Madrid. Ciro de Quadros estudió Medicina en su Brasil natal. Aunque, afortunadamente para la humanidad, antes de acabar un máster en Salud Pública comenzó a trabajar en la Amazonía brasileña, una experiencia que le marcó y le llevó a tomar conciencia de que su destino estaba en el campo de las vacunas. Al recibir el premio de la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo, el epidemiológico mandó un mensaje muy importante al mundo: las vacunas no solo mejoran la salud global, sino también la riqueza global. "Este mensaje es especialmente oportuno, porque como a mí me gusta decir entramos en la década de las vacunas, la primera de lo que llamo el siglo de las vacunas".
¿Es optimista sobre la situación actual de las vacunas en el mundo?
Hemos logrado casi un milagro de salud pública al llegar a tener cobertura de vacunación del 80 %, e incluso del 90 %, en algunos de los países más pobres del mundo. A pesar de estos magníficos avances, hay que superar la injusticia que sufren los países más pobres del mundo, que no tienen acceso a las vacunas. Los beneficios de la ciencia y la tecnología no deberían estar disponibles solo para los más privilegiados del planeta.
¿La comunidad internacional está interesada en extender las vacunas?
Sí. Ahora nos enfrentamos a varios retos. El primero sería utilizar las vacunas en plenitud para que lleguen a toda la población. Y ligado a esto, necesitamos aumentar la capacidad de producción de vacunas en las economías emergentes a través de la colaboración entre organizaciones no gubernamentales, empresas farmacéuticas y los propios gobiernos. Esto redundará en costos más bajos de producción y precios comerciales más asequibles para esos productos. Así se ha hecho a través de la Organización Panamericana de la Salud, que estableció una central de compras y que cuenta con los mejores programas de vacunación.
¿Realmente invertir en vacunas es tan rentable como asegura?
Las vacunas han salvado la vida de centenares de miles de personas. Se ha demostrado que por cada euro invertido en vacunas un país puede tener un retorno económico de más de diez euros. La vacuna es la mejor inversión en salud pública, produce dividendos incalculables. Un decremento de un 10 % en la tasa de mortalidad ayuda a aumentar la riqueza de un país en un 1 %. La salud es uno de los elementos que contribuyen al desarrollo económico.
¿País pobre, pobre salud la de sus ciudadanos? Enfermedad y pobreza, ¿siempre van de la mano?
Sí. Claro. Es un círculo vicioso. En numerosas ocasiones la enfermedad tiene un papel importante en la pobreza y viceversa. Muchas enfermedades producen la dificultad del niño de aprender en la escuela. Si el niño fue anémico y tuvo problema probablemente no recibió la educación como debió. Ese niño va a crecer con un hándicap. No podrá competir en el mercado, porque no tendrá la educación suficiente. Y no la tendrá porque tuvo problemas de nutrición que no permitieron que entendiera las cosas de la misma manera que otro que estaba bien nutrido y vacunado.
El médico, además de su ciencia ¿debiera mantener un fuerte compromiso social?
Ciertamente, porque la medicina es también una ciencia social. Si el médico no tiene esa misión social parece que le falta algo. No sería un médico completo, porque la prevención de las enfermedades va más allá de la medicina. Está relacionada con muchos otros factores como la provisión del agua, el saneamiento, la producción de alimentos, las políticas de los gobiernos,... El médico es parte importante de la salud, pero no la única.
Usted ha sido capaz de ir más allá de la medicina: planificar, gestionar, negociar… ¿es un utópico, un idealista o… cómo se definiría?
No soy el único. Hay miles de gentes como yo que trabajan en salud pública y que tiene la misma visión e interés social. Hasta el médico que está en el hospital, que trabaja en salud especializada, también debe tener una visión social y saber qué enfermos van a su centro, por qué causas. No solo debe preocuparse por el tratamiento de la dolencia; tiene que ocuparse de las buenas prácticas de sus pacientes para que no enfermen con frecuencia.
En 1977 ayuda a que desaparezca la viruela; en 1994 a que la poliomielitis desaparezca del continente americano; en 2002 el sarampión… ¿su próximo reto-compromiso?
Estamos comprometidos para llevar adelante la erradicación global de la polio, para lo que falta muy poco, y luchar también contra el sarampión y la rubéola, que ya ha desaparecido en las américas. Trabajamos para motivar a los países emergentes a que controlen estas dos enfermedades y preparar eso para un camino hacia la erradicación. Son dos enfermedades no tan difíciles de erradicar como otras.
Saber que existe un tratamiento contra el sida, o la malaria o el dengue o contra cualquier otra enfermedad y que no puede utilizarlo porque no les llega por problemas sociales, administrativos, geoestratégicos o económicos…. ¿Es justificable?
