vitoria. El viernes se llevaron a imprenta los exámenes de la Prueba de Acceso a la Universidad 2012 (PAU). Un examen que pese a los cambios de nomenclatura sigue siendo, para todo el mundo, la Selectividad. Cuando miles de bachilleres se dejan las pestañas en la biblioteca o en la certidumbre de su hogar, de una imprenta -ubicada en un lugar secreto- están saliendo los autores de filosofía, los periodos históricos, artísticos y literarios, la integral de matemáticas, el párrafo para traducir de griego o el mapa a interpretar de geografía que caerán este año. Hasta la semana que viene no se desvelarán las múltiples incógnitas que en estos momentos atormentan a miles de estudiantes. ¿Será Kant o Santo Tomás, Henri Matisse y el Fauvismo o el retrato romano, la arquitectura del Renacimiento italiano o las características de la pintura romántica de Delacroix...?

En estos momentos, muchos se jugarían incluso las vacaciones de verano por conocer esa información que obra en manos de un reducidísimo grupo de personas de la UPV/EHU -no más de media docena- y que se guarda en la caja fuerte (en la imagen) de una oficina del Campus de Leioa, cuya localización no vamos a revelar por motivos de seguridad. Una filtración a estas alturas sería fatal. Daría al traste con la confidencialidad de diez meses del trabajo en la sombra de la Comisión Organizadora de la Selectividad. Su director, Julián Aguirre, y el vicerrector de Ordenación Académica de la UPV/EHU, Francisco Javier Gil, desvelan a DNA los entresijos de esta prueba cuyo diseño contiene medidas de seguridad muy rigurosas. Tanto es así que hasta la semana pasada no se imprimió la primera copia en papel de los exámenes.

Para Aguirre el factor que más dificulta el proceso de elaboración de la PAU es el de la seguridad, "que el examen no circule". "Hasta este momento -afirma- solo se han imprimido los exámenes en mi impresora y luego los paso por una destructora de material. Es decir, que hasta el día de hoy (por el viernes pasado) no se ha manejado ningún material escrito".

El director de la Comisión Organizadora revela que "todas las comunicaciones que se hacen son electrónicas, los documentos van cifrados con una clave y la clave no se manda en el mismo mensaje sino en otro distinto. O sea, que se toman precauciones. Hoy se entregan los exámenes a la imprenta, pero los guardan bajo llave". Normalmente se encarga un 10% o un 15% más de las copias necesarias, en el caso de la prueba obligatoria unas 10.000.

Este quizá es el punto más delicado de un proceso que comenzó en setiembre. En la primera fase, la Comisión Organizadora contacta con los dos coordinadores de cada asignatura, uno de la UPV/EHU y otro del Departamento de Educación. Estos tienen una doble función, explica Aguirre, "ponen el examen y se reúnen con los centros de Secundaria para hablar sobre qué parte del currículum va a caer en la prueba, de qué tipo será. Además, hacen reuniones formativas con los orientadores de los centros". En febrero se recogen las candidaturas para formar parte de los tribunales y corregir los exámenes.

Cerca de 800 profesores En la convocatoria ordinaria -que se celebrará los días 6, 7 y 8 de junio- trabajarán aproximadamente 800 personas repartidas en 39 tribunales; y en la extraordinaria del 4, 5 y 6 de julio lo hará una cuarta parte. Cada tribunal está compuesto por unas 20 personas, con el presidente, el secretario y el vocal.

Según el vicerrector de Ordenación Académica de la UPV/EHU, la PAU "es una prueba bastante compleja de organizar porque los alumnos se pueden examinar de hasta 29 materias y en todas tienen 2 opciones a elegir -opción A y opción B- y al mismo tiempo se elaboran la convocatoria extraordinaria y los exámenes de reserva".

Los coordinadores de cada materia se encargan de redactar las preguntas, "se preparan seis exámenes, dos exámenes por cada convocatoria. Esos exámenes se traducen, todos menos dos se hacen directamente en euskera". "Es un proceso un poco complejo porque estamos hablando de muchas asignaturas, con mucha gente implicada y que fundamentalmente tiene que ser discreto", puntualiza Gil.

"Los exámenes los recibimos a mediados de marzo. En ese momento empezó el proceso de traducción y revisión de euskera, se ha enviado a la Comisión Técnica que ha realizado algunas correcciones y se han devuelto a los coordinadores para comprobar por última vez que todo está bien", señala Aguirre, que es la última persona que revisa el material antes de mandarlo a imprenta.

Además de los exámenes ordinarios y extraordinarios también se preparan las pruebas para estudiantes con alguna discapacidad. Este año, por ejemplo, un estudiante hará la Selectividad en casa ya que acaba de salir de un trasplante de riñón. En este sentido Aguirre afirma: "Hemos hecho exámenes a paralíticos cerebrales, a invidentes, a sordos... Los sordos pueden venir con una persona que conozca el lenguaje de signos y facilitamos a la ONCE los exámenes para que los hagan en braille".

Examen de oral de Inglés Finalmente, Euskadi no realizará la primera prueba oral de inglés prevista en la PAU 2012 debido a su "complejidad organizativa". El director de acceso de la UPV/EHU explica que "todas las universidades, todos los que nos encargamos de realizar estas pruebas dijimos desde el principio que es muy importante que haya una prueba oral de inglés, porque la decisión se toma para forzar a los centros a trabajar este aspecto". Sin embargo, Aguirre reconoce que "en estos momentos las universidades no tenemos posibilidades técnicas para realizar la prueba". No en vano, explica, "el oral de inglés supone tener a los alumnos en salas con unas condiciones acústicas adecuadas para oír el listening". Pero el verdadero problema, argumenta, es "cómo hacer el examen de expresión oral a 8.000 estudiantes en dos días, en inglés, francés, italiano y alemán". "Es imposible en las condiciones actuales", recalca.

Además, el ministerio de Educación ha ido dando largas a la cuestión y no pasó a las universidades las pautas para realizar y corregir la prueba, por lo que la UPV/EHU junto con el Departamento de Educación decidieron no hacer este año ese examen. Hace un par de meses, el ministro José Ignacio Wert se sumó a esa conclusión, si bien ha dado a las comunidades autónomas la posibilidad de hacer por su cuenta y riesgo pruebas piloto a sus estudiantes cuya nota no computaría. Para Gil, además de logístico, es un problema de tiempo: "No llegaríamos a tiempo para corregir, atender las reclamaciones, ordenar a los estudiantes y abrir la matrícula antes de que el curso empiece en setiembre".