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Universitarios capacitados

La UPV/EHU ofrece apoyo a alumnos como Elene y Telmo para poder superar su discapacidad y ser "uno más" en el aula Desde 2003, un total de 280 estudiantes con discapacidad se han licenciado

Universitarios capacitados

Todavía hay gente que no cree en sus posibilidades, pero por encima de sus limitaciones poseen múltiples capacidades". Con estas palabras resume Ane Amondarain la filosofía en la que se basa el Servicio de Atención a Personas con Discapacidad de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU). Desde 2003, ha contribuido a garantizar el principio de igualdad de oportunidades del alumnado con discapacidad logrando que, en esta década, 280 personas -140 en Bizkaia, 92 en Gipuzkoa y 48 en Álava- se hayan titulado en las más diversas carreras (Educación Social, Enfermería, Ingeniería Informática, Arquitectura Técnica, Derecho, etc.). Ane Amondarain y Mamen López son las responsables del buen funcionamiento del servicio en el campus guipuzcoano, el pionero en poner en marcha este recurso que se extendió a Bizkaia en 2009 y a Álava el año pasado. Hoy día, la UPV es la "tercera universidad del Estado con mayor porcentaje de alumnado con discapacidad" entre sus estudiantes, reseña Amondarain.

Detrás de los números, no obstante, hay personas usuarias del servicio como Telmo Irureta, un zumaiarra de 23 años diplomado en Magisterio de Inglés y licenciado durante este último curso en Pedagogía. Irureta padece una discapacidad motriz con movilidad reducida. La silla de ruedas es su inevitable acompañante allá adonde va, aunque sin duda su rasgo más característico es el sentido del humor. Antes incluso de desembarcar en la UPV en 2007, el centro donde estudiaba se puso en contacto con el Servicio de Atención a Personas con Discapacidad para preparar la selectividad que hizo mediante exámenes orales. Posteriormente, mediante una entrevista conoció a las responsables del recurso, Ane y Mamen, al tiempo que pudo resolver cualquier duda sobre cómo afrontar sus años en la universidad en igualdad de condiciones que sus otros compañeros a pesar de sus limitaciones de movilidad.

Su recurso más importante en esos cinco años de estudio ha sido Enara, la auxiliar de apoyo que le acompañaba desde el momento en que llegaba al campus hasta la hora de volver a casa. "Me ayudaba a quitarme la chaqueta, a sacar el material, ir al baño, tomar notas... Siempre estaba ahí", recuerda Telmo, quien confiesa que "ya la echa de menos", porque a diferencia de otros auxiliares que ha tenido a lo largo de su vida educativa, Enara "fue más amiga que auxiliar". "Sobre todo porque no me vigilaba tanto como me pasaba de pequeño, que no podía dejar de hacer los deberes", aclara.

Los puntos a favor

Autonomía e independencia

En este sentido, Amondarain incide en que la universidad tiene que ser también "un salto a la vida independiente" para este tipo de alumnado, al igual que ocurre con el resto de los universitarios. "Es verdad que el Bachiller es una educación más protegida para ellos, pero la universidad tiene que ser un proceso de maduración y tienen que aprender a moverse", manifiesta.

Telmo confiesa que no le costó mucho romper con la imagen que puede trasladar su silla de ruedas. "Les cambié los esquemas cuando les conté un chiste", susurra entre risas mientras recuerda una anécdota que vivió con Enara. "Estábamos en clase de música y teníamos que tocar la flauta. Como yo no podía tapar los agujeros, ella se puso detrás de mí para taparlos mientras yo soplaba hasta que paré y le pregunté: ¿Cómo era? ¿Cómo era la canción? Y ella me contestó muerta de la risa: Pero si tú no tienes que sabértela, solo tienes que soplar", recuerda.