Eso no se puede justificar. Cómo justificar moralmente que un niño se muere por sarampión cuando hay una vacuna que es relativamente barata y que es una dolencia que se puede prevenir. No sé cómo la gente se queda parada sin reacción alguna cuando sabe que fallecen miles de niños y niñas por enfermedades evitables. No se puede justificar que no cumplan su quinto aniversario, como sucede ahora; se mueren por patologías totalmente prevenibles. Eso moralmente es injustificable.
En El Salvador había guerra, en Colombia guerrilla, en Brasil los hacendados, los garimpeiros, los ejércitos, los ambiciosos intereses por los recursos naturales, ¿con tantos obstáculos, le ha sido posible llevar las vacunas a todos los lugares?
No es una cuestión de fe. Es un tema de saber que hay cosas que se pueden y se deben hacer. Hay que dialogar con los responsables y hacerles ver que la vacunación es algo factible y solo hay que querer hacerla. Es una ecuación que se tiene que resolver. ¿Tiene solución? Sí. Entonces vamos a hacerlo. Claro que hay muchos obstáculos. Pero una vez que se decide, como por ejemplo cuando el Gobierno de El Salvador decidió que tenía que erradicar la polio y vacunar a los niños; el propio gobierno entró en negociación con la guerrilla. La salud es un puente para la paz. Para ello hace falta decisión.
Como por ejemplo....
La poliomielitis era un problema terrible en India hasta que el Gobierno tomó la decisión de erradicar la polio. Ahora hace más de 16 meses que no hay polio en India. Es una decisión que tiene que llegar de los Gobiernos. Hay que ver cómo negociar con la guerrilla y ver si se hace algo. Por ejemplo, acabo de hojear en el Herald Tribune que un comandante en Pakistán ha dicho que no dejará vacunar a los niños en la zona que él controla hasta que el Gobierno americano deje de mandar sus tropas. Alguien tiene que discutir con ese señor; poner en la mesa los datos para que pueda desconectar la salud de sus niños de su enfrentamiento con el gobierno americano, porque son asuntos que no tienen nada que ver y, además, uno de ellos, la salud infantil, es prioritario sobre el otro.
¿Es partidario de cambiar el paradigma de la cooperación?
Claro. La gente quiere hacer las cosas y en lugar de proveer la capacidad del país por sí solo, muchas organizaciones internacionales se limitan a aportar el dinero. Para ser un buen condonante, mejor que donante es ser colaborador. Si esos organismos internacionales o bilaterales llegan al país como donantes, jamás tendrán un país responsable de sus cosas. Para qué se van a esforzar si tienen los apoyos. Así, todo son parches. El mundo, nuestro plantea Tierra, es como una nave espacial, todos vivimos acá en un viaje intergaláctico, por lo que tenemos que tener la nave limpia, sana, sin polución, con la población sana. En vez de esto, hasta ahora todo son parcerías. Si la gente no tiene desarrollo tecnológico tiene que emigrar. Entonces la gente viene y no es donante, es un parcero del desarrollo. Es el paradigma que hay que cambiar.
El jurado le concede el honor de considerarle héroe de la salud global
Me halaga enormemente. Tuve la suerte de participar en acciones y programas en que mucha gente también intervino. Siempre fui miembro de grupos de personas que hicieron cosas. El premio me halaga, pero me pregunto ¿por qué yo? Además de halagarme, me da más coraje para seguir haciendo.
Brasil es un gran país, el crecimiento de su PIB es fulgurante, ¿Por qué siendo tan rico continúa necesitando cooperación al desarrollo en salud?
En el área que yo trabajo, y no solo Brasil sino todos los países de América Latina, son totalmente responsables con sus problemas. Uno, como no está solo en el universo, siempre necesita colaboración, diálogo. Muchas veces los países necesitan de consejo, asistencia o asesoría técnica. Brasil es autosuficiente en los sistemas, pero siempre precisa de algo de otras organizaciones, países para intercambio de información. Muchas veces colaboro con Brasil, tanto por estar en la Organización Panamericana como ahora en el Instituto... en Brasil, así como con otros países.
Habla de lograr vacunas contra las enfermedades de la pobreza
En mi opinión las de la polio, viruela... son vacunas contra la pobreza. Un niño vacunado tendrá mejores resultados en la escuela y contribuirá mejor al crecimiento de su país. La salud es la mejor vacuna contra la pobreza. África, desafortunadamente, está siempre por detrás de todas estas cosas, del desarrollo. ¿Por qué? Por la dificultad de acceso a las poblaciones, por la actitud paternalista de muchas ONG y, sobre todo, por la mala gobernanza. No se entiende que en los países ricos de África, su población viva en la miseria. Eso se debe a la corrupción.
¿No piensa en la jubilación?
¡Que va [sonríe]! Me encanta el cine, la lectura, el teatro, pero mi auténtico hobby es el trabajo. Actualmente, tras mi jubilación de la Organización Panamericana de la Salud trabajo en la Sabine Vaccine Institute en Washington y estoy satisfecho de tener la oportunidad de seguir trabajando en algo que me apasiona. Además, continúo como catedrático de Salud Pública de la Universidad Johns Hopkins en Washington.