Vitoria. Álava sigue siendo un destino atractivo para quienes deciden emigrar en busca de una oportunidad para prosperar. A pesar de la crisis económica, la inmigración en el territorio aumentó un 4,6% el año pasado, una cifra superior a la media de Euskadi, donde el número de extranjeros empadronados -151.162- aumentó un 4,1%. El dato es aún más llamativo si se tiene en cuenta que desde 2011 son más los inmigrantes residentes en el Estado que deciden hacer otra vez las maletas ante una perspectiva económica nefasta que los que vienen a probar suerte. En ese sentido, y aunque el País Vasco no pasa por su mejor momento, lo cierto es que su tasa de paro es a día de hoy la mitad de la española.
Estos datos, publicados ayer por el Observatorio de la Inmigración Ikuspegiak, tienen en todo caso una serie de matices que ayudan a comprender mejor lo que está sucediendo. Así, a Euskadi, como a Andalucía o a Extremadura, siguen llegando extranjeros porque estas comunidades partían de una tasa muy inferior a la que podían presentar Cataluña o Madrid, donde la tendencia es la inversa. De hecho, el caso de la comunidad que preside Esperanza Aguirre es justo el contrario al alavés. Con un porcentaje de inmigrantes sobre el total de la población del 15,6%, Madrid ha perdido un 5,4% de extranjeros en 2011, de largo la cifra más abultada del Estado. Detrás se encuentra Navarra, con un 3,4% menos de inmigrantes; y Murcia, con un 1,6%. A partir de ahí ninguna comunidad llega a un 1% de crecimiento negativo en su población extranjera. En el lado contrario, junto a Euskadi, Andalucía y Extremadura, Cantabria, Asturias, Galicia, Canarias y Castilla-La Mancha registraron crecimientos positivos.
Por otro lado, aunque la conclusión evidente es que la inmigración crece en la CAV, lo cierto es que lo hace a ritmos de hace más de diez años. Al analizar cómo ha evolucionado la llegada de extranjeros desde 1998 a los tres territorios se observa claramente que, pese a la tasa positiva de 2011, la inmigración en Euskadi se encuentra en franco declive, pese a ser la comunidad autónoma del Estado donde más crece. De hecho, los 5.906 extranjeros empadronados el año pasado en la CAV suponen el aumento más discreto desde 1999, cuando llegaron 4.346, todavía en los albores del fenómeno migratorio.
Fue entre 2001 y 2003 cuando la llegada de extranjeros se consolidó y empezó a ser un colectivo visible en las calles, con un crecimiento de unas 10.000 personas cada año, para entrar a partir de ahí en un incremento sostenido e imparable hasta 2007. Aquel año se empadronaron en los municipios vascos 18.813 ciudadanos de otros países, muy por encima de los poco más de 5.000 del pasado ejercicio. La burbuja económica que disfrutó el Estado español y la posterior crisis explican este comportamiento migratorio, cuya curva de evolución sigue fielmente a la del desempleo.
Esta década de continua llegada de ciudadanos de otros países ha salvado, explica Ikuspegiak, la evolución demográfica de una comunidad que ha perdido en estos años 42.870 habitantes autóctonos y ha recibido a los citados 151.162 extranjeros, lo que arroja un saldo positivo de 93.094 personas. Ello ha supuesto que los inmigrantes han pasado de representar el 0,7% de la población total en 1998 al 6,9% del año pasado, la mitad, por otro lado, que en el resto del Estado.
En Álava estos porcentajes son mayores. Casi diez de cada cien habitantes del territorio han nacido en otros países, por un 6,5% registrado tanto en Bizkaia como en Gipuzkoa.