Vitoria. En Euskadi, no constituye un hogar quien quiere, sino quien puede. El 85% de los residentes en la CAV que anhelan acceder a una vivienda de cara a sentar las bases de un nuevo núcleo familiar propio, simplemente no puede hacerlo. La razón aducida es clara: motivos económicos. El coste de la independencia en plena crisis resulta excesivo, sobre todo para la población joven que sigue siendo el colectivo que más acusa la falta de recursos por la precariedad laboral. Sin embargo, también los asalariados -incluidos aquellos que cuentan con un contrato indefinido- comienzan a advertir serias mermas en sus finanzas domésticas. Las recientes medidas de recorte en todo tipo de frentes han hecho que tampoco éstos dispongan de ingresos suficientes como para afrontar sus necesidades básicas y la adquisición de una vivienda al mismo tiempo.
Los datos sirven para ilustrar la situación que atraviesan los jóvenes en Euskadi. Hasta los 24 años, sólo una pequeña parte del colectivo, un 10%, logra independizarse y sólo el 4% de quienes acreditan entre 18 y 24 años se destaca como persona de referencia dentro de su hogar. El panorama comienza a esclarecerse para aquellos que suman entre 25 y 29 años, aunque tampoco resulta demasiado optimista. Menos de la mitad de ellos, el 41%, consigue emanciparse y únicamente el 22,7% lidera su propia familia. A partir de los 30 años y hasta los 34, el 72% da el paso definitivo que le aleja de la vivienda de sus padres y el 41,8% se convierte en cabeza de familia.
De acuerdo con la información ofrecida por el Observatorio Vasco de la Vivienda, sólo el 13% de los hogares de la CAV pueden ser considerados jóvenes al estar constituidos y encabezados por personas de entre 18 y 34 años. Según este organismo, dependiente del Gobierno Vasco, el 44% de la juventud vasca perteneciente a esta misma franja de edades, se ha independizado.
Esta información explica que el 60% de la población vasca inscrita en Etxebide tenga menos de 35 años y que el precio máximo asumible por aquellos que desean acceder a una vivienda libre sea de 168.000 euros. Una barrera difícilmente superable para muchos por los obstáculos que hallan en el camino hacia la consecución de una hipoteca.
Capítulo aparte merecen aquellos hogares jóvenes -cuyos miembros no superan los 35 años- que requieren de cambios. Las mudanzas suelen venir motivadas por la llegada de un nuevo miembro a la familia, lo cual obliga a contar con una habitación extra y más espacio en las zonas comunes. En esta situación se encuentran actualmente cerca de 5.000 domicilios. Alrededor de otros 6.000, igualmente integrados por jóvenes, requieren de rehabilitación.
Temporalidad Cuatro de cada diez jóvenes ocupados en Euskadi se ven afectados por la temporalidad en sus contratos, un factor que complica el pago de una vivienda, tanto en régimen de propiedad como en alquiler. El salario medio del colectivo ronda los 17.500 euros anuales, que en el caso de las familias jóvenes se redondea con ingresos complementarios hasta alcanzar los 27.980 euros por ejercicio. Con estas cifras en la balanza, el precio máximo aceptable para un hogar joven a cambio de una vivienda queda fijado en 171.903 euros. En el caso de los núcleos formados por una sola persona, el límite infranqueable desciende hasta los 107.459 euros. El Observatorio Vasco de la Vivienda reseña en este sentido que el coste de acceso a la propiedad para un domicilio joven es del 49% de los ingresos y del 78% cuando se trata de una persona joven. En caso de decidirse por el alquiler, el tope que un hogar joven puede pagar al mes es de 700 euros, 437 si el arrendatario es una persona joven que vive sola.
En cuanto a dimensiones, el tamaño máximo de vivienda que un hogar joven puede permitirse dedicando el 30% de sus recursos al pago de la misma, sería de tan sólo 62 metros cuadrados. Una extensión que se reduciría a 39 metros en el caso de una persona sola. El 24% de los interesados en acceder a un piso señalaron en su día que su intención era la de pagarlo de forma compartida. Asimismo, el 94% indicó que necesitaría tramitar un crédito hipotecario para financiar el 79% del precio de compra de la vivienda.