La naturalidad con la que Félix Goñi habla de galardones científicos, de las necesidades en infraestructuras, del fomento de la ciencia entre los jóvenes y, sobre todo, de los miembros de su equipo manifiesta bien a las claras que la prioridad está en la formación precisamente de nuevos científicos.

Al parecer lo que usted (ustedes) hace "tiene visibilidad internacional". ¿Es difícil conseguir un grupo de científicos del alto nivel de los que componen la unidad de Biofísica de la UPV/CSIC?

Sí. Es muy difícil y largo. Por eso hay muy pocos. Se requiere muchos años y tener un equipo que funcione como grupo, y no cada uno por su lado. Esto precisa mucho tiempo paciencia, inversión y relaciones. Construir un grupo de investigación lleva años y años, pero para destruirlo solo se necesita un mes.

¿Qué diría que necesita más nuestra ciencia: dinero para infraestructuras o científicos?

Si uno tiene dinero, comprar infraestructuras es muy fácil. Sin embargo, adquirir científicos es muy difícil porque no vienen en un catálogo como las infraestructuras. Los científicos son como el cariño verdadero, ni se compran ni se venden. Lo que hay que hacer es convencerles para que vengan en las condiciones económicas que se les puede ofrecer, que no son las mejores, pero tampoco las peores; son razonables.

¿Es lo que hace Ikerbasque?

Sí. Convencer a buenos científicos para que vengan aquí. No es tanto cuestión de dinero, sino de relaciones públicas en el mejor sentido. Aquí, nosotros nos movemos bastante bien. Les invitamos a que vengan a impartir conferencias, que vean lo que hacemos en los laboratorios, a que se nos conozca por nuestro trabajo. Hay que estar un poco al loro. Ver a científicos que no están contentos en sus puestos o que quieren ascender y en su sitio no pueden... Hay que recurrir a trucos que usa cualquier empresa que pretende incorporar talento.

La crisis ha llegado a la Educación y a la investigación: piden 600 millones y dan tres, reducen becas, los nuevos doctorados se quedan al pairo… ¿La llamada de otros países con oferta científica más prometedora puede ser letal para nosotros? ¿Se nos irán los mejores?

La crisis no ha llegado a la ciencia en Euskadi. El Gobierno Vasco está teniendo una política altamente ilustrada y haciendo lo mismo que los grandes países como Francia o Alemania, que dedican más dinero a la investigación precisamente porque se está en crisis. Por contra, el actual Gobierno español del PP, al igual que el anterior del PSOE, está siguiendo una táctica absolutamente torpe y miope que está conduciendo a la destrucción del sistema científico español. Suena duro, pero es así. Si aquí no tienen nada que hacer, claro que los investigadores se irán. Tal vez la gente mayor, hecha y derecha, seguirá o seguiremos aguantando. Pero no se puede mantener el sistema científico solo con viejos. No soy partidario de la eutanasia para los mayores de 50 años, pero solo con mayores no se mantiene el sistema científico. Hacen falta viejos, mayores, jóvenes y niños. Niños de la escuela. Digo niños porque uno de los problemas es que faltan vocaciones científicas porque la ciencia se enseña muy mal en las escuelas.

La alocada reducción de fondos para investigación y para estudios universitarios tanto por parte del actual Gobierno como del anterior, ¿podría lapidar el sistema científico español?

Literalmente. No sé si la gente entiende dos cosas. Una, que la política científica es a largo plazo. Se nota a los 20 años. Pero dentro de dos décadas, todos los que han hecho este crimen estarán en sus casas, nos habremos olvidado de ellos. Sin embargo, los efectos de sus decisiones los sufriremos entonces. La gente tampoco es consciente de que, al ver los efectos a largo plazo, muchos políticos, a los que por supuesto considero bien interesados, niegan que exista una correlación entre invertir dinero en ciencia y obtener riqueza. Y la correlación es clara. Lo que ocurre es que se nota al cabo de muchos años. No hay un país rico, de esos a los que nos gustaría parecernos, que no haya mantenido durante cien años seguidos una trayectoria de investigación científica importante y viceversa. Todos los que han sustentado la actividad son ricos.

¿De qué otras cosas no somos conscientes los ciudadanos?

De que el sistema científico español y vasco son bebés. Han nacido hace 20 o 30 años y están en la infancia. Un bebé necesita biberón a sus horas. Yo, si estoy una semana sin comer con agua, no solo no me va a pasar nada, sino que voy a perder peso y estaré estupendo, pero si a un bebé le tenemos una semana sin alimento, se muere. Una vez muerto, por mucho que le pongamos biberones en la cuna da igual, tenemos que encargar otro. Esto es lo que ocurre con el sistema científico español: se va a morir. Y todo lo que hemos hecho en los últimos 30 años no va a servir de nada. Vamos a volver de nuevo a la situación de España de 1980. Esa es la tragedia y el público no lo percibe. La tercera circunstancia característica de la política científica es que la ciencia cuesta poco dinero. La gente se cree que es muy onerosa. No es así, aunque depende con qué se compare.

¿Cuál ha sido el último golpe de muerte asestado a la ciencia?

El recorte de 600 millones que hace cuatro o cinco meses dieron al presupuesto de investigación español. ¿Es mucho o poco? Depende. ¿Cuánto cuesta un kilómetro de autopista? ¿O cuánto deben los clubes españoles de fútbol a Hacienda? Son 750 millones. Por lo visto, Hacienda no tiene prisa de que se los devuelvan. Eso sí, recorta 600 de investigación, que supondrá el cierre para siempre de 60 laboratorios.

¿La situación y el compartimiento de los dirigentes vascos ha sido/es así de cicatero con la ciencia? ¿Existe algún rayo de esperanza?

Todo lo contrario, antes y ahora, la actitud de los dirigentes vascos es absolutamente ejemplar. Las previsiones de futuro del Gobierno Vasco del Plan de Ciencia y Tecnología de 2015 contemplan poner el 3% PIB para el 2020. Espero que también sean asumidas por el próximo Ejecutivo.

El nuevo ministro le ha incluido en la comisión de expertos que estudiará la reforma de la universidad. ¿Ha hecho ya el diagnóstico sobre las causas de su nada boyante situación?

Tengo hecho el diagnóstico desde hace mucho tiempo. Lo he dicho de forma oral, por escrito y señas. Pero la Comisión no se ha constituido todavía. El diagnóstico tendrá que ser conjunto. Yo destaco como un gran problema el sistema asambleario de la Universidad, en la cual los directores del departamento, los decanos y los rectores son elegidos por todo el mundo. Y se deben a sus electores. Así no se puede mejorar. Entre las cien universidades mejores no hay ninguna donde el Gobierno sea asambleario como aquí. Otro problema es que la mayoría del profesorado somos funcionarios y eso no facilita la mejora continua.

Y como médico, tras el análisis de la etiología de las patologías universitarias, ¿es curable el enfermo? ¿Qué recetas le recomienda?

El enfermo es curable. El tratamiento se llama consenso. Aunque un partido tenga mayoría absoluta no puede aprobar una ley sin acuerdos. Eso sirve para que, al cabo de 4 u 8 años, al llegar otro partido la variará. Una de las características de las cien mejores universidades del mundo -Oxford, la Sorbona...- es que nadie se acuerda de cuándo cambiaron los planes de estudios. Unas cosas son las reformas, otras los cambios y otras las ocurrensias. Las reformas requieren un consenso, por lo menos los principales partidos del parlamento español, las comunidades autónomas que son las que pagan y el Consejo de Rectores. Si no hay ese consenso, que es difícil de conseguir, se haga lo que se haga será inútil.