Vitoria. "Me han agredido y, de hecho, me siguen agrediendo. Soy una víctima de la violencia machista desde hace años, pero nunca lo he denunciado". Las mujeres que se convierten en objetivos de sus compañeros sentimentales, exparejas, familiares directos o personas que pertenecen a su ámbito laboral, se callan. Prefieren no recurrir a la Ertzaintza o a la Policía Local y cargan, en solitario y en silencio, con las amenazas y las humillaciones. En Euskadi, tres de cada cuatro de estas víctimas tratan de pasar página cuando concluye la jornada y confían en que al día siguiente las cosas cambiarán a mejor. Sus esperanzas suelen caer en saco roto. "Ayer, cuando cruzaba el parque, me salió al paso un tipo que me enseñó los genitales".

Muchas menores de 30 años residentes en la CAV han vivido esta misma situación a lo largo del último año. Otras tantas explican que "el pasado fin de semana, cuando estaba con mis amigas en un bar, me metieron mano". "A mi me sorprendió un mensaje de contenido pornográfico cuando abrí mi cuenta de correo electrónico", apunta otro colectivo. Estas situaciones, parte de un todo llamado violencia machista, forman parte del día a día de un extenso grupo de mujeres tal y como se recoge en un reciente informe sobre estas modalidades de agresión editado por la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género del Gobierno Vasco. "Me han insultado por la calle"; "He llegado a sentir miedo de alguien"; "Me han dejado en mal lugar delante de otras personas"... Cada caso cuenta una historia diferente.

Buena parte de estos relatos no tienen lugar, como los anteriormente indicados, en los espacios públicos. Muchos se producen de puertas adentro, cuando la intimidad del hogar acrecienta la sensación de poder del agresor. "Mi pareja me hace constantemente desprecios delante de terceras personas". Sus objetivos son, generalmente, mujeres menores de 30 años. "Me grita, me insulta y me amenaza". Los atacantes suelen ser las actuales parejas o exparejas sentimentales. "Me hace sentirme culpable por no atenderle como es debido". El control de las relaciones en la víctima resulta clave. "Me impide ver a mi familia y a mis amigos. Me controla los horarios. Revisa mi móvil y mi correo electrónico...".

Por lo general, las mujeres se sienten bastante seguras en sus lugares de residencia, aunque el análisis destaca que Gipuzkoa es el territorio que más confianza genera dentro de la CAV y Álava, sorprendentemente, el que menos. Los municipios pequeños alimentan la sensación de inmunidad. Las jóvenes se reconocen como el colectivo más vulnerable, fundamentalmente durante la noche.

Los casos de maltrato resultan cada vez más visibles socialmente. Un 9% de las personas consultadas por los responsables del informe del Gobierno Vasco aseguran conocer al menos a una mujer que actualmente es víctima de este tipo de violencia en su entorno. Ellas conocen más situaciones que ellos y las mujeres que han sido objetivo de esta lacra social manifiestan una sensibilidad especial ante este fenómeno y se destacan como el grupo que más casos conoce.

No todo es físico dentro de la violencia machista. De hecho, los golpes no dejan de ser la punta del iceberg, ya que las agresiones psicológicas representan la forma más frecuente de ataque contra las mujeres en Euskadi. Una de cada cinco víctimas la sufre desde hace menos de un año y una de cada tres lleva inmersa en esta espiral de alaridos, coacciones y vejaciones durante un espacio de tiempo que oscila entre uno y cinco años. Otras tantas lo padecen desde hace una década. A pesar de ello, sólo un pequeño porcentaje ha buscado ayuda en los recursos especializados.

Víctima ocasional El perfil de la víctima "ocasional" se ciñe a la franja de edad comprendida entre los 30 y los 39 años. Las mayores de 40 años aseguran encontrarse "actualmente" en esta situación. A pesar de los tópicos que vinculan las agresiones a la ignorancia o a la ausencia de formación académica, el análisis subraya que un mayor nivel de estudios no significa una menor prevalencia. Una gran mayoría de los ciudadanos vascos consultados considera que la violencia de género es un problema social "de primera magnitud". Ellas perciben una mayor gravedad de la situación que ellos.