El embalse alavés de Ullibarri-Gamboa, rebosante tras las copiosas lluvias de abril, se convierte en un apetecible polo de atracción con la llegada del buen tiempo. Los amantes de la naturaleza tienen en el pantano un lugar de esparcimiento sin igual dentro de la geografía vasca. La temporada alta ya ha comenzado y cuando llega el fin de semana, la actividad se multiplica en el mar alavés. Ayer, a pesar de los negros nubarrones, muchos se animaron a visitar el entorno de la presa dando un paseo en bicicleta, en moto, para pescar, hacer senderismo o disfrutar del aperitivo de rigor en alguno de sus establecimientos hosteleros. Enclavado en la muga entre Álava y Gipuzkoa, pocos gasteiztarras y vecinos del Alto Deba no han disfrutado en alguna ocasión de sus encantos.
Desde Aramaio y Eibar, José, Maite, Márcel y su hijo Álex se preparan para dar un largo paseo alrededor del embalse. Más tarde les espera una animada comida en cuadrilla en uno de los clubs náuticos del pantano. "Nos gusta hacer monte, pero una vez al año venimos aquí a andar un poquito, estar en la naturaleza y enseñarle a éste las buenas costumbres", advierte Márcel señalando a su retoño. "Ahora vamos a la parte más lúdica, tomar una caña y un pintxito", prosigue.
De camino hacia Landa, Ander se afana caña en mano en pescar algún ejemplar, aunque reconoce que "el tema está jodido". Lleva algo más de una hora y todavía no ha habido suerte. "Pesco lucios sobre todo, porque no hay otra cosa. Pero creo que me voy a ir ya porque encima hace bastante frío", lamenta. Ya en el parque de Landa, los múltiples bicicleteros que se acercan a la zona aprovechan para tomarse un respiro. "Hacía tiempo que no venía en bici hasta aquí. Me ha costado encontrar los caminos porque hay bastantes obras", apunta Hugo, que reside en Donostia. "Otras veces he venido andando y quería hacerlo en bici para ver si era capaz. Prueba superada", se felicita Javi en las inmediaciones, masticando una barrita energética. En 45 minutos ha superado el reto, y eso que durante bastante tiempo ha dejado de lado el hábito de pedalear.
Cerca, desde el chiringuito de esta suerte de playa, Rachid se lamenta porque no es un día de excesiva clientela. "Hoy está muy tranquilo, pero los sábados y domingos viene mucha gente. Es un buen sitio, a mí me gusta más que la playa porque te puedes bañar pero también hay árboles y sombra", apunta, sonriente, este marroquí residente en Gernika. Todas las miradas se posan de pronto en Xabier, arrasatearra, que se acerca a la orilla remando y de pie sobre una gran tabla. Paddle surf es el nombre de esta especialidad. "Siempre que me dejan los críos aquí estoy. Es un deporte que cansa un poquito, pero pone en forma", remarca. Lo mejor, no obstante, son las imágenes que puede contemplar desde dentro de las aguas. "El paisaje que se genera de dentro a fuera del pantano es totalmente diferente", describe. Junto al bar, Eneko y Mitxel, moteros de Urretxu, se disponen a almorzar tras la primera parte de su paseo. "No ha hecho muy buen tiempo hasta ahora, así que hay que aprovechar", advierten al unísono. A partir de ahora, mucho más.