Vitoria. La desigualdad entre hombres y mujeres en el trabajo persiste en el momento actual de crisis, y aunque la tasa de ocupación cada vez cobra menos distancia como consecuencia de la incorporación femenina al mercado laboral, las condiciones siguen siendo diferentes. Como ejemplo, basta destacar que de cada diez personas asalariadas sin contrato nueve son mujeres.
Así lo pone de relieve el Informe de cifras sobre la situación de hombres y mujeres en Euskadi 2011 elaborado por Emakunde. En dicho documento se detalla cómo de las 18.600 personas que reciben un sueldo sin contrato, 16.400 son de sexo femenino y trabajan principalmente en el sector servicios. En este sentido, la directora del Instituto Vasco de la Mujer, María Silvestre, advierte de las nefastas consecuencias que puede tener sobre ellas la crisis, que castiga especialmente a este sector, así como la reforma laboral. En este sentido, recuerda que el trabajo parcial también es femenino.
En el año 2010, seis de cada diez personas inactivas eran mujeres. La mayor razón de inactividad es su dedicación a las labores del hogar. "El trabajo reproductivo afecta al trabajo productivo sobre todo en las mujeres, que son quienes en mayor proporción se hacen cargo de las tareas domésticas y del cuidado de las personas dependientes", apunta Silvestre. Así, la directora de Emakunde asegura que a pesar de que en los últimos años se han desarrollado fórmulas que faciliten una menor afección, el abandono parcial, temporal o total de un puesto de trabajo que facilite la autonomía económica de las personas sigue siendo una constante en las mujeres.
Ellos son, por otra parte, quienes meten más horas en el trabajo. El 75% de las personas sobreocupadas, es decir, aquéllas que trabajan más de ocho horas diarias, es hombre. También lo es el 55% de los ocupados -ocho horas diarias-. Paralelamente, ellos son los que dedican menos tiempo a las tareas domésticas. De hecho, sólo un 4,3% de los varones inactivos justifica su situación en que deben dedicarse a las labores del hogar. El nivel de instrucción afecta también a la distancia de genero. Así, mientras que entre las personas con estudios superiores apenas se perciben diferencias, entre quienes sólo tienen formación básica la tasa de actividad de los hombres es el doble que el de las mujeres. Si además de tener estudios primarios la mujer es madre, la distancia de género de la tasa de actividad crece de forma considerable.
Por último, también la edad constituye una variable explicativa de la distancia de género en la ocupación. En los grupos de 16 a 34 años prácticamente no existe diferencia ya que hombres y mujeres se incorporan en igual medida, mientras que en la siguiente generación, es decir, en la franja que hay entre los 35 a los 54 años, existe una diferencia significativa de casi 20 puntos porcentuales.
La directora de Emakunde explicó también que la brecha salarial sigue siendo destacada, aunque ha disminuido desde el año 2001. Así, mientras un director gerente cobra de media al año 26.830 euros, una mujer gerente gana 10.195.
El estudio presentado por Emakunde rompe además con "un falso estereotipo" sobre la población extranjera. Se concluye que la tasa de actividad de las mujeres de origen inmigrante es mayor que la de las autóctonas y alcanza el 70,7%. Dentro de este colectivo, la tasa de paro de las mujeres es cuatro puntos inferior a la de los hombres, un fenómeno reciente en el análisis del paro desde la perspectiva de género en los dos años anteriores, según explicó ayer Silvestre.