Vitoria. Los números pesan más que las personas, aseguran los alaveses que viven y trabajan en los pueblos. Frente a las ciudades, se sienten en un petrificado segundo plano, a veces desamparados, sin la atención institucional que precisarían para crecer, sobre todo ahora que sufren el vapuleo de la crisis. Es, lamentan, cuestión de rentabilidad. Pero no están dispuestos a callar sus protestas y continuar perdiendo oportunidades. Quieren hacer oir, alto y claro, sus reivindicaciones. Y ese espíritu es el que hizo posible la celebración ayer de la jornada Día del Mundo Rural 2012. La primera, pero no la última. Un foro de reflexión y debate entre los colectivos del campo y las administraciones públicas encaminado a exponer críticas y acercar posturas.

Lo primero lo lograron. Lo segundo, tal vez no tanto. Donde hay recesión económica, las instituciones quieren ver ocasiones para dar el salto. Donde hay quejas, una invitación a cambiar el chip. Cantos al optimismo que, desde la perspectiva del mundo rural, resultan un tanto huecos. La UAGA (Unión de Agricultores y Ganadores de Álava) aseguró ayer que el sector está sufriendo una de sus peores crisis: "el olvido". Mientras cada vez está más de moda hablar en verde, de la Green Capital, "nadie se acuerda de que quien mantiene este territorio con este paisaje son las personas que viven y trabajan diariamente en el pueblo". Y esas personas son incapaces de luchar con unos mercados internacionales que liberalizan cuotas y producciones. Al final, se convierten en marionetas enganchadas a las ayudas.

"Pero no queremos limosnas que nos permitan sobrevivir, queremos precios justos que sirvan para que seamos rentables", afirmó UAGA. Por eso, exigió a las administraciones que realice "una apuesta definitiva y clara por su supervivencia", olvidando los parches e introducciendo cambios estructurales. A la sociedad también le pidió un papel activo, apostando por "un consumo responsable, de temporada, local y cercano". Sólo así, afirmó el colectivo, los agricultores y ganaderos de Álava podrán liberarse de tanto apuro y seguir gestionando el 80% de la tierra. "Este sector debe ser el impulsor de la economía que fue antaño, y no es ninguna utopía", subrayó.

Cáritas, que lleva trabajando en los pueblos del territorio desde sus inicios, se sumó a la denuncia. "¿Para cuándo las apuestas por los núcleos rurales que contribuyen económicamente igual que las grandes ciudades, pero a quienes se les regatean servicios y recursos? ¿Para cuándo la consideración que merecen leyes, como la de desarrollo rural, que son aprobadas en espera eterna de su puesta en práctica?". Todo el que reside lejos de la polución comparte el mismo discurso. No puede ser casualidad. Por supuesto, el grupo de curas rurales de Álava recurrió a aquel famoso pasaje del Génesis para formar bando. "Aquí, la crisis se ha sucedido sin solución de continuidad, sobre todo en la agricultura y ganadería. Incluso en los tiempos de vacas gordas, los recursos públicos destinados a corregir desequilibrios territoriales se han medido con cuentagotas". Y a esa discriminación se han sumado, a su parecer, tensiones perjudiciales "como la continuidad de Garoña, el proyecto del fracking o la incineradora de Olazti".

Si las gentes de los pueblos se sienten apartadas, la misma percepción tienen las instituciones más antiguas de Álava. Los concejos. Acoa, la asociación que los representa, lamentó la exclusión que han sufrido conforme los consistorios han ido haciéndose mayores, así como los conflictos que padecen con las administraciones. Ejemplos no faltan. "Es curioso y totalmente injusto que el concejo sea el encargado de mantener los viales públicos y el Ayuntamiento cobre el impuesto sobre vehículos, que el concejo abone el alumbrado público y el Ayuntamiento se lleve el impuesto de bienes inmuebles". Y eso por no hablar de las pocas oportunidades para hacer cosas. En 2011, la Diputación retiró a 70 entidades las partidas prometidas dentro del Plan Foral de Obras y Servicios. Y en 2012, ni siquiera ha habido tarta.

Así, como para pedir mejoras en el sistema educativo de los pueblos. Y eso que Denon Eskola no se cansa de alzar la voz. Entre otras acciones, este colectivo considera fundamental reformular el mapa escolar, dotar al tranporte público de horarios flexibles y convertir la Escuela Rural en un espacio de formación fundamental, en una institución simbólica y emblemática de cada localidad.

Los responsables institucionales escucharon y hablaron, pero dieron pocas respuestas a las reivindicaciones. Según la delegada de Agricultura del Gobierno Vasco, "la crisis debe servir de revulsivo para que el sector asuma responsabilidades y dé pasos". Según el director de Agricultura de la Diputación, "existe una situación general de pesimismo, cuando la realidad indica que este año el sector ha solicitado 26 millones de euros para modernizarse". La pelota volvió al tejado del que había salido. "Es lo de siempre", rezongó un ganadero al finalizar el debate.