Una secta musulmana rusa, cuyos miembros fueron acusados ayer de maltrato infantil, mantuvo durante más de diez años bajo tierra a una quincena de niños en una vivienda de Kazán, Rusia. Algunos niños de la secta apenas habían visto la luz del día y vivían sin contar con los servicios básicos mínimos, incluidos educación y sanidad, en una comunidad definida como "un Estado con sus propias normas".