CIERTO es que la red de transporte urbano en autobús de la capital alavesa ha mejorado sustancialmente en los últimos años, tras un reordenamiento drástico que, entre otras cosas, ha permitido ofrecer unas frecuencias eficientes, de en torno a diez minutos, y que además se cumplen. Sin embargo, el talón de Aquiles del transporte público en Vitoria es que va dos pasos por detrás de la realidad de la ciudad. Centenares de parejas jóvenes han estrenado ya sus viviendas en los últimos límites de la ciudad, los sectores de Salburua y Zabalgana más alejados del centro, pero carecen de un servicio que pagan con sus impuestos como los vitorianos que tienen la parada del tranvía a dos pasos del portal o una línea de Tuvisa cerca de casa.

Poco a poco la situación se va solventando, pero mucho más despacio de lo que reclaman los vecinos de las zonas afectadas. El pasado 27 de enero de 2012 el Consistorio se comprometió a "establecer un procedimiento de estudio, con la participación de las asociaciones vecinales, que diese lugar a una propuesta de nuevas líneas en seis meses", una declaración de intenciones que no se ha plasmado en la realidad.

Hoy es el día en el que el urbano no llega a los sectores más nuevos de Zabalgana, y en Arkaiate -Salburua- los vecinos estrenaron su nueva línea de autobuses la semana pasada, a la espera de que las marquesinas lleguen a la zona antes que el otoño. En principio, el Consistorio confía en poder trasladar estos elementos de otras zonas para primeros de octubre. De hecho, la reutilización es la clave en época de vacas flacas. Los urbanos no llegaron a Arkaiate hasta que no se inauguró la extensión de tranvía hasta el corazón de Abetxuko, permitiendo así llevar los autobuses que daban servicio a este barrio al otro extremo de la ciudad.