en Turquía, donde se dieron los primeros casos, los trabajadores eran inmigrantes y no desarrollaron silicosis hasta llegar a sus países de origen.
¿Se siguen vendiendo vaqueros desgastados con esa técnica?
Estos pantalones se siguen vendiendo en las tiendas porque hay fábricas subcontratadas que siguen utilizando la técnica de sandblasting. Existen otras técnicas para desgastar vaqueros que no amenazan la salud de las personas que los producen, pero no son tan baratas.
¿Las marcas de ropa lo saben? Y si es así, ¿no tratan de evitarlo?
Con el lanzamiento de la campaña internacional No-sandblasting en 2010 gran parte de las marcas hicieron pública la prohibición para usar esta técnica en sus cadenas de producción. Fue un primer paso, pero con el tiempo se ha revelado insuficiente. Una investigación elaborada en 2011 en Bangladesh descubrió que el seguimiento a esta prohibición por parte de las marcas y las auditorías que se hacen en las fábricas no son los adecuados.
¿Qué deberían hacer las grandes firmas para evitar esta práctica?
Es necesario que vigilen el cumplimiento de la prohibición mediante seguimientos coordinados con sindicatos y ONG de los países productores, que aseguren a los trabajadores afectados por la silicosis que reciben las compensaciones correspondientes y que realicen estudios de riesgo a la hora de implementar nuevas técnicas.
¿Presionar a las grandes firmas es como tirar piedrecitas a Goliat?
Presionamos a las marcas, proveedores y gobiernos para que adopten las medidas estructurales necesarias que prevengan futuros accidentes y acaben con la vulneración de derechos de los trabajadores. A pesar de lo que se pueda pensar, las firmas sí están preocupadas por lo que pensemos y hagamos.
Hay quien mira la etiqueta de la ropa y desconfía según el país donde se haya fabricado.
No existe una legislación que obligue a las marcas a poner en la etiqueta dónde se ha confeccionado el producto. Además, conocer la trazabilidad de una prenda es difícil: el algodón es de la India, se ha teñido en Pakistán, cosido en China y el acabado final es en otro país. En ocasiones puede aparecer que está hecho en nuestro país, pero se trata solo del acabado final.
Entonces, de poco sirve mirarla.
Sirve para darnos cuenta de que la producción ya no se hace en los países consumidores, sino en países con bajos costes laborales y en ocasiones con una legislación que apenas se cumple y para cuestionarnos qué nos parecen esas políticas empresariales de las marcas de moda.
¿Detrás de la ropa barata siempre hay gato encerrado?
Que la prenda sea cara no quiere decir que se cumplan los derechos laborales de las personas que trabajan en esas fábricas. Estos abusos se han dado tanto en fábricas que trabajaban para marcas de lujo como para marcas con ropa más barata. Por desgracia, se da en una gran mayoría de las marcas de moda.