Vitoria. Los ajustes económicos realizados por las administraciones han cercenado la programación de recuperación del patrimonio cultural alavés. Así, éste será un año negro para la recuperación de la historia del territorio histórico y un riesgo para la conservación de lo que se encuentra en vías de recuperación y consolidación. Al respecto, algunos estudiosos no se han resistido a realizar algún trabajo de conservación, como es el caso de los profesores Javier Fernández Eraso y José Antonio Mujika, de la Universidad del País Vasco que, sin recursos oficiales para ese trabajo, usando restos de presupuestos de otros trabajos de investigación, han dedicado unos días a revisar el estado de las excavaciones del dolmen de La Huesera, de Laguardia, que puede estar llamado a ser uno de los más importantes del norte peninsular.
Durante varias semanas volvieron al trabajo en este lugar no para completar la excavación de la galería de acceso y otros trabajos, sino para comprobar que sus tamaños y las mediciones no han dejado lugar a dudas. La Huesera tenía un diámetro de 32 metros y una altura de cuatro, con la singularidad de que las últimas piedras que se colocaron eran de caliza, blancas, para que fueran vistas en la prehistoria desde lejos, como una forma de identificar la propiedad de la zona por sus habitantes.
A esto se suma el trabajo que se ha desarrollado durante el invierno en el laboratorio. Durante ese tiempo, según confirmaba el profesor Fernández Eraso, se había sometido a la prueba del carbono 14 a diferentes muestras recogidas en los dólmenes de la Cuadrilla de Rioja Alavesa y se ha podido confirmar que tanto La Huesera, como La Hechicera, San Martín y otros están datados en el neolítico medio y final, lo que demuestra, aunque sean monumentos funerarios, la intensa vida que se desarrollo en la zona desde tiempos muy antiguos, aproximadamente unos 4.500 ó 5.000 años de antigüedad. Ahí es nada.
Además, a punto de finalizar los trabajos a principio de otoño del año pasado, el equipo en el que también están los arqueólogos José Ángel Apellániz, Miguel Berjón, Maitane Oyarzábal, José Manuel Tarriño e Ismael Moll, hallaron entre las piedras una tosca estela funeraria antropomorfa, donde se aprecia una silueta humana tallada hace más de 4.500 años por los primitivos pobladores de estas tierras a los pies de Sierra Cantabria. Se trata de una piedra con silueta humana que presenta una serie de grabados repiqueteados formando cinco líneas horizontales. Se localizó hacia el final de corredor, fuera de éste y es la primera que se encuentra en las estaciones dolménicas de la Cuadrilla de Rioja Alavesa.
La importancia de La Hechicera Este mismo equipo fue el que dirigió las labores de excavación en La Hechicera, en el Elvillar, el año pasado. Un dolmen que ha cambiado de imagen de una forma radical tras sacar a la luz su tamaño y la base de piedras que se colocaban antes de las grandes lajas. De momento, ese espacio está pendiente de que haya dinero para que se pueda realizar una mejora del entorno, pero el Ayuntamiento ya se ha encargado de mejorar los accesos por carretera, aunque falte señalización más moderna. El dolmen de La Hechicera no se trata de dos troncos de conos superpuestos, como se creía desde su descubrimiento en 1935, sino de una única estructura tumular que alcanza los 30 metros de diámetro y que se alza más de dos metros sobre el terreno allí presente.
Por otra parte, el equipo de Fernández Eraso también ha trabajado en los últimos días en el yacimiento de San Cristóbal, también sin recursos de campaña. El yacimiento se encuentra en un lugar de complicado acceso en los alrededores de la subida a Peña Parda. Allí, a mediados del siglo XV, según cuenta el profesor, hubo una ermita, un eremitorio y, efectivamente, en el primer estudio del terreno se encontró cerca de la impresionante pared de la cumbre de la sierra la fosa, donde fueron enterrados durante siglos los santeros o monjes que allí vivieron. La ermita, por su parte, se encuentra en muy mal estado de conservación, con la bóveda hundida. Bajo ellos se fueron encontrando más enterramientos y al final de la campaña del año pasado ya se tenía datado el último enterramiento descubierto con 5.100 años de antigüedad, pero se ha podido aumentar, con el carbono 14 hasta los 5.600. El problema es que el paso del tiempo destruye las obras del hombre y ahora han comenzado a fallar las paredes del viejo eremitorio, amenazando con venirse abajo. De hecho anteayer una piedra de grandes dimensiones estuvo a punto de lesiona a uno de los participantes en el estudio.
Otro especio que se degrada a pasos agigantados y del que se sospecha que hay un pacto de silencio para minimizar su importancia y ampliar una carretera que lo cruza es el poblado del alto de Navaridas. Donde se trabajó, lo hizo una empresa contratada por la Diputación, quedó tapado por lonas, pero el agua de escorrentía de lluvias está siendo más ligera y donde habían aparecido algunos objetos, ahora hay restos supuestamente humanos, trozos de cerámica, incluso negra, y unas marcas modernas que anuncian que cuando haya presupuesto habrá más anchura de la carretera, caiga quien caiga.
Primera arquitectura Fernandez Eraso recordaba en unas declaraciones que la primera arquitectura dolménica localizada en Rioja Alavesa fue la de La Chabola de la Hechicera en 1935. Al año siguiente José Miguel Barandiarán realizó un sondeo comprobando que se trataba de un monumento megalítico. Tras el paréntesis cultural que supuso la Guerra Civil, los trabajos arqueológicos se reanudaron en 1943 con el descubrimiento del dolmen de El Encinal por Domingo Fernández Medrano.