vitoria. Con la renovación de la apuesta nuclear en Santa María de Garoña, la sociedad civil volverá a tomar con fuerza la calle y la palabra para poner en grito en el cielo y alertar sobre los presuntos peligros inherentes a la central nuclear de la discordia, que ya ha pasado a la historia por adquirir el apodo de la de las mil grietas debido a su tortuoso pasado en forma de incidencias. En ese sentido, asociaciones de carácter social, político y medioambiental han decidido sumar fuerzas para conformar una marcha que este fin de semana prevé protestar contra la continuidad del recinto atómico ubicado en el burgalés Valle de Tobalina, municipio que dista alrededor de 50 kilómetros de la capital alavesa.

Sobre el particular, la organización ecologista Greenpeace -santo y seña en la lucha contra la energía nuclear- anima a los ciudadanos a participar en la marcha por el cierre de la central que discurrirá este domingo entre Barcina del Barco (Burgos) y la citada instalación, propiedad de la empresa Nuclenor -participada al 50% por las multinacionales eléctricas Iberdrola y Endesa-. La motivación que implica a la organización verde en la lucha contra la instalación reside en los recientes problemas que se han descubierto en centrales similares a la castellana, taras que han obligado al cierre temporal de varios reactores ante la presunta peligrosidad de sus vasijas.

En ese sentido, la citada entidad asegura que "los últimos acontecimientos sucedidos en la central nuclear belga Doel 3 -en cuya vasija, fabricada con materiales comprados a la misma empresa que los de Garoña, se han encontrado miles de grietas- añaden más peso a una extensa relación de motivos para su cierre inmediato". Así, destaca que el pasado 8 de agosto las autoridades de aquel país europeo decidieron cerrar de forma preventiva Doel 3 al encontrar las grietas en la vasija del reactor y que, a pesar de que "la Agencia Federal de Control Nuclear belga (FANC, por sus siglas en inglés) convocó al Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para informar sobre este asunto, no fue hasta finales de agosto cuando el CSN explicó que está a la espera de datos más precisos por parte del regulador belga". "Mientras las autoridades belgas prefieren prevenir que curar, y mantienen la nuclear cerrada para sus análisis, el CSN confía en las diferencias de los reactores en vez de analizar sus semejanzas", aclara la responsable de la campaña nuclear de Greenepace, Raquel Montón.

Respuesta de Nuclenor En cualquier caso, y ante el clima insostenible creado por los posibles problemas de la vasija de Garoña, los responsables de ésta, en boca de de Elías Fernández, su portavoz en aquella ocasión, explicaron hace una semana escasa que la vasija de la instalación burgalesa "no tiene nada que ver" con la de la central belga que está siendo investigada y su situación "no es extrapolable". En declaraciones a Efe, el citado añadió que las vasijas de Garoña y de Doel (Bélgica) están construidas por el mismo fabricante pero son "distintas" en cuanto a materiales y el sistema de trabajo ya que la belga funciona con agua a presión y la burgalesa en ebullición.

Por eso, Fernández señaló que los datos de la vasija belga en la que se detectaron fisuras "no son extrapolables" a Garoña que, además, ha pasado todas las inspecciones indicadas. En este sentido, detalló que, dentro de la programación de inspecciones de seguridad de Garoña, se revisó la vasija en los años 1992 y 1994 y la próxima inspección está marcada para el año 2013. Elías Fernández indicó que estas inspecciones periódicas permiten "garantizar" que la vasija de Garoña cumple todos los criterios internacionales de seguridad ya que se revisan todos los comportamientos de los materiales, estado de la soldadura y otros componentes.