Vitoria. Desde siempre se ha sabido que el alto de Castejón, un promontorio a un paso de Navaridas, estuvo poblado antes de que la escritura llegara a tierras vascas. Por ello, cuando la Diputación decidió acondicionar la muy transitada carretera que pasa junto a esta colina hubo que emprender negociaciones con el Gobierno Vasco para delimitar el área en la que se iba a trabajar, pues allí abajo podía haber algo. "Si no se hubiera hecho el proyecto de la carretera nunca se hubiera descubierto el yacimiento, se pensaba que estaba todo por arriba, pero para eso sirven a veces las obras públicas, y de hecho Atapuerca también se descubrió así", apunta el responsable de Carreteras de la Diputación, Miguel Ángel Ortiz de Landaluce.

La sorpresa fue mayúscula para el equipo de arqueólogos que comandan Leandro Sánchez Zufiaurre y José Manuel Martínez Torrecilla, pues junto a la actual carretera se encontraron con un yacimiento en el que un buen día, alrededor del siglo VIII antes de Cristo, el tiempo se detuvo. En Castejón está la prueba material de la transición de las viviendas circulares a las rectangulares que todavía hoy utilizamos los seres humanos. Ambos tipos de casas conviven en el yacimiento, y su estado de conservación es magnífico, hasta el punto de que han perdurado paredes encaladas y mosaicos de adobe a modo de damero. "El contexto cultural es coherente con lo que se está viendo en toda la cuenca del Ebro, pero lo bonito es que estamos viendo cosas que ya conocíamos, las estructuras circulares que pasan a rectangulares. Hasta ahora no teníamos un yacimiento que muestre tan claro el momento de transición e incluso la convivencia entre ambos modelos; se destruyen las circulares para construir las rectangulares encima, e incluso se adosan. Ese cambio es poco habitual verlo de forma tan clara", explica Leandro Sánchez.

Esto fue posible, explican los arqueólogos, porque por alguna razón se produjo un desalojo planificado y pacífico de la población, de la que sus habitantes se llevaron todos los objetos que les podían ser de alguna utilidad, incluidos ajuares, cacharros de cocina, objetos de metal e incluso las vigas de sus casas. No hubo incendios, no hubo destrucción y no se registraron los típicos saqueos de mampostería posteriores al abandono. Las excavaciones preventivas realizadas en la zona demostraron que tras el desalojo del poblado la zona se convirtió en tierra de cultivo, ya desde época romana, y por lo tanto el yacimiento quedó blindado bajo un metro de tierra que lo ha cubierto al menos durante dos mil años.

El tiempo se detuvo precisamente en ese momento de transición urbanística que se conocía, pero no se había observado sobre el terreno en la zona. Castejón, por tanto, tiene un potencial enorme, pues toda esta información se ha recabado simplemente excavando en los márgenes de la carretera, un lugar que se consideraba un mero arrabal o terreno de cultivo del poblado de lo alto de la colina, y que resulta que alberga una de las primeras tramas urbanas que se conocen en el territorio alavés. Hay calles, hay casas que en su día tuvieron dos pisos, hay un horno comunitario, hay tabiques interiores y cocinas perfectamente conservadas, con su hogar, su banco corrido e incluso las marcas de las ollas.

El salto tecnológico de las viviendas circulares a las rectangulares fue, por otro lado, más importante de lo que en principio pudiera parecer. "Se aprovecha mejor el espacio, y de hecho prácticamente no hemos vuelto a las casas circulares, aunque en Vitoria ahora alguna se ha construido así. A partir de las viviendas rectangulares se formaron las ciudades del Mediterráneo, casas en ángulos más o menos rectos, que permiten construir en laderas, subir en altura, es realmente importante", señala Martínez Torrecilla.

En cuanto al material mueble hallado, este es muy escaso y en su mayoría roto, pues se trata de las piezas que se desecharon cuando se decidió el desalojo. Hay, sin embargo, vasijas de mesa finas y decoradas, y cántaros más bastos llamados a albergar una producción agrícola aún por definir, pues las muestras de semillas y pólenes están aún en el laboratorio.

La idea es, a partir de ahora, documentar perfectamente todo lo hallado, destruir lo mínimo posible para ampliar la carretera y enterrar todo lo demás, la mejor forma de conservarlo. "Si las casas se quedan al aire las va a destruir el invierno, cualquier tormenta se lo lleva todo, porque son piedras de adobe", explica Ortiz de Landaluce.

La campaña actual terminará ahí, y queda para un futuro la investigación en profundidad de un yacimiento que, pese a haber proporcionado ya mucha información, esconde aún interrogantes por despejar bajo el terreno de labranza.

¿Quién vivía ahí? No se sabe y probablemente no se sabrá. En aquellos tiempos de transición entre la Edad del Bronce y la primera Edad del Hierro ese área de los márgenes del Ebro era tierra fronteriza, al igual que hoy. Pudieran ser vascones o celtíberos, pero como explica Martínez Torrecilla, se desconoce si cada tribu tenía un contexto material propio y diferencial, y la escritura aún no había llegado a estas tierras, con lo que es imposible saber qué lengua hablaban. "Estamos justo en los límites de unos pueblos marcados por las fuentes documentales que hemos trasladado a unos mapas actuales como hemos podido", afirma el arqueólogo, refrendado por su colega. "La asimilación entre los restos materiales y las tribus que se sabía que había aquí por los textos romanos es muy difícil, no hay nada seguro sobre la asignación de un contexto material determinado a un pueblo", apunta Sánchez Zufiaurre.

¿Por qué se marcharon? Castejón fue abandonado más o menos en el siglo VIII antes de Cristo, pero queda pendiente afinar un poco más, y cuando se tenga una fecha concreta del desalojo se podrá relacionar, o no, con algún hecho concreto, aunque "a lo mejor simplemente decidieron ir a un sitio mayor, o quizá cuando desmontan lo de abajo se suben arriba a protegerse porque han cambiado las circunstancias", advierte Martínez Torrecilla.

¿Era muy grande el poblado? "Por el norte sabemos que llega hasta el río -más allá de la carretera-, y sabemos que al sur del espolón hay terrazas de cultivo, no se edificó. Pero al oeste no sabemos cuánto se extiende, no tenemos ni idea, igual resulta que lo rodea todo y los cultivos son sólo hacia el sur. Arriba, eso sí, estaba totalmente ocupado", comenta Sánchez Zufiaurre. De momento se han hecho unas pocas catas, sólo una investigación costosa y exhaustiva permitirá conocer más sobre Castejón, y de momento el compromiso con la Diputación es trabajar sólo en la zona de la vía que va a Elciego. "En ciertos aspectos Carreteras ha llegado más lejos de lo que les correspondía", agradece, en ese sentido, el arqueólogo. El deseo de estos especialistas, y para ello ya han contactado con el Ayuntamiento de Navaridas y con el Gobierno Vasco, es "definir hasta dónde llega el yacimiento, cuáles son sus características, qué pasa en la parte alta y en todas las laderas, y saber cuál es la secuencia de ocupación. A partir de ahí veremos si hay que excavar en área", explica Sánchez Zufiaurre.