Vitoria. Audiencia a las distintas facetas que componen la imagen del sector primario en Álava. Las Juntas Generales de Álava solicitaron ayer la comparecencia de los responsables de la Asociación de Bodegas de Rioja Alavesa (ABRA), de la Cooperativa de Servicios Ganaderos Alaveses (Sergal), de la Asociación de Cotos de Caza de Álava (ACCA) y del proyecto Oleum de revitalización del aceite de Rioja Alavesa. A partir del relato de sus respectivas coyunturas financieras, los apoderados pudieron hacerse una idea ajustada de la situación. Quienes hace unos años estaban bien, como los bodegueros, han empeorado y temen que si no se adopta una estrategia de futuro adecuada las cosas se compliquen. Quienes han nacido con un proyecto austero, como los productores de aceite, se sienten capaces de continuar en la misma línea de bajos presupuestos, aunque demandan ayuda. La ganadería se encuentra al límite, obligada a recurrir a reservas, y los cazadores dibujan un panorama desolador, con cotos abandonados ante la imposibilidad de hacer frente al pago de los seguros, un aumento desbocado del número de accidentes de tráfico y daños a la agricultura provocados por animales sueltos. La crisis sigue siendo el denominador común para todos.
Con un presupuesto en retroceso continuo desde 2009, la Cooperativa de Servicios Ganaderos Alaveses, Sergal, reclama oxígeno para sobrevivir. 2012 está representando un escollo excesivo y sus vías tradicionales de financiación, la Diputación Foral alavesa, el Gobierno Vasco y la Caja Vital, no disponen de la capacidad de respuesta de otros años. Ya ha recortado todos los gastos posibles, ha prescindido de tres trabajadores, rebajado los salarios en un 5% y reducido sus gastos informáticos al mero mantenimiento. Si el año que viene no afloran los aguardadísimos brotes verdes, su gerente, Belén Balerdi, adivina un horizonte plagado de interrogantes. Un futuro de "total incertidumbre". La instantánea de 2012 refleja una morosidad en aumento dentro de las explotaciones ganaderas -la mayoría de ellas dedicadas al ovino de leche- y una tesitura financiera "preocupante". Sergal busca ingresos "hasta debajo de las piedras" a través de la creación de nuevos servicios y de la apertura a otras comunidades autónomas. Tampoco los cazadores, representados por el presidente de ACCA, Teófilo Ruiz de Viñaspre, creen en un futuro halagüeño a corto o medio plazo. Desde que en 2009 su agrupación quedara fuera de los planes de gestión de la caza en el territorio, la situación se ha complicado hasta el punto que ya no pueden hacer frente al pago de los seguros de responsabilidad civil. Los accidentes de tráfico causados por animales que saltan a las carreteras se elevaron a 300 en 2011 y las aseguradoras estiman que a lo largo del año que viene sobrepasarán los 500. También se han disparado los daños al agro, por lo que les plantean una póliza que ronda los 600.000 euros anuales.
Ruiz de Viñaspre explica que si los cotos se abandonan, caen los ingresos de ayuntamientos y juntas administrativas. Aumentan los accidentes y los daños. Las propiedades alavesas que lindan con las carreteras se devalúan -una sentencia señala que el titular de los terrenos de los que proceda aquel animal que cause un siniestro es responsable de las indemnizaciones- y ello incide negativamente en el PIB de la provincia. Los cazadores, gracias a la Ley vigente, podrán, eso sí, seguir cazando especies migratorias en los terrenos libres abonando las correspondientes tasas, licencias y seguros.
ABRA, por su parte, espera a que el Departamento Foral de Agricultura decida qué hacer con las cerca de 600 hectáreas que aún restan por cultivarse en Rioja Alavesa. Ante la posibilidad de que algunas se dediquen a variedades foráneas de uva blanca, piden cautela y una estrategia de futuro adecuada para no perjudicar la situación financiera de viticultores y bodegueros. Su gerente, Inés Baigorri, cree que sería un error tratar de pelear de tú a tú en los mercados con otras denominaciones expertas en blancos, como Rueda, aboga por la elaboración de vinos blancos de calidad y por unos cultivos de estas uvas no superiores al 10% del total. Entre 100 y 150 hectáreas en total, como máximo. La aventura del proyecto Oleum de recuperación y promoción del aceite de Rioja Alavesa es una historia de éxito liderada por Fernando Martínez de Bujanda. Con 15.000 euros de presupuesto anual ha logrado dotar a la denominación Arroniz -variedad de oliva autóctona- de la K de calidad, integrar a colectivos en riesgo de exclusión social en la iniciativa -trabaja con discapacitados y con presos-, aglutinar el sector, colaborar con la Asociación del Olivo de Rioja Alavesa, Adora, y ofrecer una perspectiva de futuro a los jóvenes agricultores. Toda una hazaña que se traduce en 1.000 litros anuales de producción sólo para Lurzabal, la marca del proyecto. "¿Y ahora qué?", se plantea Martínez de Bujanda. Pues a esperar poder crecer bajo las alas forales en una forma administrativa que podría parecerse a la empleada para dar vida a las Salinas de Añana. Eso sí, siempre que la financiación lo permita.