Mirar al pasado no siempre implica dar un paso hacia atrás. De hecho, en muchas ocasiones, la oportunidad de aprender de lo que ya se ha experimentado y recuperar lo mejor de tiempos pasados abre un nuevo campo de posibilidades, que antes se habían descartado por añejas. Precisamente para ello, para poder mirar con perspectiva y recuperar el patrimonio cultural y natural del territorio están trabajando en Izki el Departamento de Medio Ambiente de la Diputación y la Red de Semillas de Euskadi, con una dotación de 25.000 euros aportada por la Obra Social de La Caixa. Una labor conjunta con vocación continuista del proyecto elaborado en Valderejo para la recuperación de árboles frutales.

Esta forma de rescatar especies autóctonas pretende no sólo poner en valor sus cualidades sino también dar una segunda oportunidad al sector primario como renta complementaria. "Estamos hablando de un patrimonio vivo en grave riesgo de desaparición que debe ser conservado. Además, queremos vincular la recuperación al desarrollo agrario", comenta el ingeniero agrónomo de la Red de Semillas de Euskadi, Aurelio Robles.

Y para ello, se ha reservado un espacio de 9.400 hectáreas en este parque natural situado en la Montaña Alavesa donde ya el pasado curso comenzaron las investigaciones. "Esta primera prospección arroja unos resultados muy interesantes, ya que se descubre que a pesar de que todavía vive gente en todos los pueblos del entorno del parque natural, gran parte de los frutales y plantaciones se encuentran abandonados, a pesar de su enorme interés agronómico y las posibilidades económicas que supondría para la gente de la zona", explica la diputada de Medio Ambiente, Marta Ruiz.

Así las cosas, las localidades de Apellaniz, Vírgala, Maeztu, Atauri, Corres, Antoñana y Bujanda se convirtieron en un campo de trabajo excepcional para descubrir ejemplares de más de una decena de especies, en algunos casos en un excelente estado. Este ejercicio, la labor de investigación ha continuado en Arlucea, Markinez, Urarte, Urturi, Quintaña y San Román de Campezo con buenos resultados.

Y todo gracias a la ineludible colaboración de los mayores de la zona, que son los que recuerdan la ubicación de muchos de estos árboles. Por ello, su implicación es imprescindible. "Con frecuencia nos dicen que los frutales y las frutas de antes eran mejores, que sin tratamientos daban fruta sana, que eran más sabrosas y se conservaban mejor. Por ello, necesitamos su ayuda para poder recuperarlos y ponerlos de nuevo en cultivo y dar la oportunidad a las nuevas generaciones de apreciar y valorar el sabor de una buena fruta. Ahora tienen la oportunidad de darnos esa información para que sus nietos coman los que ellos degustaban", anima Robles.

Más naturales Las características genéticas de estas especies llevan a que su adaptación al medio les permita sobrevivir y desarrollarse naturalmente y con menos gastos en tratamientos fitosanitarios. Diferentes clases de manzanos, entre los que destaca el redescubrimiento de la sabrosa manzana-pera. Otros como los perales, ciruelos, arganzones, zurbas, burrubiotes, higueras, moreras, castaños, cerezos y membrillos, son sólo algunos de los ejemplos de la amplia diversidad existente en este paraje. Un universo lleno de posibilidades entre las que se tienen especiales esperanzas en el potencial de la manzana-pera, la reineta verde, las boflas, el arganzón, los castaños y la pera de invierno.

Así, este proyecto ha sacado a relucir un pedacito de historia natural alavesa, que ha llevado a descubrir, por ejemplo, la existencia de antiguas plantaciones de manzanos en Apellaniz, Atauri y Antoñana, que datan de la República y que dan idea de la resistencia y buena adaptación de estos frutales al medio.

A partir de ahora, llegará la segunda fase del proyecto: la organización de un vivero de alrededor de una hectárea que contenga las principales muestras de lo recogido. Para ello, también se contratará a través del programa Incorpora a personas que formen parte de colectivos en riesgo de exclusión social. Éstas llevarán a cabo labores de limpieza que no requieran conocimientos especializados. Mientras, los técnicos forales y personal cualificado de la Red de Semillas de Euskadi plantearán el resto de la labor. En definitiva, un doble logro de recuperación a través de la reinserción de personas y del patrimonio natural.

Después de alcanzar este objetivo, llegará el momento de repartir esquejes entre los solicitantes de las localidades cercanas para favorecer el retorno y desarrollo de estas especies autóctonas a su entorno. Más adelante, si todo continúa según lo realizado en el proyecto modelo de Valderejo, será el momento de crear un banco de germoplasma para que la existencia de estas especies no corra el peligro de caer nunca en el olvido y para que, además, se puedan facilitar una nueva posibilidad al agro.

Un ejemplo aclarador Y es que el huerto de Izki nace con la misma vocación que el del Valle de Valdegovía. No sólo la de recuperación genética, sino la de exhibición para los más jóvenes y oferta de ejemplares para aquellos agricultores que deseen iniciarse en esta práctica. Un nuevo abanico de posibilidades para complementar la renta agraria o para contar con algunas frutas si se tiene un pequeño terreno sin demasiado esfuerzo o con buenos réditos. Una oportunidad estupenda para heredar el mejor legado posible, lo mejor de la tierra.