Uno de los recursos docentes más solicitados entre los alumnos con discapacidad son los apoyos para la toma de apuntes como los cuadernos autocopiativos. Para ello se solicitan voluntarios entre los compañeros de clase del alumno con discapacidad que tomen notas en unos cuadernos que constan de un calco y que les permite obtener una copia instantánea de los apuntes. Telmo hizo uso de este recurso hasta que sus compañeros fueron conociéndolo y, al final, le facilitaban los apuntes "pasados al ordenador".

Elene Sorazu, de 20 años, también ha hecho uso de los cuadernos autocopiativos en su primer año en la universidad. Nació en Azkoitia pero desde los tres años reside en Donostia, donde su familia se trasladó "porque había más oportunidades" para una persona sorda. Gracias a un implante coclear que lleva desde los 6 años, Sorazu puede seguir la entrevista sin problemas, pero eso cambia cuando se trata de asistir a clase. El servicio le dota de una emisora de frecuencia modulada que usa el profesor para que el sonido llegue directamente al oído de Elene. "El aparato es muy importante pero no suficiente", explica Amondarain, porque "las personas sordas tienen un vocabulario más reducido, por lo que necesitan una comunidad de apoyo".

A la hora de seguir la clase, aún con el aparato, Elene puede perder algún matiz importante para la comprensión total del temario, y por eso necesita que sus compañeros se involucren tomando notas en los cuadernos autocopiativos. De esa forma, no solo se consigue, según Amondarain, dar apoyo al alumnado con discapacidad, sino también "eliminar las barreras ante lo desconocido"; es decir, aquellos "falsos mitos" que existen entre jóvenes y adultos en torno a la discapacidad.

Compañeros y profesores

Un paso adelante

Elene es un buen ejemplo de ello. Los primeros días notó cómo alguno de sus compañeros no se atrevían a hablar con ella porque creían que, al ser sorda, también era muda. "Yo sabía que podían pasar esas cosas, pero eres tú la que tienes que relacionarte y explicar que no todos los sordos tenemos el mismo problema", expone la joven universitaria que, a través del servicio, ha tenido la oportunidad de demostrar y explicar a sus compañeros del primer curso de Educación Social cuál son sus limitaciones dando una conferencia para los estudiantes. Incluso, un profesor le animó a ofrecer una segunda charla en la que explicó cómo funciona el implante coclear que lleva.

Y es que también es importante la implicación del profesorado. Habitualmente, desde el servicio, cada vez que un alumno recurre a solicitar su apoyo, preparan un informe para los profesores en el que les explican cuáles son las necesidades especiales que precisan dichos alumnos. En el caso de Elene, por ejemplo, el uso de la ya citada emisora, o que a la hora de proyectar vídeos, que estos estén adecuadamente subtitulados o que la proyección se programe en el salón de actos donde se han instalado un bucle magnético que le permite seguir la película sin mayores problemas.

Elene confiesa que su salto a la universidad fue, al principio, complicado, porque durante su etapa educativa siempre contó con profesores de apoyo o con una educación mucho más individualizada. "La universidad, en cambio, me ha hecho ver que soy capaz. También me ha hecho responsabilizarme con los apuntes, los compañeros; aunque me ha costado, he ganado en autonomía", confiesa al igual que Telmo, quien asegura que tras su paso por la institución académica ha ganado en autoestima porque se ha sentido "uno más. Lo importante es la integración", recalca Elene.

Desde el propio servicio aseguran que las nuevas tecnologías, que han tomado impulso con Bolonia, contribuyen a mejorar la accesibilidad de este alumnado a los recursos universitarios, aunque Ane es realista: "No se puede decir que van a tener todo accesible, pero sí que la universidad ha cambiado, se va adaptando y ahí está el compromiso. Es un reto para todos del que vamos aprendiendo día a día", reflexiona. "Todos tenemos limitaciones, pero somos nosotros los que nos las ponemos y hay que ir quitándonoslas", concluye Telmo, a lo que añade Elene: "antes de entrar en la uni tenía miedo, pero gracias al apoyo de los compañeros, profesores y del servicio, he podido avanzar y estoy encantada".